El tratamiento y el homenaje que Emilio Aragón dedica al mundo del espectáculo es digno de mención, así como la participación de algunos actores (me sorprendió positivamente Diego Martín). Pero por encima de todo, esos dos monstruos de la interpretación como son Lluís Homar (está inmenso) y, por supuesto, Imanol Arias, en una actuación digna de premios. ¡Qué bien se le dan estos papeles al jodido!

Por otro lado, Carmen Machi haciendo de la omnipresente Aída y con sus números musicales le restan muchos puntos a la película. Da grima oírla y verla como una estrella del momento. El niño, el tal Roger Príncep, está diseñado para dar lástima (como en todos sus papeles), lo que provoca mi absoluto rechazo. Es cargante y absorbe gran parte de la película.

El homenaje a Miliki está bien, pero algo forzado y demasiado extenso. Quizá acabando con la escena del tren quedaría todo mejor.