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Voto de Daniel Reigosa:
9
7.6
32,809
Drama
Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 2012 ha sido, sin duda, el año del director austríaco Michael Haneke. Si hace más de tres años logró que todos habláramos de él gracias a su magnífico film “La Cinta Blanca”, desde mediados del año pasado con su nuevo largometraje “Amour”, está arrasando allá por donde pasa. Primero se llevó la Palma de Oro en Cannes, después se llevó cuatro European Film Awards y, recientemente, ha conseguido nominaciones para los Globos de Oro, BAFTA y Oscars.
Haneke nos tiene acostumbrados en sus películas a sacar lo peor del ser humano, a indagar sobre la maldad bien de una forma directa (Fanny Games), o bien de una manera más sutil (La Cinta Blanca). Personalidades complejas disfrazadas de aparente normalidad, perversiones retorcidas dentro de paraísos personales construidos en base a cánones convencionales (Caché), todas tienen cabida dentro del mundo Haneke. Sin embargo en esta película cambia el registro -mimetizándose por momentos con el maestro sueco Ingmar Bergman-, para mostrar un concepto totalmente contrario, como es el amor, pero desde su vertiente más dolorosa e incómoda.
Estamos acostumbrados a ver el amor en sus primeras fases, en su versión más edulcorada, llena de facilidades y de falsas trampas. Haneke nos muestra el amor en los últimos momentos, cuando más escasea, en los momentos más complicados, los que definen de verdad ese sentimiento. El director austríaco abandona la sutileza y complejidad características de sus películas para dar paso a una película dura, real y sin ninguna trampa para el espectador. La dureza es tal que se hacen necesarios momentos para coger aire ante una nueva embestida. Haneke desnuda a su película desde el minuto uno, eliminando los falsos sentimentalismos y los posibles cambios de guión, adelantando un final tremendamente trágico. Así, lo único que le queda al espectador tras la primera escena, es acompañar a los dos simpáticos personajes hasta ese final.
Haneke nos tiene acostumbrados en sus películas a sacar lo peor del ser humano, a indagar sobre la maldad bien de una forma directa (Fanny Games), o bien de una manera más sutil (La Cinta Blanca). Personalidades complejas disfrazadas de aparente normalidad, perversiones retorcidas dentro de paraísos personales construidos en base a cánones convencionales (Caché), todas tienen cabida dentro del mundo Haneke. Sin embargo en esta película cambia el registro -mimetizándose por momentos con el maestro sueco Ingmar Bergman-, para mostrar un concepto totalmente contrario, como es el amor, pero desde su vertiente más dolorosa e incómoda.
Estamos acostumbrados a ver el amor en sus primeras fases, en su versión más edulcorada, llena de facilidades y de falsas trampas. Haneke nos muestra el amor en los últimos momentos, cuando más escasea, en los momentos más complicados, los que definen de verdad ese sentimiento. El director austríaco abandona la sutileza y complejidad características de sus películas para dar paso a una película dura, real y sin ninguna trampa para el espectador. La dureza es tal que se hacen necesarios momentos para coger aire ante una nueva embestida. Haneke desnuda a su película desde el minuto uno, eliminando los falsos sentimentalismos y los posibles cambios de guión, adelantando un final tremendamente trágico. Así, lo único que le queda al espectador tras la primera escena, es acompañar a los dos simpáticos personajes hasta ese final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película narra la convivencia tranquila de un matrimonio anciano, Georges y Anne (Jean Louis Trintignant y Emmanuelle Riva), exprofesores de música, cultos, y con una vida, aparentemente, plena y feliz en un buen barrio de París. Un día Anne tiene un ataque cerebrovascular que le deja el lado derecho del cuerpo paralizado, con lo que Georges dejará todo por ayudar y cuidar a su esposa, mientras que su hija, también música, tomará una posición más cómoda en el conflicto.
