Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Vivoleyendo
Voto de Vivoleyendo:
8
Voto de Vivoleyendo:
8
7.7
15,073
Comedia
Allan Felix (Woody Allen) es un cinéfilo que sufre una extraña y recurrente alucinación: Humphrey Bogart le da consejos sobre cómo seducir a las mujeres. Dick y Linda (Roberts y Keaton), un matrimonio amigo suyo, le presentan a varias chicas, pero Allan tiene tan poca confianza en sí mismo que todas sus citas resultan un fracaso. (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2011
22 de diciembre de 2011
14 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me apetecía carcajearme un rato de forma sana y para ello, aparte de los hermanos Marx, recurro a Woody.
Aunque en “Sueños de un seductor” él declinó la labor de dirección, aportó el guión adaptado de su propia obra teatral homónima que ya había tenido éxito en Broadway, y se puso delante de la cámara con la vis cómica que lo ha convertido en uno de los actores humorísticos más destacados de las últimas décadas.
Allen es un cinéfilo redomado, y ese amor le ha sugerido simpáticos homenajes y guiños que no se ha resistido a incorporar. Aquí le tocó el turno a “Casablanca”, que irónicamente a mí no me gusta, pero en cambio sí me agrada mucho el jugo que le saca Woody y su estilo paródico adecuando al clásico una trama urbanita de neuróticos compulsivos y adictos a los sedantes y al trabajo que oscilan entre inseguridades, fracasos sentimentales, estrés, ansiedad y dudas. El dúo Allen-Keaton inauguró su colaboración con aquella química que los uniría tanto dentro como fuera de la pantalla. Yo creo que es una de las más chispeantes parejas cómicas de la historia del cine.
Los diálogos son tan demoledoramente desternillantes como cabe esperar de un Allen en estado de gracia, con su sempiterno personaje autocrítico, maniático, torpe, chistoso y lo más opuesto al galán bogartiano duro, impasible y valiente que nunca se arredra. El prototipo al que el hombrecillo con gafas desea emular, con desastrosos resultados. En su búsqueda infructuosa de su media naranja, y después de una serie de catastróficas citas, descubre que la chica de sus sueños podría estar muy cerca. Pero al igual que sucede en su película favorita con su actor fetiche Bogart, los grandes amores no son gratuitos.
Tras las risas incontenibles, un pequeño tironcito a la emoción y un cierre impecable, recordándonos que no es necesario ser un seductor nato para alcanzar la plenitud.
Aunque en “Sueños de un seductor” él declinó la labor de dirección, aportó el guión adaptado de su propia obra teatral homónima que ya había tenido éxito en Broadway, y se puso delante de la cámara con la vis cómica que lo ha convertido en uno de los actores humorísticos más destacados de las últimas décadas.
Allen es un cinéfilo redomado, y ese amor le ha sugerido simpáticos homenajes y guiños que no se ha resistido a incorporar. Aquí le tocó el turno a “Casablanca”, que irónicamente a mí no me gusta, pero en cambio sí me agrada mucho el jugo que le saca Woody y su estilo paródico adecuando al clásico una trama urbanita de neuróticos compulsivos y adictos a los sedantes y al trabajo que oscilan entre inseguridades, fracasos sentimentales, estrés, ansiedad y dudas. El dúo Allen-Keaton inauguró su colaboración con aquella química que los uniría tanto dentro como fuera de la pantalla. Yo creo que es una de las más chispeantes parejas cómicas de la historia del cine.
Los diálogos son tan demoledoramente desternillantes como cabe esperar de un Allen en estado de gracia, con su sempiterno personaje autocrítico, maniático, torpe, chistoso y lo más opuesto al galán bogartiano duro, impasible y valiente que nunca se arredra. El prototipo al que el hombrecillo con gafas desea emular, con desastrosos resultados. En su búsqueda infructuosa de su media naranja, y después de una serie de catastróficas citas, descubre que la chica de sus sueños podría estar muy cerca. Pero al igual que sucede en su película favorita con su actor fetiche Bogart, los grandes amores no son gratuitos.
Tras las risas incontenibles, un pequeño tironcito a la emoción y un cierre impecable, recordándonos que no es necesario ser un seductor nato para alcanzar la plenitud.