El veterano director Clint Eastwood, a sus 94 años, nos ofrece lo que posiblemente sea su última película. Aunque en ciertos aspectos recuerda a 12 hombres sin piedad (1957), dirigida por Sidney Lumet, no se trata de un remake ni de una nueva adaptación, sino de una historia con un guion diferente y narrada desde otra perspectiva. Aun así, el director parece rendir homenaje a la película clásica con dos escenas que evocan claramente a la original.

La trama, centrada en un crimen y un juicio con 12 jurados, resulta prometedora. Sin embargo, más allá de la propuesta, el verdadero atractivo radicaba en la expectativa de ver a Eastwood dirigir a su avanzada edad. Lamentablemente, no se encuentra entre sus mejores películas. Aunque está bien dirigida y cuenta con las sólidas interpretaciones de Nicholas Hoult, J.K. Simmons y Toni Collette, el argumento se percibe demasiado sencillo y pierde fuerza a medida que avanza, especialmente a lo largo de los 120 minutos.

El final y la conclusión de la película han resultado decepcionantes para mí. Sin embargo, Clint Eastwood siempre será Clint Eastwood, un maestro del cine cuya sola presencia detrás de las cámaras merece reconocimiento.