Esta secuela se diferencia de la primera película en que es más desmadrada y absurda, lo que pueden ser puntos negativos (y que lo son). De todas formas la película tiene su gracia y hay algunas escenas bastante buenas con las que te ríes mucho, sobre todo por la culpa de Rob Schneider, que tiene todo el arte, además de por las cosas peculiares que aparecen en el film (como la universidad de gigolós entre otras cosas...). Como ya he dicho, es más absurda que la primera pero hay algo que contrarresta ésto. Y es que esta peli tiene un toque de suspense por el tema de que los gigolós de Ámsterdam están siendo asesinados y hay que descubrir al culpable ya que Hicks es sospechoso de los crímenes. No llega a la altura de la primera pero de todas formas se puede pasar un buen rato y echar unas risas viéndola.