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Chile Chile · Santiago
Voto de KRIVO:
6
Terror. Fantástico La prematura muerte de su madre durante un parto, arranca violentamente a Víctor Frankenstein de su idílica vida en Ginebra. Desde ese día, la idea de vencer a la muerte será su obsesión y, por ello, decide estudiar medicina en Ingolstadt. Allí conoce al siniestro profesor Waldman, de quien se rumorea que pasó su juventud estudiando la posibilidad de crear un ser humano. Víctor no sólo se interesa por sus experimentos, sino que está ... [+]
1 de abril de 2024
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La vi en su época de estreno y me pareció una película interesante, atractiva, pero desigual e irregular. Grandilocuente y casi presumida obra de su director, que termina por ensombrecer un producto que pudo ser brillante. La volví a ver hace poco tiempo y, en general, mantengo mi apreciación. Y no eludiré las comparaciones con los clásicos sobre el tema.

Kenneth Branagh entrega una puesta en escena tan deslumbrante como hiperbólica, con un tono a veces excesivo, de teatralidad filmada. Se nota que quiere alcanzar la majestuosidad como cine, tanto en lo técnico (decorados, paisajes, fotografía, ambientación) como en la dirección propiamente tal (cámara nerviosa, por momentos apabullante). Es una película imponente en su factura, creo que no hay duda. Claro, el bueno de Keneth dispuso de un generoso financiamiento. Pero destaco sobre el conjunto, la monumental banda sonora de Patrick Doyle, acorde con el ritmo de la película, aunque casi no da respiro.

Algunas interpretaciones planas, otras correctas y algunas pasadas de rosca (especialmente la del propio Branagh). Curiosamente, la más contenida es la del histrión Robert de Niro, en el papel de un monstruo que mucho me recuerda (en su caracterización facial y de vestuario) al compuesto por Christopher Lee para "La maldición de Frankenstein", de la Hammer, 1957.

La cinta se me hizo larga, al incluir la parte de la travesía polar ártica, buscando ceñirse a la obra literaria. A diferencia de las versiones de la Universal y de la Hammer, que son mucho más sintéticas y van al grano. Por eso mismo, son más eficaces, narrativamente hablando.
Esta versión de Branagh (y Coppola como productor) se inicia con la expedición hacia el Polo Norte del capitán Walton y su sorpresivo encuentro con Victor Frankenstein, quien tiene una larga, extraña y sobrecogedora historia que contar. Y desde ahí, en un racconto, transcurre toda la película para terminar en el mismo punto de partida, y con un final sorprendente. En todo caso, es un comienzo y final con notables imágenes, pero que más parece cine de aventuras.

Branagh muestra a Víctor Frankenstein en su niñez rodeada del cariño familiar, aquí hace otro guiño al clásico de Hammer, y construye un personaje con cierta complejidad psicológica, con su particular concepto de la ciencia, de la moral y de la vida. Algo entra en las disquisiciones existencialistas, éticas y antropológicas que caracterizan a tan interesante figura, pero sin profundizar. Más bien, prima lo frenético. Prefiere la acción, a ratos atropellada, el melodrama personal y de pareja, para el lucimiento propio. Todo es rápido, incluso las escenas en el laboratorio que necesitaban ralentizarse para crear más atmósfera (qué diferencia con el magnífico clásico de la Universal,1931). Su personaje es el centro absoluto de la película, con buena dosis de sus reconocidos dramatismos shakesperianos, que en ocasiones peca de narcisista (por ejemplo, la excesiva escena de la creación del “monstruo” o su exhibicionismo a torso desnudo y lubricado).
Y el corolario casi demencial es la creación-resucitación de la esposa de Víctor, una histriónica, pero en general correcta, Helena Bonham Carter, en un añadido innecesario, además de trepidante como escena. Tal vez es un homenaje de Branagh al otro clásico de Universal, la soberbia “La novia de Frankenstein”, 1935.

¿Y la criatura? Compleja construcción y desafío para De Niro. Como el inmenso actor que es, sabemos que logra prácticamente todos los registros. Aquí, creo que hay una mezcla de elementos. Nos entrega una interpretación cercana al espíritu del original literario, en el sentido de que el “monstruo” es un ser desvalido, solitario y que se siente rechazado por la sociedad. Un ser incomprendido e incompleto. Pero aprende a hablar, a leer y otras reglas básicas de la socialización, demostrando un cierto nivel cognitivo. No es el simple bruto asesino solamente. Mantiene conversaciones con su creador, tiene sentimientos y hasta llora. Está correcto el oscarizado De Niro, en líneas generales. Pero ocurre que es De Niro (y no un actor desconocido) y entonces, hay varios gestos y muecas suyas que me recuerdan a sus malvados de otras películas. Como Max Cady de “Cabo de Miedo” por nombrar uno. Y en la célebre escena del encuentro e interacción con el ciego (momento mítico del clásico de 1935), hay un esfuerzo por construir una interpretación propia, diferente y humana. Está bien Robert. Pero no puedo sustraerme de la inmortal creación de Boris Karloff, para el mismo momento, con mayor grado de emotividad, bajo los sones del Ave María, logrando la mayor humanización del monstruo que se ha visto en pantalla. Sobre esta misma escena, pero en un sentido muy diferente, recomiendo revisar la genial parodia de Mel Brooks ("El Jovencito Frankenstein"), en la cual aparece un divertido Peter Boyle como la criatura y un espléndido Gene Hackman como el ciego. Escena de una hilaridad suprema, y con veneración al clásico.
Como indicamos anteriormente, respecto al maquillaje facial y al abrigo que porta la criatura (en esta versión de 1994) cuando sale a enfrentarse a la sociedad y al mundo, la principal inspiración para ese aspecto del rostro y esa indumentaria, está en la primera película de la Hammer sobre el tema (la ya citada del '57). Quizás, otro homenaje del director, como británico que es.

En resumen, no está del todo mal, pero pudo ser un producto muy superior. Esta versión queda un poco ahogada por la fastuosidad y el efectismo impuesto por su director. Es decir, acá prima la forma sobre el fondo.
KRIVO
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