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Voto de Dali:
6

Voto de Dali:
6
6.4
27,282
Bélico. Acción. Thriller
En 2003, durante la ocupación de Bagdad por tropas estadounidenses, al oficial Roy Miller (Matt Damon) y a su equipo les encargan la misión de buscar armas de destrucción masiva. Registran escondite tras escondite, a cual más peligroso, pero en vez de letales agentes químicos, descubren un elaborado plan que cambia el rumbo de su misión. Rodeado de agentes con objetivos contradictorios, Miller intenta averiguar la verdad a partir de una ... [+]
20 de marzo de 2010
20 de marzo de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta pregunta, "¿dónde están las armas de destrucción masiva (ADM, o WMD en el original) de Iraq?", es a la que se pretende responder en esta película.
Mucho más verosímil y ambiciosa que la anterior experiencia del tándem Greengrass-Damon (las dos secuentas hasta la fecha de la saga de Jason Bourne, dado que la primera no es suya), pero, lamentablemente, con la misma firma de la casa: Esa modernez insoportable de mover la cámara como si el operador de la misma estuviera aquejado de un mal de Parkinson terminal que, en mi modesta opinión, no esconde más que una completa ineptitud para coreografiar escenas de acción, presuntamente suplida por el patético y repulsivo recurso de menear mucho la imagen para que parezca que suceden muchas cosas y muy rápido. No sólo no cuela, si no que molesta muchísimo; sobre todo en una cinta que, se supone, es un thriller político con un mínimo de contenido, que queda diluido entre tanto aspaviento enervante y sin sentido.
Afortunadamente, la trama entretiene (aunque, tratando de lo que trata, su desarrollo sea bastante previsible, claro) y, desde una butaca prudentemente alejada, el resultado no marea en exceso, pero este señor, como tantos otros de ahora, tiene todavía mucho que madurar y que aprender.
Mucho más verosímil y ambiciosa que la anterior experiencia del tándem Greengrass-Damon (las dos secuentas hasta la fecha de la saga de Jason Bourne, dado que la primera no es suya), pero, lamentablemente, con la misma firma de la casa: Esa modernez insoportable de mover la cámara como si el operador de la misma estuviera aquejado de un mal de Parkinson terminal que, en mi modesta opinión, no esconde más que una completa ineptitud para coreografiar escenas de acción, presuntamente suplida por el patético y repulsivo recurso de menear mucho la imagen para que parezca que suceden muchas cosas y muy rápido. No sólo no cuela, si no que molesta muchísimo; sobre todo en una cinta que, se supone, es un thriller político con un mínimo de contenido, que queda diluido entre tanto aspaviento enervante y sin sentido.
Afortunadamente, la trama entretiene (aunque, tratando de lo que trata, su desarrollo sea bastante previsible, claro) y, desde una butaca prudentemente alejada, el resultado no marea en exceso, pero este señor, como tantos otros de ahora, tiene todavía mucho que madurar y que aprender.