Una de las películas más atípicas de Craven, empezando porque el 90 % de la misma transcurre en Haití, en general sus películas siempre se localizan dentro de Estados Unidos, también el tema político, casi nunca retratado en su cine, acá toma un peso muy importante en la trama, tanto que el villano principal es un ministros y torturador del régimen dictatorial, y trata de tocar el tema con altura, hasta que en los últimos 15 minutos se desborda y se entrega al espectáculo y la exageración ochentera, que se siente impuesta, extraña en una película que va por otro lado y que según leí se basa en un libro de supuesta investigación científica, no en una novela, por lo que presumo que la última parte fue una concesión a la ficción para darle buen clímax a la misma.
Otra novedad yace en el hecho de que es una de las pocas veces que desde La noche de los muertos vivos, los zombies no son mostrados como bestias que comen cerebros, sino como personas hechizadas o drogadas, que no son dueñas de sus actos.