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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
4
Terror. Intriga La joven Frankie Paige (Patricia Arquette) empieza a mostrar misteriosos estigmas tras enviarle su madre desde Brasil un crucifijo. Para que se ocupe del asunto, el Vaticano envía al padre Andrew Kiernan (Gabriel Byrne), un sacerdote experto en investigar milagros y que ya había analizado en Brasil el caso de una imagen religiosa que llora lágrimas de sangre. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que están construidas alrededor de temas peliagudos, de esos que siempre dan que hablar. Stigmata es una de ellas, aunque lo cierto es que más allá de su mensaje, no aporta demasiado.

Rupert Wainwright hace un trabajo horrendo. De primeras, se equivoca con la cámara, haciendo movimientos de los más absurdos que he visto en mi vida, intentando crear una sensación de confusión que lo que hace es marear al espectador, ya que la confusión ni aparece ni es necesaria. Wainwright, además, se empeña en dotar a la película de un "estilo videoclip" totalmente absurdo, por mucho que se ampare en una banda sonora muy mítica. El hecho es que la música y las imágenes no casan en absoluto y, yendo más allá, diría que se repelen. El planteamiento de la película es interesante, pero todo va perdiendo fuelle cuando uno se da cuenta de que, llegada la media hora, ya no hay lugar para la sorpresa y que lo que queda de metraje va a oler a refrito de otras películas similares pero infinitamente mejores (el caso más evidente es El exorcista, aunque tiene partes de El cuervo o de Rosemary's Baby, por ejemplo).

Patricia Arquette y Gabriel Byrne no mejoran demasiado lo que hay en la película. Si bien es cierto que Byrne es un actor como la copa de un pino, también lo es que aquí está desacertado. La pésima construcción de ambos personajes es una pesada losa que no son capaces de levantar, aunque el actor consigue aguantar el tirón en según qué momentos. Con Patricia Arquette no sucede lo mismo y se ve totalmente desbordada por su papel, que no tiene sentido alguno al estar construído con trozos de personalidades muy extremas (la niña, la valiente, la alocada y la sensata) que chocan entre sí constantemente. Además, la dirección de actores de Rupert Wainwright es lamentable, haciendo que sonrían en momentos en los que nadie lo entiende o queriendo que exista química entre los protagonistas recurriendo a palabras sin sentido metidas con calzador en conversaciones en las que sobran la mitad de los teatreros gestos de Byrne y Arquette.

Resumiendo, que es gerundio: Stigmata es otra de tantas películas desaprovechadas en las que hay un buen planteamiento y nada más. Eso es algo que me jode muchísimo, ya que todos los seres humanos tenemos alguna que otra idea interesante, pero para hacer una película no puede quedarse todo en una simple premisa, por mucho que intenten vendernos que el relleno es parte importante. No cuela.
Grijander
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