Los dos actores están soberbios, resulta imposible imaginar alguien con mayor química e implicación en el proyecto que esta pareja de excelentes actores. Escenas extremadamente complicadas, con planos secuencia cercanos a los 10 minutos (varios de ellos totalmente impactantes). Los cambios de plano son estrictamente los mínimos y necesarios, con la cámara situada a la altura de los ojos, bien del espectador o bien del actor en cuestión, traspasando al espectador la sensación de ser un invitado o de estar participando de la acción.
Dos detalles me han llamado mucho la atención, el uso de la música y el agua. La película está carente de banda sonora que acompañe a las imágenes, contrastando con los personajes que se han dedicado a ella toda su vida y reforzando la idea de sensación de pérdida y nostalgia. La música sólo suena en directo con la imagen, bien sea en un concierto, cuando se pone un CD o cuando alguien toca el piano. Creo que el uso de la música en esta película es un grandísimo acierto. En cuanto al agua, gracias a ella entendemos mucho mejor las imágenes, bien sea através de un grifo corriendo, la lluvia (que nos advierte de que existe un mundo fuera de las paredes de la casa), por medido de un botellín por el que tiene que beber Anne o el agua de la ducha que baña a la indefensa mujer. El agua está en constante sintonía con la película y la simple figura de un grifo en la cocina cobra un protagonismo exagerado y necesario.
Película desgarradora, que bebe del último cine de Bergman y reflexiona sobre ciertas cuestiones que involucran no solamente al enfermo. Haneke expone el amor en todas sus expresiones sin trampas, falsos romanticismos y con una crudeza tal, que duele. Igual peca un poco de hurgar demasiado en la herida, no por lo explícito (que es necesario) sino por la duración de la fase terminal (aunque no llega a recrearse en exceso), si es que algo se le puede reprochar a este estupendo largometraje. Haneke nos golpea duramente con una película que no te deja indiferente y que rondará mi retina durante mucho, mucho tiempo.
http://momentovosp.blogspot.com
Nota VOSP: 8,6 / 10
Los dos actores están soberbios, resulta imposible imaginar alguien con mayor química e implicación en el proyecto que esta pareja de excelentes actores. Escenas extremadamente complicadas, con planos secuencia cercanos a los 10 minutos (varios de ellos totalmente impactantes). Los cambios de plano son estrictamente los mínimos y necesarios, con la cámara situada a la altura de los ojos, bien del espectador o bien del actor en cuestión, traspasando al espectador la sensación de ser un invitado o de estar participando de la acción.
Dos detalles me han llamado mucho la atención, el uso de la música y el agua. La película está carente de banda sonora que acompañe a las imágenes, contrastando con los personajes que se han dedicado a ella toda su vida y reforzando la idea de sensación de pérdida y nostalgia. La música sólo suena en directo con la imagen, bien sea en un concierto, cuando se pone un CD o cuando alguien toca el piano. Creo que el uso de la música en esta película es un grandísimo acierto. En cuanto al agua, gracias a ella entendemos mucho mejor las imágenes, bien sea através de un grifo corriendo, la lluvia (que nos advierte de que existe un mundo fuera de las paredes de la casa), por medido de un botellín por el que tiene que beber Anne o el agua de la ducha que baña a la indefensa mujer. El agua está en constante sintonía con la película y la simple figura de un grifo en la cocina cobra un protagonismo exagerado y necesario.
Película desgarradora, que bebe del último cine de Bergman y reflexiona sobre ciertas cuestiones que involucran no solamente al enfermo. Haneke expone el amor en todas sus expresiones sin trampas, falsos romanticismos y con una crudeza tal, que duele. Igual peca un poco de hurgar demasiado en la herida, no por lo explícito (que es necesario) sino por la duración de la fase terminal (aunque no llega a recrearse en exceso), si es que algo se le puede reprochar a este estupendo largometraje. Haneke nos golpea duramente con una película que no te deja indiferente y que rondará mi retina durante mucho, mucho tiempo.
http://momentovosp.blogspot.com
Nota VOSP: 8,6 / 10