Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
6
Drama Poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Kiiji Nakajima, un anciano atemorizado por las consecuencias del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, vive obsesionado con la idea de construir un refugio antiatómico. Sin embargo, cuando algún tiempo después se plantea emigrar con su familia a Brasil para evitar la amenaza nuclear, su decisión tropieza con la incomprensión de todos los que lo rodean. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque puede parecer un tema obsoleto e ingenuo a día de hoy, quizás nos hemos acostumbrado a vivir bajo la amenaza de la disuasión, no debemos olvidar que mientras existan arsenales nucleares, jamás desaparecerá el peligro de un conflicto nuclear definitivo para la raza humana. “Crónica de un ser vivo”, conocida también en España con el título de “Vivir en el miedo”, fue una película concebida en el ambiente de temor colectivo vivido en Japón durante la década de los cincuenta. A los casi 300.000 muertos causados por las dos bombas atómicas lanzadas por los EEUU sobre el país del sol naciente, había que añadir el recelo provocado por las continuas pruebas nucleares que las grandes potencias experimentaban en los albores de la “guerra fría”.

Japón años cincuenta, las secuelas psicológicas de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki siguen presentes en la sociedad nipona. Un industrial, Kiichi Nakajima (un grandioso Toshiro Mifune) vive angustiado por el miedo a que el alcance de las radiaciones alcance todo el país. Por otro lado, también existe el riesgo de nuevos ataques con armas nucleares. Su solución consiste en abandonar la fundición que regenta y huir a un lugar tranquilo y apartado, una granja en Brasil. Pero la familia del industrial no ve la partida con buenos ojos y trata de impedirla por todos los medios. El film adquiere un ambiente sofocante y ominoso, un patetismo profundamente sombrío, una angustia atroz, completamente alejado de la mirada costumbrista de otros films coetáneos.

Ese es, sin duda el contexto en el que cabe comprender el interés de Kurosawa, un film en el que quedara recogido el impacto emocional que una situación de pánico colectivo puede generar en una población, y de forma particular en aquellas personas que asumen la responsabilidad de sostener el bienestar de una familia o un grupo humano. El miedo que sufre Nakajima – cercano a un estado patológico – contrasta con la inconsciencia de algunos de sus allegados, que viven su cotidianidad de espaldas a cualquier preocupación que se sitúe fuera de sus intereses personales. Este film podría considerarse como una pieza más del mosaico dibujado por el humanismo que se desprende de lo obra general del cineasta. Pocas reacciones psicológicas son más humanas que el miedo, en este caso, además, el miedo provocado por la capacidad exclusiva que presentamos los llamados “animales racionales” para provocar la guerra y la autodestrucción total.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow