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Voto de Siempreasimetrico:
9
Comedia Dos excelentes estudiantes y grandes amigas, en la víspera de su graduación de su instituto, de repente se dan cuenta de que podrían haberse esforzado algo menos en clase y haberse divertido más. Así que deciden hacer algo al respecto para compensar tanto estudio y tan poca diversión: recuperar los años perdidos en una noche loca. (FILMAFFINITY)
8 de octubre de 2019
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
—Se puede ver esta historia juvenil y disfrutarla, si no se es capaz de ver más allá, porque esta ópera prima encierra algo mucho mayor, un logro conseguido sorprendentemente, con personas que pueblan un instituto—.


Esta película va enfocada al público adolescente y la historia cuenta el día previo a la ceremonia de graduación en el instituto. Las protagonistas son dos chicas cuyo reflejo establecido en pantalla resalta las inquietudes propias de su edad. Los acontecimiento a los que habremos de asistir, si vemos este largometraje serán, el último día de clase y la noche de celebración previa, fiesta incluida, a la mañana siguiente donde se entregaran los títulos.

Un tópico típicamente repugnante, necesario por existente, que sale en la mayoría de películas de adolescentes no se ve representado en esta historia, y me refiero a ese ser maquiavélico que hace de lo perverso un placer, al infringir en los demás un daño que tan solo le sirve para ocultar, en sus adentros, sus propios miedos. Hablo de ese estúpido al que siempre estamos obligados a ver, al típico abusón, al gallito de la banda, al maltratador de vidas ajenas, ese que no sabe hacer otra cosa que fastidiar, a aquel al que le ha echado el ojo. Pues bien, aquí en esta película este “personaje” no tiene cabida, ni la tiene tampoco la camarilla que lo suele acompañar, y esta laguna que parece poco lógica en un cine para jóvenes no es una omisión simplista que sirva como complacencia hacia el público que visualice esta cinta, parece más bien, un recurso desechado por innecesario, ya que la visión que intenta mostrar la directora en esta obra es otra muy diferente, exponer una imagen más real, mas autentica, y mucho más esperanzadora.

Molly y Amy son dos chicas, vulgarmente etiquetadas como empollonas, que no ansían, prejuicios incluidos, socializar con gran parte de los estudiantes a los que consideran que su paso por el instituto no es más que un puro divertimento social. Ellas no se defienden en su estilo de hacer las cosas, ni casi diría siquiera que lo reivindican, sencillamente estan orgullosas de ser como son y ninguna etiqueta que les puedan colgar sus compañeros, les hará cambiar en su forma de caminar por la vida. Pero una vez terminado el instituto, sin el deber de tener que cumplir con la nota, se dan el placer y no el lujo, de asistir a una de esas fiestas multitudinarias de estudiantes, que sirve como colofón final y fin de ciclo estudiantil previo al ingreso en la universidad, donde todos los alumnos se descamisan, en una celebración de locura que habrá de servirles en años futuros como recuerdo de su paso por el instituto. Es aquí cuando el resto de los personajes de importancia adquieren el poder que se les ha encomendado. Al igual que ellas, sus compañeros de centro de estudio, como la vida misma, tiene sus propias complejidades, la diversidad existente es aplastante entre unos y otros, porque la singularidad propia personal los distingue entre sí, cualidades que no son mayores que las de las propias protagonistas. Un vínculo de amistan entre ellas dos, durante el curso, y el resto de estudiantes nunca se ha creado, únicamente comparten, unas y otros, espacio en el centro de enseñanza. Son ellas quienes deciden asistir por iniciativa propia a la fiesta, por primera vez de entre las múltiples celebradas durante todo el curso, y cuando entran por la puerta todas las miradas que recaen sobre las dos empollonas confluyen al unísono en una visión homogénea y común de aceptación, con la frase de —ya era hora—, por bienvenidas, al asistir por fin a una fiesta de compañeros de instituto.


La actriz Olivia Wilde en su estreno como directora de cine realiza con esta ópera prima un ejercicio de tolerancia digno de elogio, al representar en una múltiple diversidad de género la aceptación del prójimo sea cual sea su forma de ser o de comportarse, haciéndolo con naturalidad y sin esfuerzo. Una defensa en favor de la diversidad que habrá de imponerse algún día en todos los estamentos sociales, si se empieza, como se establece en esta representación, a realizarse desde las jovenes y ahora nuevas generaciones.


Una escena a destacar, sin la menor duda, fruto de una inteligente dirección, es la del repartidor de pizzas. La actitud que toma el pizzero en el auto cuando es abordado por las protagonistas, francamente es sensacional, es de un comportamiento tan autentico que sinceramente no tiene precio. Una clara advertencia en tono de comedia de que el valor que atesora la ingenua juventud no está exenta de peligros (puesto que se han omitido algunos "personajes").
Siempreasimetrico
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