Debo confesar que desde el año 2011 con la oscarizada "Nader y Simin, una separación" sigo al director Asghar Farhadi con deleite y fidelidad. Nunca me ha defraudado su mirada elaborada a partir de personajes complejos pero no rebuscados, humildes y creíbles, contradictorios y al mismo tiempo honestos.

Rahim está en prisión a causa de una deuda no satisfecha. Mientras se encuentra de permiso durante dos días intentará convencer a su acreedor para que confíe en su palabra y aval de la familia y poder pagar la deuda a plazos. Un hecho inesperado hará que todo se precipite de forma acelerada

Nuestro protagonista es una persona muy humilde, la cual sin buscarlo, se encuentra en una situación extraña que, aunque debe contextualizarse dentro de una teocracia como es Irán, le aboca a tener que tomar decisiones trascendentes y cargadas de unos dilemas universales entre lo conveniente o lo justo, entre decir la verdad o continuar con una pequeña mentira "piadosa", entre plegarse a las corruptelas de algunas autoridades o mantener la firmeza hasta el final. Disyuntivas y dudas que, salvando las distancias culturales y de necesidades para pasar la censura del país, se plantean de una forma profunda, humana y con una sensibilidad que desprende una natural veracidad muy difícil de conseguir en cine.

Aunque pueda parecernos problemáticas muy distantes todo lo que se plantea dentro de la película es de una actualidad bastante interesante. Desde una rígida hipocresía social, los excesos de los funcionarios, la necesidad de la apariencia positiva y exagerada hasta la influencia sobredimensionada de unas redes sociales y medios de comunicación omnipresentes.

Una muy buena propuesta de cine lleno de matices donde no son necesarias situaciones binarias ni heroicas para plantearnos un amplio espectro de dilemas morales de una humanidad incuestionable. (8)
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