El crimen de una joven blanca y rica, es la excusa para retratarnos la Sudáfrica actual, llena de contradicciones, desigualdades y heridas abiertas.
La película es interesante, pero demasiado larga, cuesta empatizar con los protagonistas, sobre todo con el personaje de Orlando Bloom.
Lo mejor es el certero ojo del director para captar el ambiente del país, sus diferentes clases sociales, etc, también de que hay cuestiones que están demasiado frescas para esperar una verdadera reconciliación y perdón, quizás dentro de 1 o 2 generaciones sea posible, pero no en el corto plazo.
Lo peor, la historia llega a hacerse un poco confusa, y se suceden tantas muertes que ya un poco al décimo cadáver, medio que te importa nada cuál vive y cuál muere.