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España España · Madrid
Voto de Pedro:
9
Comedia. Drama. Romance Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No estamos ante una copia del cine de los años 20, tampoco una mera película muda a la antigua usanza, ni siquiera una en blanco y negro del viejo Hollywood. "The Artist" tiene algo de todo esto y más. Porque es un ejercicio fascinante de riesgo dentro del cine moderno. Arriesgado por volver la vista cinematográfica tan atrás en pleno siglo XXI usando esos elementos, incluido el formato de proyección. Fascinante porque lo hace mezclándolo con técnica moderna, composiciones fotográficas y movimientos de cámara y foco precisos -que aunque influidos por maestros del cine clásico, van mucho más allá que el grueso de la primera etapa del cine-, una extraordinaria partitura musical y tecnología de audio de hoy, algunas inclusiones sonoras insertadas con inteligencia en el argumento... Por todo esto, vemos un trabajo que lejos de imitar algo viejo lo que hace es homenajearlo creando un producto francamente original.

Así Michael Hazanavicius realiza un trabajo de autor con esmero, con guiños a Murnau, Griffith, Vidor, Chaplin, Browning o Stroheim, con ecos de Douglas Fairbanks, Gloria Swanson, Joan Crawford, e inspirándose en cierto modo en la relación real entre John Gilbert y Greta Garbo. El guión se nota muy planificado, una historia que se mueve entre el amor y el orgullo, entre la simpatía y la tragedia, entre quienes aman y quienes se resisten a ser amados, al mismo tiempo que nos habla de una época y -con ironía por el propio estilo de la película- de la transición entre formas de hacer cine y lo que eso supuso para muchos profesionales; todo narrado con clase y buen pulso, con fotogramas estudiados al detalle seguramente a partir de un storyboard meticuloso desde con los encuadres hasta con los contrastes de luz y sombra.

Sólo la presencia de Jean Dujardin vale la mitad de la película. Una sonrisa para el elenco cinematográfico junto a la del también homenajeado Gene Kelly o del mismísimo Clark Gable. Los galanes de ayer y de hoy parecen unirse en el cuerpo de este actor que desempeña con expresividad un papel donde gestos, miradas y movimiento corporal deben sustituir completamente a la palabra para comunicar sentimientos. Aunque él es sin duda el alma del reparto, no es el único que logra este propósito, pues además de una pizpireta y sentida Bérénice Bejo, todos sin excepción (desde secundarios hasta extras, e incluso sin olvidar al perro fiel) recrean los personajes que retrotraen a aquellos tiempos.

Con predominio del código de comunicación del cine sin voces, asistiremos a una historia del cine dentro del cine. Algo no inusual sino fuese porque se trata de cine mudo dentro de... ¡cine mudo! Bueno..., o casi mudo. Lo mejor para entender esto es animarse a participar del largometraje de principio a fin, pues incluso tal vez hasta a los más perezosos para ver "antiguallas", esta película les sirva por su peculiar estilo de aliciente a adentrarse en los comienzos del séptimo arte.
Pedro
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