Aunque uno no conozca a Anvil ni su escena, todo lo que hay que saber para ubicarse queda descrito en los primeros minutos, antes de los créditos de inicio, en una presentación brillante que deja irremediablemente enganchado e informado de cuanto hay que saber para entender lo que se va a contar.
A partir de ahí, la verdad del Rock; años y años de trabajo y sacrificio que nunca se ven reconocidos, el rechazo de la industria, pírricas victorias, una constancia impermeable a cualquier ataque de realismo, y, en el caso de Anvil, una ilusión que les llevan a seguir en ello donde el 99% abandona.

Más que un documental, puede abordarse como un drama, pues no muestra fotos aisladas que den a conocer una realidad, sino una historia a la que el rodaje de esta película ha llegado en el momento justo para captar en el punto en el que significa algo que trasciende la historia de un solo grupo para convertirse en un tributo al espíritu de los perdedores del rock heavy, con un hilo conductor firme y cronológica y dramáticamente coherente hasta el gran final, un acertado retrato de los personajes, y la historia de una gran amistad que muchos dramas no son capaces de brindar disponiendo de todo el metraje para ello. No sé si algunas escenas son exageradas o fingidas o si realmente la cámara simplemente estaba allí en el momento exacto; en cualquiera de los dos casos, son extraordinarias.

Se pasa por los huevos al más conocido documental "Lemmy", quien, por cierto, es uno de los que aparece hablando sobre Anvil, así como Slash, Lars Ulrich, y algunos otros de renombre.