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9
8.4
15,093
Drama. Romance
Un granjero (George O'Brien) convive felizmente en el campo con su esposa (Janet Gaynor). Pero la aparición de una seductora mujer (Margaret Livingston) de la ciudad hace que comience a enamorarse de ésta, y a pensar que su mujer es un estorbo que se interpone en la felicidad entre él y su nueva y sofisticada amante. (FILMAFFINITY)
25 de abril de 2008
25 de abril de 2008
8 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ochenta y un años, Murnau trasladó el expresionismo alemán al otro lado del océano y devoró la fábrica de sueños de Hollywood con uno de los máximos exponentes del cine universal.
Con sus delirios y derroches de imaginería simbólica que lo expresa todo sin palabras, Murnau llevó al plano del celuloide una historia de amor inmortal en forma de cuento moral con mensaje. El guión, sencillo y en cierto modo didáctico y ejemplarizante, no dista demasiado de esas narraciones religiosas que hablan de la pureza e inocencia que se corrompe por culpa de las tentaciones, de los castigos y sufrimientos por los que han de atravesar los "pecadores", y de la redención.
"Amanecer" hace desfilar de una forma histriónica, imaginativa y preciosa las debilidades y los errores humanos. Esparce una mancha de aceite en el agua clara de un estanque transparente y nos conduce por el proceso en el que las aguas se enturbian, empañando la belleza y la armonía del pequeño edén. El estanque sólo podrá depurarse si los afluentes que lo abastecen son lo bastante caudalosos... Así como un amor sólo puede salvarse si es profundo y está arraigado en las entrañas de la tierra.
Oposición entre el campo (sencillez e inocencia) y la ciudad (tentaciones, sofisticación, variedad, excesos, superpoblación, caos, la cultura del ocio). Un renacimiento del corazón. Una segunda luna de miel. Una superación de obstáculos y equivocaciones. Un castigo. Un día redescubriendo la alegría de amarse. Vivir la vida tal como llega.
Uno de los grandes iconos del cine mudo, con el sello impreso de un creador que obtenía poesía de la imagen y le otorgaba una identidad única, cargada de connotaciones que avanzan mucho más lejos de lo que está a simple vista. Ningún plano es casual, todo tiene su sentido alegórico, con ese aire de narración encantada y hechicera acentuada por la desbordante expresividad y por la abundancia de planos y escenas que hacen alarde de una puesta en escena extraordinaria. Escenarios diversos, cuidados y llamativos (destacando las casi surrealistas escenas del parque de atracciones), flashbacks, visiones, ensoñaciones, primeros planos de los rostros, mucho movimiento de un sitio a otro, exaltación de los sentimientos (amor, pasión, agresividad, felicidad, amenaza...) y, por encima de todo lo mencionado, un romanticismo cumbre que nada puede debilitar.
Y qué tontos y ciegos nos volvemos a veces...
P.D.: Eso sí, me quedé pensando que al prota lo podían mandar a tomar viento. El típico tío machista, violento, estúpido y con cerebro de mosquito que hasta que le ve las orejas al lobo no valora lo que tiene.
Con sus delirios y derroches de imaginería simbólica que lo expresa todo sin palabras, Murnau llevó al plano del celuloide una historia de amor inmortal en forma de cuento moral con mensaje. El guión, sencillo y en cierto modo didáctico y ejemplarizante, no dista demasiado de esas narraciones religiosas que hablan de la pureza e inocencia que se corrompe por culpa de las tentaciones, de los castigos y sufrimientos por los que han de atravesar los "pecadores", y de la redención.
"Amanecer" hace desfilar de una forma histriónica, imaginativa y preciosa las debilidades y los errores humanos. Esparce una mancha de aceite en el agua clara de un estanque transparente y nos conduce por el proceso en el que las aguas se enturbian, empañando la belleza y la armonía del pequeño edén. El estanque sólo podrá depurarse si los afluentes que lo abastecen son lo bastante caudalosos... Así como un amor sólo puede salvarse si es profundo y está arraigado en las entrañas de la tierra.
Oposición entre el campo (sencillez e inocencia) y la ciudad (tentaciones, sofisticación, variedad, excesos, superpoblación, caos, la cultura del ocio). Un renacimiento del corazón. Una segunda luna de miel. Una superación de obstáculos y equivocaciones. Un castigo. Un día redescubriendo la alegría de amarse. Vivir la vida tal como llega.
Uno de los grandes iconos del cine mudo, con el sello impreso de un creador que obtenía poesía de la imagen y le otorgaba una identidad única, cargada de connotaciones que avanzan mucho más lejos de lo que está a simple vista. Ningún plano es casual, todo tiene su sentido alegórico, con ese aire de narración encantada y hechicera acentuada por la desbordante expresividad y por la abundancia de planos y escenas que hacen alarde de una puesta en escena extraordinaria. Escenarios diversos, cuidados y llamativos (destacando las casi surrealistas escenas del parque de atracciones), flashbacks, visiones, ensoñaciones, primeros planos de los rostros, mucho movimiento de un sitio a otro, exaltación de los sentimientos (amor, pasión, agresividad, felicidad, amenaza...) y, por encima de todo lo mencionado, un romanticismo cumbre que nada puede debilitar.
Y qué tontos y ciegos nos volvemos a veces...
P.D.: Eso sí, me quedé pensando que al prota lo podían mandar a tomar viento. El típico tío machista, violento, estúpido y con cerebro de mosquito que hasta que le ve las orejas al lobo no valora lo que tiene.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
También me irrita un poco ese afán por presentar a los granjeros como paletos tontitos, ingenuos a más no poder e ignorantes (como si se hubieran caído de un manzano, vaya) y a la mujer de la ciudad como una vampiresa malvada devorahombres. Pero claro, no podía ser de otra forma, porque entonces no habría dado lugar a esta historia con personajes planos y arquetípicos y moraleja incluida.