Analicemos las adaptaciones de videojuegos. Lo primero; no se respetan. Los creadores venden al mejor postor o se la encasquetan al primero que dice ser conocedor del juego, aunque no sea así.
Más aun, se está vendiendo buen material y se está tirando directamente por el retrete. ¿Por qué?. Porque el juego no es visto como un arte, sino como un mero entretenimiento y no se les pasa por la cabeza equipararlo a un libro.
En este punto se acumulan los despropósitos y la chapuza.
Cuando hablamos del Resident Evil de Mikami, no estamos hablando del Padrino de Puzo y sabemos que el director no va a ser Coppola. Pero de ahí, a dar una patada en los cojones a los seguidores, hay un trecho.

Vamos a la raíz del problema, la fidelidad. Básicamente todas las adaptaciones (la de esta crítica se puede salvar), se han pasado por los mismísimos este aspecto. Si le pones el nombre del juego, se consecuente y aunque te tomes ciertas licencias, mantén la estructura.
Pero el problema es que a alguien se le ocurrió pensar que quizás era mejor cambiar el argumento, historia y personajes, para que el jugador no se topase con lo mismo. ¡Muy mal pensado!.
Los espectadores que no lo jugaron quieren ver exactamente eso y los jugadores se sentirán satisfechos al ver aquello que les entusiasmó. Aquí radica el problema.
La solución (ya es tarde), es no venderse. El todo por la pasta no debería valer si apreciaran lo que crearon, mas que llenarse los bolsillos. No dar libertad a gente sin talento (o vergüenza) y controlar el proyecto en primera línea.

Mucha gente carga las tintas contra el doctor Boll, pero su sentido del humor le salva.
De Alone in the dark puedes decir que se monta paranoias de cuidado, flipadas de acción, situaciones de risa, pero si el protagonista se llama Edward Carnby, se llama Edward Carnby. Aunque Boll solo jugó al New Nightmare, me vale. Es mala, pero esto lo respeta.

Finalmente aquí llegamos a Silent Hill, que es una rara avis dentro de este tipo de adaptaciones.
No respeta el argumento estrictamente dicho. Pero respeta la estructura.
No respeta los personajes protagonistas. Pero da profundidad al carácter de estos.
Y sobre todo, Gans realmente muestra un aprecio hacia este proyecto. Ya quedó demostrado con El pacto de los lobos, que es un berenjenal, pero con guiños constantes.
Otro punto positivo es Radha Mitchell, que consigue alejarse de otras heroínas que van haciendo flipadas, ofreciendo una actuación seria y contenida.
Y lo que definitivamente hace de esta película que esté a años luz de otras, es la ambientación y los escenarios, plasmados tal y como debe ser.
Da gusto para un seguidor de la saga, encontrarse esos lugares con una buena coartada detrás. Y sobre todo asistir a ese cambio del "otro mundo" desde el momento en el que se empieza a oír la sirena. Por no hablar de la aparición de Cabeza pirámide. Respeta el espíritu del juego.
Una notable adaptación.