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Voto de Antonio Morales:
9
Cine negro. Thriller. Intriga La vida de Al Roberts, un pianista de Nueva York, se convierte en una pesadilla cuando decide hacer auto-stop para buscar a su novia que vive en Los Ángeles. Lo que Roberts no puede imaginar, es que su periplo se verá envuelto en una serie de problemáticos acontecimientos que acabarán arrastrándolo a una situación límite. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edgar G. Ulmer perteneció al “selecto club” de cineastas como Joseph H. Lewis o Phil Kharson, que habitualmente realizaban películas policíacas y cine negro de serie B, que en mi opinión, no desmerecen de otros cineastas de mayor fama, solamente se diferenciaban en que trabajaban con presupuestos muy bajos, muchas veces para pequeñas productoras, por lo que tenían que utilizar la capacidad de improvisación, más audacia e imaginación para ajustarse a los medios con que disponían, pero que a cambio disfrutaban de mucha más libertad artística para expresarse y experimentar estilos y formulas que en el cine de gran presupuesto era impensable. De estos artistas han salido pequeñas joyas de culto como “El demonio de las armas”, “Testimonio fatal” o este siniestro thriller que es “Detour”.

Ulmer era ayudante de Murnau y siguió a éste cuando emigró a Hollywood, colaborando para Murnau en “Amanecer”. En el estilo de Ulmer, su narrativa predilecta es el “flash back”, ya fuera organizando todo el relato en tiempo pasado, dándole sentido con una explicación final de los hechos, o puntuando la acción con recuerdos que otorgan a la historia un peso dramático específico. El arranque nihilista de “Detour”, con la imagen de su protagonista caminando, abatido y en penumbra, por la carretera, y su posterior explicación desde ese típico bar de la serie negra, es la recapitulación de una autentica pesadilla. El “flash back” con la voz en off del protagonista, Al Roberts (Tom Neal) le da al film un subjetivismo fatalista y un desasosiego estremecedor.

Una película insólita, nocturna y tenebrosa, llena de niebla y bruma, donde la iluminación heredada de los maestros expresionistas, fortalecen en grado sumo la tenebrosa amargura del destino. Aquí también hay mujer fatal y ambiciosa, Vera (Ann Savage) perversa y manipuladora ante un hombre pasivo, pusilánime que no es capaz de tomar la iniciativa, que ve como se esfuma irremediablemente el sueño de reencontrarse con su amada, con gesto desencajado lamentándose y dejándose llevar por el azar. Una canción como “leit-motiv” que adereza constantemente el drama. El cine Ulmer guarda similitudes con el de Fritz Lang, encuadres precisos y desnudos de artificiosidad, elipsis prodigiosas a la hora de narrar, una atmósfera asfixiante de sombras que recuerda a Robert Siodmak en sus angustiosos thrillers.

Es evidente que en el film se percibe la escasez de medios (65 minutos de duración), que son sustituidos por imaginación y audacia narrativa, los pequeños detalles cuentan mucho en la historia, como los teléfonos, se hable o no por ellos, las miradas, los gestos, la forma de presentar a los personajes, la historia es hipnótica, desde el primer momento te atrae y subyuga. Ulmer rodó la película en seis días, bien es cierto que había ensayado con los actores durante un mes, aún así, un milagro de eficiencia. Esta película ha influido mucho en otros cineastas y películas posteriores a 1945, estoy pensando en películas como “La jungla de asfalto”, “Retorno al pasado”, y en cineastas como Robert Aldrich o David Lynch. En definitiva, una película minimalista que nos sumerge en un mundo irracional, claustrofóbico, laberintico e imposible de escapar.
Antonio Morales
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