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Voto de los pájaros de Bangkok:
7
Voto de los pájaros de Bangkok:
7
8.1
90,945
Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2012
12 de enero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la crónica de la película que yo quise ver y la película que finalmente acabé viendo.
Tormenta de ideas:
Soledad Villamil está demasiado ñoña, ensimismada, tratando de transmitir ternura pero sobreactuando. Sobre todo en la segunda visión, en la primera me engañó. Tierno y cómico, no creo que vivan en lugares demasiado lejanos la ternura y la comicidad, está Guillermo Francella.
Tormenta de ideas, ¿en Los hombres que no amaban a las mujeres también se resolvía el embrollo, con una fotografía y una mirada?, dos personas pensando la misma cosa en dos lugares del planeta.
El director es Dios en su sótano, creador omnipotente, retratista de sus obsesiones: una máquina de escribir con caries, el color sepia, la fotografía, los juegos del tiempo, cortinas rojas, toma de La muerte y la doncella resolver cambiando los roles de los protagonistas, Racing de Avellaneda, Platón, sí, Platón, los bares, el guión bien construído, basta ya de la coña de decir que es previsible, las historias se resuelven convincentemente o no, lo de previsible o imprevisible no es la cuestión que me seduzca de un guión, o sí ¿qué se yo?
Tormenta de ideas: el día de junio que yo vi esta película hacía calor, pero atenuado por una tregua. Los planos y los movimientos de cámara aquí cuentan cosas ¡qué difícil es no usar este instrumento para recrearse en lugar de para decir algo!
Más fe. Mucha más fe.
Que en cierto modo,
creer con fuerza tal lo que no vimos
nos invita a negar lo que miramos.
(Ángel González)
Que sí, que con todo esto vengo a convenir que la película me parece buena, que me gustó, que me sigue gustando. Que no sé cuantas estrellas merece. Y que si todavía no he hablado de Ricardo Darín es porque sólo le diría:
Quédate aquí por siempre. (Una pasión es una pasión).
Tormenta de ideas: No sé por qué extraña razón la película me recuerda a Manolo Vázquez Montalbán. Él siempre estuvo del lado de los perdedores, pero sin presumir. Como Campanella. En su sótano. Exiliado. Si Campanella estrena yo salivo como los perros de Pavlov.
Tormenta de ideas:
Soledad Villamil está demasiado ñoña, ensimismada, tratando de transmitir ternura pero sobreactuando. Sobre todo en la segunda visión, en la primera me engañó. Tierno y cómico, no creo que vivan en lugares demasiado lejanos la ternura y la comicidad, está Guillermo Francella.
Tormenta de ideas, ¿en Los hombres que no amaban a las mujeres también se resolvía el embrollo, con una fotografía y una mirada?, dos personas pensando la misma cosa en dos lugares del planeta.
El director es Dios en su sótano, creador omnipotente, retratista de sus obsesiones: una máquina de escribir con caries, el color sepia, la fotografía, los juegos del tiempo, cortinas rojas, toma de La muerte y la doncella resolver cambiando los roles de los protagonistas, Racing de Avellaneda, Platón, sí, Platón, los bares, el guión bien construído, basta ya de la coña de decir que es previsible, las historias se resuelven convincentemente o no, lo de previsible o imprevisible no es la cuestión que me seduzca de un guión, o sí ¿qué se yo?
Tormenta de ideas: el día de junio que yo vi esta película hacía calor, pero atenuado por una tregua. Los planos y los movimientos de cámara aquí cuentan cosas ¡qué difícil es no usar este instrumento para recrearse en lugar de para decir algo!
Más fe. Mucha más fe.
Que en cierto modo,
creer con fuerza tal lo que no vimos
nos invita a negar lo que miramos.
(Ángel González)
Que sí, que con todo esto vengo a convenir que la película me parece buena, que me gustó, que me sigue gustando. Que no sé cuantas estrellas merece. Y que si todavía no he hablado de Ricardo Darín es porque sólo le diría:
Quédate aquí por siempre. (Una pasión es una pasión).
Tormenta de ideas: No sé por qué extraña razón la película me recuerda a Manolo Vázquez Montalbán. Él siempre estuvo del lado de los perdedores, pero sin presumir. Como Campanella. En su sótano. Exiliado. Si Campanella estrena yo salivo como los perros de Pavlov.