La idea podría haber sido buena, y mira que no soy fan del director. Pero le ha pasado lo de siempre. El quiero y no puedo, o el quiero y no me dejan.

Basta ya de bichos, por Dios. Que hay veces que no proceden. Aunque este, es hasta simpático. Pero, yo me pregunto: ¿cuál será el siguiente?

Pero, Del Toro viene, y en un intento de romper con su estética habitual se lanza a un - intento de - fabula romance con toques negros, y por el medio me encuentro con un batiburrillo de politiqueo bastante flojo de, cómo no, rusos y americanos, así como otro montón de clichés que macho, no caben todos juntos ni con calzador.
En qué quedamos, Guillermo, en qué quedamos. Porque, tirando de refranero, o teta o sopa.

Que oye, muda y bicho-de-vete-tú-a-saber-dónde cumplen, más o menos. Pero el resto de la cinta queda suelta, floja, plana. La idea me parece buena, insisto, pero creo que se ha intentado profundizar demasiado por donde la historia no dejaba. Y bastante da de sí siendo una fábula. Tanto como para 119 minutos, ahí es nada.

Porque claro, es que nos hemos metido demasiado sin meternos.
Me explico: Política muy mediocremente trabajada, porque ambos bandos están ahí por estar. Un ser de procedencia bastante inconexa. Una historia de amor que aunque entrañable, está cogida por alfileres y es bastante zoofílica. Gato decapitado. Un artista homosexual al borde de la hambruna. Racismo. Y de repente... ¡pero qué me dices, parte musical!

Dicho esto, es bastante más de lo que esperaba, y tiene mayor calidad que otras cintas que han recibido muchísimo más bombo y platillo en salas y que son un auténtico desastre, sí bien La Forma del Agua se pegó el batacazo padre en el estreno. Al menos, tiene ratejos entretenidos. El anfibio me ha caído bien, para qué mentir.

Pero hemos aprendido una valiosa lección: si te encuentras un bicho y no sabes qué come, tú dale huevos cocidos. Y ya verás qué fiesta nos montamos.