Puedo recordar muy bien la sensación que tuve cuando salí de la sala de cine al ver la película, no era una sensación triste, ni alegre, ... a decir verdad, no era una sensación emocional, más bien, una sensación física, concretando, en el estomago, tenía hambre, mucha hambre, ¿el motivo?, porque la película consiguió meter en mi este mensaje:
La comida más que cocina, es arte.

El arte de cocinar, de crear armonía de olores que se combinan después en tu boca ... es como una poesía, cada reacción provoca otra y se armonizan entre ellas, eso, llevado a cabo por una rata cocinera en las elegantes calles de París.

Creo que el mensaje es que no sabemos disfrutar de las cosas buenas de la vida porque siempre andamos con prisas, por aquí, por allá, tomémonos tiempo para saborear los quehaceres que la vida nos ofrece, y no solo en lo referible a la comida.