Esperadísima adaptación de Los pitufos al cine de nuestros días, con el 3D y castañas de esas, que decepciona desde el primer hasta el último minuto. Aburrida, sosa, torpe y, en ocasiones, vergonzosa.

Raja Gosnell es un experto en dirigir malas películas, aunque debo reconocer que yo disfruté con Scooby Doo y con Un chihuahua en Beverly Hills. El tema es que el hombre, en el caso de Scooby Doo, contaba con un guion bastante cercano a la serie original, pero en este caso tiene que contar una historia que no solo está lejos de la famosa serie de animación, sino que además convierte a sus personajes en payasos andantes sin ningún sentido de la lógica. El caso más doloroso es el de Gargamel, que además de ver cómo su torpeza se multiplica por mil, cuenta con una caracterización absolutamente lamentable, digna de película de serie B o de disfraz casero de carnaval. Si bien los pitufos resultan atractivos por su llamativo colorido, su inclusión en pantalla es tosca, en un plano diferente al de los personajes de carne y hueso.

Neil Patrick Harris y Jayma Mays salvan su apartado en la película con nota. El primero ya está cansado de repetir en pantalla que es un gran actor y, en Los pitufos, vuelve a hacerlo luchando contra el despropósito total que le rodea. Jayma Mays está a un nivel parejo al del actor y además conectan bien en pantalla. Sofía Vergara pasea modelitos y cuerpo por pantalla y poco más, sinceramente.

Resumiendo, que es gerundio: decepcionante adaptación de una de las series más conocidas de dibujos de todos los tiempos. Mal dirigida, con una trama absurda y con un guion lleno de agujeros, cuenta además con un estilo visual un tanto incómodo y con la carga añadida de no conseguir hacer atractivos a esos pequeños seres. Pero como ha dado pasta, pues ya se está cociendo la secuela...