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Voto de Zackyto:
8
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8.0
20,323
Drama
Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes. Durante el juicio se reflejarán todo tipo de emociones y pasiones, desde los celos a la rabia. Uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2025
5 de enero de 2025
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Este clásico del cine judicial es, sin duda, una obra maestra del género, que eleva el drama de un juicio a una reflexión profunda sobre la verdad, la justicia y la naturaleza humana. Bajo una narrativa aparentemente sobria y meticulosa, se despliega un guion que desentraña cómo las emociones, la moralidad y la manipulación convergen en el sistema legal. Aquí, no importa tanto lo que ocurrió, sino lo que se puede argumentar, lo que convierte cada intercambio en un duelo intelectual apasionante.
La historia sigue a un abogado que, con mezcla de idealismo y pragmatismo, se enfrenta a un caso tan complejo como los dilemas éticos que lo rodean. Su astucia y humanidad se contraponen a un entorno donde las apariencias pesan tanto como las pruebas. Las actuaciones son brillantes, con personajes que encarnan distintas facetas de la ética y el poder, enriqueciendo cada enfrentamiento verbal y haciendo que la tensión traspase la pantalla.
La dirección, equilibrada y precisa, transforma la austeridad visual de la sala de juicios en un escenario cargado de intensidad, donde cada palabra adquiere un peso monumental. La música, sorprendentemente sofisticada, añade una dimensión emocional que intensifica la experiencia, sin desviar la atención del conflicto central.
No solo es una lección de cine, sino también una obra que plantea preguntas universales sobre los límites de la verdad y la subjetividad de la justicia. Una cumbre del género que, décadas después, sigue siendo un referente insuperable.
La historia sigue a un abogado que, con mezcla de idealismo y pragmatismo, se enfrenta a un caso tan complejo como los dilemas éticos que lo rodean. Su astucia y humanidad se contraponen a un entorno donde las apariencias pesan tanto como las pruebas. Las actuaciones son brillantes, con personajes que encarnan distintas facetas de la ética y el poder, enriqueciendo cada enfrentamiento verbal y haciendo que la tensión traspase la pantalla.
La dirección, equilibrada y precisa, transforma la austeridad visual de la sala de juicios en un escenario cargado de intensidad, donde cada palabra adquiere un peso monumental. La música, sorprendentemente sofisticada, añade una dimensión emocional que intensifica la experiencia, sin desviar la atención del conflicto central.
No solo es una lección de cine, sino también una obra que plantea preguntas universales sobre los límites de la verdad y la subjetividad de la justicia. Una cumbre del género que, décadas después, sigue siendo un referente insuperable.