Como amante de las películas del período y fan de Joan Pera debo confesar que esperaba con ilusión ver el film. La premisa era interesante. Un cura que se esconde de la revolución y un miliciano que se esconde después de los hechos de mayo coincidiendo en el mismo escondrijo. Pero la película empieza y no es más que el enésimo film maniqueo que relata con gran parcialidad los hechos, dibujando el personaje grotesco, macabro y violento del miliciano frente al bondadoso y santo cura. No es más que una revisión propagandística de los hechos que persigue demonizar los milicianos que resistieron a los militares levantados, exagerando la faceta de la represión contra los derechistas en la retaguardia y borrando todo lo demás. Los curas, los aristócratas y burgueses de la película son bondadosos, simpáticos amables, pobres victimas de la barbarie roja. No sorprende la visión absolutamente sesgada ni la intencionalidad política de la película en ver cual es el autor, profesor vinculado a la privada, elitista y cristiana universidad Ramon Llull.