En algunos sitios viene catalogada como ciencia ficción, suspense,drama; en otros como Thriller psicológico; en otros distopía. Su complicada catalogación se confirma cuando ves el film entero.
Es un thriller psicológico de ciencia ficción con dosis de suspense y drama en un mundo distópico, casi nada.
No es para ver con la toda la familia, pero sí para verla con tu pareja, y flipar un rato.

No lleva mucho tiempo percatarse de que va a ser una película rara. La cinta gira entorno a la sociedad que vive en un edificio futurista, en la que se presume de la felicidad de todos sus habitantes.

La dirección merece un sobresaliente, estudiados primeros planos, alguna toma a cámara lenta muy visual, unas escenas con intensidad y con un clima de neurosis general, secuencias en las que sobran las palabras ya que habla el escenario donde discurre la acción... En algún momento, su director parece haber estudiado a Buñuel. Un punto débil es la casi repentina locura que pasa a apoderarse de Robert, no está bien definido porqué el cambio en el protagonista.
No es que sea un novel, pero Benjamin Wheatly con menos 50 de años, hace una dirección de alguien con muchos galones, con mucha experiencia, con mucho gusto por cuidar los personajes, metódico en los planos que requiere cada escena. Una sorpresa muy agradable, y director al que hay que seguir desde ya.

El guión está basado en la novela de J.G. Ballard. En los años 70, de 5 edificios futuristas que se están construyendo, uno ya está casi acabado, es la Torre Elysium. Dentro de sus 40 plantas, habita una sociedad que parece ajena a todo influencia exterior, que se ve abocada a formar una sociedad idílica en un mundo aparte.
El último propietario de uno de los pisos en la planta 25, es el doctor Robert Laing (Tom Hiddleston). Su búsqueda de un remanso de paz, pronto se ve perturbada cuando empieza a socializar con sus vecinos. Robert trata de buscar su posición, dentro del entramado social del edificio, y se relaciona tanto con los de plantas altas como con los de las plantas bajas, la posición social de las personas que habitan en el edificio va proporcionalmente a las plantas que ocupan, por lo que los de las plantas altas tienen una posición de poder sobre las demás.
Problemas en las plantas inferiores hacen que estos se rebelen, y se originan peleas entre los vecinos, y el caos se adueña de la situación en la que el alcohol y el sexo campan a sus anchas. Con amigos en todos las secciones de plantas del edificio, Robert se ve sumido en la locura colectiva que reina en el edificio, pero con la cordura suficiente para saber que su objetivo, ha cambiado y que ahora se trata solo de sobrevivir.