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España España · Madrid
Voto de jokinr:
1
Comedia Una banda de cuatro auténticos elementos, compuesta por Facundo (Fernando Esteso), un mujeriego dispuesto a abandonar hogar, trabajo y pareja para largarse con su querida; Aniceto, otro golfo a punto de ser padre que comparte los angustiosos momentos del preparto de su amante (Paloma Hurtado) con amorosos flirteos con la vecina mientras descuida a su verdadera esposa; Pedro, un mecánico tuerto (Antonio Ozores), aburrido de tanta grasa ... [+]
13 de mayo de 2015
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de síntomas de decadencia en una carrera tan peculiarmente descendente como la de Mariano Ozores es como mentar el alzéimer terminal en la casa del tetrapléjico. Aun así, a pesar de lo alicorto de las aspiraciones estéticas de don Mariano, podemos sostener, aun temiendo censuras de parte de los puristas de la lengua castellana, que el término más adecuado para calificar la chapuza cinematográfica que es “¡Todos al suelo!” no puede ser otro que el de decadente. Desde que dirigiera aquella sorprendente y recomendable “La hora incógnita” la trayectoria del benjamín del trío de los Ozores ha sido una constante, paulatina e imparable cuesta abajo, cierto que con perfil de sierra en ocasiones, la cual terminó sesteando en algunos títulos rodados en vídeo, nunca estrenados en sala grande, más dignos de un chimpancé aficionado a rodar películas en cine-exin, que de un artesano más o menos modesto, que es lo que se puede decir, sin ánimo de ofender a otros artesanos más o menos modestos, de don Mariano. Este “Todos al suelo” constituye uno de los antecedentes más claros de esa última etapa del cineasta en la que ya no se podía distinguir entre sus cintas (presupuesto manda) más que subproductos cercanos a las películas de bodas y comuniones de las ‘productoras’ de barrio semichabolista, con unos guiones que parecían escritos con el ánimo del que sabe que la historia no vale más que el papel en el que está escrita y con un rodaje llevado a cabo con el desinterés del que quiere acabar cuanto antes semejante engendro para cobrar lo que le deben lo más rápidamente posible y poder pagar así las facturas que se acumulan sobre el recibidor del pasillo de entrada.
En fin, a pesar del entusiasmo y fidelidad que muestran los friquis de turno por don Mariano, deponga lo que deponga, a esta película no hay quien la salve nadie que tenga un mínimo de ecuanimidad por muy buena voluntad y benevolencia que se ponga.
jokinr
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