No hay modo de creerse a estos personajes absolutamente artificiales metidos a saco en una historia inverosímil. Excepto el personaje de Kevin Spacey, todo lo demás es morralla mareando la perdiz en un barullo con ínfulas de renovar el cine negro. Hace 17 años era un intento sorprendente, aunque plomizo. Hoy sólo queda lo plomizo.

Entre la película de aventuras y el toque negro del policiaco con carga psicológica, Sospechosos habituales tira demasiado de la ambición de ser trascendente, de tal manera que yendo de lugar común en lugar común riza el rizo en desesperada búsqueda de originalidad. Así, actores excelentes como Gabriel Byrne y Chazz Palminteri no hacen más que poner caras ajenas a personajes de cuerpo y alma: pura fachada en un director que luego adquirió justa experiencia en el género de aventuras realizando una estupenda novela de Stephen King, Verano de corrupción, y obras emocionantes y divertidas como X-Men y X-Men 2