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Voto de Antonio Morales:
6
Thriller. Drama Mira (Kim Stanley), una mujer londinense obsesionada por la muerte prematura de su hijo, está convencida de poseer los dones de una "medium". Para ganar prestigio y atraer clientela, le propone a su marido Billy secuestrar a un niño para, después, ir proporcionando las pistas necesarias para localizarlo. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante thriller psicológico, poco valorado en esta web y que creo merece una revisión. Desde el mismo prólogo y los subsiguientes títulos de crédito – acompañados de la distinguida música del gran John Barry de inequívocas resonancias – las bazas en las que se apoya el film se intuyen evidentes y denotan planes oscuros con inquietudes de espiritismo. Se trata de un film de “atmósfera”, la descripción en tono intimista de unos personajes atípicos y solitarios, un retrato detallado y sobrecogedor sobre la maldad humana, maquinando un plan tan aborrecible como cruel y despiadado, perpetrado sobre una indefensa niña que pertenece a una familia adinerada. Se basa en la novela "Seance On A Wet Afternoon", de Mark McShane. Producida por el propio actor Richard Attemborough que luego se convertiría en director de algunos buenos films, entre ellos la oscarizada “Gandhi”.

Un absorbente drama relacionado con la locura, las frustraciones no asumidas, la soledad y las tendencias latentes sociópatas. La película construye una atmósfera densa de perversión malsana, de intriga y misterio, perturbación y desequilibrio psíquico, que avanza con cierta progresión angustiosa. Desarrollada en gran parte en el interior de una vivienda que se revela claustrofóbica, cuyo destacable mérito se basa en un brillante duelo interpretativo de dos grandes actores. Un matrimonio maduro formado por Myra (una magistral Kim Stanley), mujer dominadora, una presunta médium, desequilibrada y traumatizada por un hijo que nació muerto, Arthur debía llamarse pero que no conoció, que manipula e influye deliberadamente sobre un esposo, Billy (excelente Richard Attemborough), apocado y sumiso que adora a su esposa y está dispuesto a complacerla, pese a ser consciente de lo pernicioso y execrable de sus conductas.

Película minimalista y escueta, pero que a la hora de buscar defectos y culpables, todo apunta hacia su director, que en manos de otro cineasta con más talento y personalidad, habría conseguido cotas más altas de tensión y espanto, pero que no desmerece, gracias a una fotografía en glorioso y amenazador blanco y negro, imprescindible en este tipo de historias. Donde no sólo prevalece la perversión moral y un universo opresivo, también tiene raigambre ternurista con el trato y la relación con la criatura que mantiene Billy. Sin ser una obra maestra, ni un film de culto como alguien apunta por ahí, tiene una aceptable puesta en escena de Bryan Forbes, buen esteticista que busca originales encuadres que asean bastante este episodio lacerante y pesimista sobre una sociedad adulta y educada en la amabilidad.
Antonio Morales
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