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Voto de berenice:
6
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6
6.9
1,331
30 de diciembre de 2012
30 de diciembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una esquina del cuadrilátero, una puta virginal. La acompaña una madre amantísima y madama de burdel. Tenemos también a un fatuo que sufre arrobamientos románticos. Y, por fin, un vampiro que vampiriza los fuegos de chimenea y las lluvias parisinas. No son arquetipos tomados de aquí o allá, al revés, dan molde por si alguien se atreve a imitarlos, (no creo). En su vertiente humana, diremos que están soberbios como Maria Casarés, Paul Bernard,(no estoy de acuerdo con la magnífica crítica de Quim Casals, su interpretación es de antología, bajo un punto de vista bressoniano, naturalmente); y, sobre todo, la verdaderamente perturbadora Elina Labourdette, que enseña unas piernas lujuriosas subiéndose unas medias, (hasta un bressoniano convencido se habrá dado cuenta de que ahí, todavía, no había que fundir a negro). Dirigiendo actrices, aunque sea a su manera, Bresson convence.
Pasa el film por ser "convencional", antes de que su director se lanzara a las pickpocketadas que yo tengo olvidadas con los años, pero que tan aburridas me parecían. Las revisitaré, a ver si encuentro eso de la pureza fílmica y tal, pero me da miedo.
Y luego, sí, esas cosas de estilo que parecen Bresson: silencios, esquematismo, austeridad máxima, (¿será un cineasta de derechas?), un requete -estilismo intelectualoide, distanciamiento de las emociones hasta meterlas en la nevera, algunos planos bellísimos y esa sensación, en todo momento, de estar a un millón de kilómetros de Hollywood. No digo que no sea interesante. Pero estoy seguro de que todos esos que puntúan con un diez no se llevarían a Bresson a una isla desierta si tuvieran que salvar algunos muebles fílmicos.
PD: No sé cómo los bressonianos le perdonan la debilidad de que haya tantas lágrimas. Aunque sean de cocodrilo, quitan distanciamiento, habría que haber fundido a negro un poco antes.
Pasa el film por ser "convencional", antes de que su director se lanzara a las pickpocketadas que yo tengo olvidadas con los años, pero que tan aburridas me parecían. Las revisitaré, a ver si encuentro eso de la pureza fílmica y tal, pero me da miedo.
Y luego, sí, esas cosas de estilo que parecen Bresson: silencios, esquematismo, austeridad máxima, (¿será un cineasta de derechas?), un requete -estilismo intelectualoide, distanciamiento de las emociones hasta meterlas en la nevera, algunos planos bellísimos y esa sensación, en todo momento, de estar a un millón de kilómetros de Hollywood. No digo que no sea interesante. Pero estoy seguro de que todos esos que puntúan con un diez no se llevarían a Bresson a una isla desierta si tuvieran que salvar algunos muebles fílmicos.
PD: No sé cómo los bressonianos le perdonan la debilidad de que haya tantas lágrimas. Aunque sean de cocodrilo, quitan distanciamiento, habría que haber fundido a negro un poco antes.