Mucho se ha escrito sobre Cinema Paradiso, mucho y casi todo bueno, película además muy premiada y con gran éxito de crítica y publico, su valoración es muy alta y creo que con toda justicia. Bien es cierto que leí opiniones a mi entender exageradas, pero las personas somos así, es difícil encontrar la mesura y el equilibrio cuando algo nos emociona y nos toca el corazón.
Yo descubrí el cine con mas años del que nuestro protagonista Toto lo hace, pero aún así me reconozco perfectamente en él, como me conmovían aquellas películas, como nos hacían soñar o nos excitaban, como nos hacían temblar, era sin duda algo apasionante, algo irrepetible, hay que amar el cine, venerarlo, que forme parte de tu vida para poder captarla en toda su magnitud. Ya se que algunos pasajes son ñoños, un tanto cursis, que parece que se busque la emoción sensiblera sin recurrir al talento. Es posible que todo eso también se de en esta cinta, pero Cinema Paradiso es ante todo una declaración de amor sin límites al cine, a ese cine que nos hizo soñar y que era nuestra vida, que se apoderó de nosotros para nunca más desprenderse.
Algunas de sus imagines no las podremos olvidar, el final es emocionante y muy logrado, y la banda sonora es simplemente extraordinaria, algo que ya forma parte de la esencia del cine, del cine mismo, la escuchas y es como si estuvieras escuchando al cine.
No es perfecta, no es redonda, pero tiene momentos impagables y nos transporta a la niñez, a la adolescencia, cuando las cosas son de otra manera y todo ello con esa maravillosa historia de amor de fondo, ese amor fraternal, enorme entre Alfredo y Toto.
Nos regala también a un magnifico Philippe Noiret en una actuación avalada por los permios en el que según los expertos es sin duda su trabajo más notorio.