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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama. Aventuras. Thriller El Apolo XIII inicia su viaje a la Luna en abril de 1970. Cuando está a punto de llegar a su destino, se produce una explosión en el espacio que les hace perder oxígeno y, además, cambia el rumbo de la nave. La situación de los tripulantes se hace desesperada cuando el oxígeno empieza a agotarse. Mientras tanto, el mundo entero vive pendiente del desenlace de tan angustiosa aventura. (FILMAFFINITY)
2 de agosto de 2011
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he soñado con pisar la Luna. Me siento endiabladamente contenta de poder verla a trescientos ochenta mil kilómetros, desde este hábitat terrestre que me atrae con su gravedad y me ha forjado para mantenerme viva en él.
Me encanta contemplar la Luna, mirar todas sus fases. Me quedo embobada viendo cómo su cara visible se va agrandando cada día hasta el glorioso plenilunio, y cómo mengua después hasta ausentarse durante toda la noche, para volver a reaparecer. Me subyuga cuando, tan redonda como un balón de baloncesto, se alza justo por encima del horizonte y, por ese efecto óptico de la refracción causada por la atmósfera, parece un enorme disco dorado suspendido en el azul, con ese rostro triste que nos ofrece a perpetuidad. Y esa alquímica coincidencia de factores por los que se producen los eclipses.
La Luna me fascina, al igual que todo el firmamento nocturno. Me hacen sentirme tan pequeña que no puedo creer que se me haya concedido el privilegio de solazarme con tantas maravillas y misterios ahí insinuados en el espacio profundo.
Pero nunca he soñado con pisar la Luna. No soy tan valiente. O tan temeraria. Sé muy bien cuál es mi sitio: seguir con mis pies plantados en el suelo de la Tierra, y desde ahí levantar la mirada y sonreír a nuestro precioso satélite natural y a todos sus compañeros de la noche.
Será por eso que aprecio tanto este sólido apoyo bajo mis suelas, lo adoro mientras dedico una ovación respetuosa y admirada a aquellos astronautas que fueron a la Luna en mi lugar, en el lugar de todos los que no hemos ido ni iremos. No envidio su suerte, no envidio sus aventuras, ni sus riesgos, ni su arrojo, no envidio sus vuelos por la órbita del satélite ni sus paseos dejando huellas en el polvo. Mi rendido interés no se encamina a desear emularlos, sino a comprenderlos, a imaginar lo que se siente estando en una cápsula espacial a miles de kilómetros de casa con un minúsculo escudo protector que es lo único que se interpone entre el vacío absoluto y tú.
No me canso de leer sobre las misiones Apolo. No me canso de leer sobre la Luna, los planetas, las estrellas, las galaxias, las misiones no tripuladas dirigidas a todo el Sistema Solar, la impresionante carrera espacial del siglo pasado que habría hecho temblar de gozo a Newton, a Tycho Brahe, a Copérnico, a Galileo, a Kepler y un largo etcétera de científicos que, aún en los pañales de la ciencia, contaron sólo con el poder de sus observaciones y sus cerebros para descifrar algunos secretos que todavía hoy sustentan las bases de la Astronomía, y que la moderna tecnología está confirmando y completando a pasos agigantados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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