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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Comedia Leopoldo Contreras, un catedrático emérito de Derecho Romano, tiene graves problemas económicos. Sus traducciones de los autores clásicos no le dan suficiente dinero para vivir y ha tenido que vender incluso su piso. Para remediar su situación se ofrece como esclavo a un antiguo alumno a cambio de casa y comida. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jaime de Armiñan, una vez más, con su sensibilidad, su osadía argumental, su sencillez huérfana de pedantería intelectual nos presenta una comedia irreverente y provocadora que despierta nuestros más bajos instintos, al sentirnos reflejados en nuestra doble vara de medir a nuestros semejantes, nuestra hipocresía y nuestra mezquindad puesta de relieve a través de una historia llena de humanidad que provoca la repulsa moral al no poder aceptar, cómo alguien intenta romper las reglas y los convencionalismos de una sociedad enferma y altanera, desconfiada y cicatera. Así las situaciones disparatadas y surrealistas se suceden en la mansión de los Bárcenas… ¡Nadie pudo imaginar que este apellido le venía perfecto al film, tras lo sucedido últimamente! Una serie de personajes a cual de ellos más odiosos, desde los agrios sirvientes, las niñas curiosas, la esposa ladina y el presuntuoso patriarca familiar.

Comedia brillante e incisiva, en la que el tema de la esclavitud es un pretexto, una escusa para abordar lo realmente importante, una vez más, las paradojas del comportamiento humano. Stico es una fábula social, una lúcida reflexión plena de ingenio y talento sobre las libertades individuales (“No hay libertad ni para dejar de ser libre”) sentencia nuestro ilustre protagonista tras poner patas arriba los estamentos sociales y morales. Una desternillante paranoia perpetrada por dos genios del cine español como Jaime de Armiñan y Fernando Fernán Gómez. Interpretada magistralmente por éste último y un apropiado e histriónico Agustín González que mantienen un duelo interpretativo descomunal. Una comedia donde los ingenuos y descarados diálogos golpean las conciencias y sacan a relucir nuestras vergüenzas más ocultas. Se trata pues, de un retrato social sibilino y mordaz que esconde bajo su amable apariencia una diabólica diatriba sobre la naturaleza del ser humano.

Aunque la situación y el ofrecimiento de Don Leopoldo, personaje entrañable, un catedrático con problemas económicos que decide ofrecerse como esclavo a un antiguo alumno mediocre a cambio de techo y comida, parecen disparatados, refleja perfectamente desde el humor más negro y audaz, la sociedad en la que vivimos, un “pacto de caballeros” donde se impone la falsedad de las apariencias, la ostentación, el arribismo social, la arrogancia, la avaricia del poder económico de una clase altiva en detrimento de la humildad, la sabiduría, el desprecio por lo material a cambio de la amistad y la compañía frente al olvido y la soledad. Esta recomendable comedia negra, esta parábola social, premiada y aclamada en el Festival de Berlín de 1985, refleja perfectamente la ética y la moral del hombre contemporáneo, obligándonos a reflexionar sobre ello.
Antonio Morales
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