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Voto de Luis Arteaga:
10
Drama Un hombre camina por el desierto de Texas sin recordar quién es. Su hermano lo busca e intenta que recuerde cómo era su vida cuatro años antes, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. A medida que va recuperando la memoria y se relaciona con personas de su pasado, se plantea la necesidad de rehacer su vida. (FILMAFFINITY)
13 de abril de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un mundo donde la sobreexcitación de los sentidos está la orden del día, cada vez queda menos espacio para la sorpresa y la emoción espontánea. En el terreno del cine y la ficción televisiva, la llegada de las plataformas de exhibición online ha disparado ese efecto de insensibilización, pero a la vez ha puesto a nuestro alcance un catálogo inabarcable de posibilidades. Sea como sea, cada cierto tiempo se cruza en mi vida una de esas películas que consiguen atravesarme por completo. Una de esas obras que te dejará pensando durante días o tal vez semanas. Que te abre puertas y ventanas a entender y explicar ciertas cosas; de ti y de los demás, de la condición humana en general. Sin duda, “París, Texas” es una de esas películas.

Desde un arranque lleno de misterio, Win Wenders narra con maestría la evolución de unos personajes de los que vamos conociendo información a cuenta gotas, encariñándonos poco a poco con todos ellos. Y es que en el maravilloso guion que firma Sam Seppard cualquier mínimo detalle cuenta y hace avanzar esta apasionante historia. Un magnetismo que también enaltece la imagen, con una de las mejores fotografías que recuerdo haber visto en mi experiencia cinematográfica. A cargo de Robby Müller, se mezclan paisajes desérticos con el neón y la noche más americana. Iluminando cada plano al borde del realismo, su fotografía nunca deja de parecer natural, en clara oposición a toda esa explosión de colorines digitales con las que se aderezan actualmente muchas películas. Müller en cambio nos transporta a un universo que perfectamente podría haber pintado Edward Hopper, con un sentido de la armonía y el color abrumadores. Por su parte, la banda sonora tampoco deja a nadie indiferente. Desde el maravilloso tratamiento acústico de los espacios, con esa casa al lado del aeropuerto, los largos silencios o la voz distorsionada de las cabinas del peep-show, hasta la música de las desgarradoras cuerdas de Ry Cooder, que terminarían por convertirse en uno de los símbolos más reconocibles de esta obra maestra.

Otro estandarte es sin duda Harry Dean Stanton, quien ofrece aquí su mejor cara bordando un papel antológico. Valga como homenaje a este personaje “Lucky”, esa obra actual que sería la última interpretación del maltrecho Stanton en vida y que evidencia una inspiración absoluta en Travis, protagonista de “Paris, Texas”. A través de su figura nos adentramos en esta road movie que, fiel a su género, cuenta la historia de un descubrimiento. La redención de un hombre que a medida que avanza la cinta va recordando cómo llegó a vagar por el desierto texano durante cuatro años, tras abandonar a su mujer y a su hijo. Escoltado de su paciente hermano, su cariñosa cuñada y un hijo dotado de una madurez fuera de lo común, Travis emprende el camino de la expiación de sus pecados en busca de Jane (Nastassja Kinski).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis Arteaga
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