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Críticas ordenadas por utilidad
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4.2
14,804
1
2 de febrero de 2011
2 de febrero de 2011
81 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estremecedor drama acerca del retraso mental, de un realismo que, ciertamente, llega a sobrecoger en más de una escena.
No hay más que ver el escalofriante momento en el que al padre de la protagonista, también con una severa discapacidad intelectual, se le mete algo entre los dientes: este es el punto de partida para uno de los numerosos clímax dramáticos que trufan este duro retrato de un colectivo al que el cine no siempre quiere mirar de frente con esta valentía. Todo el mundo que rodea a Juani está, incluso en los momentos más alegres, tiznado de ese toque trágico, como el amigo que sueña con ser una estrella del Break Dance; ves cómo se entusiasma y la escena destila vitalidad pero, al mismo tiempo, eres consciente de la terrible circunstancia del muchacho; están charlando con él y sin más ni más se pone a dar vueltas break dance cabeza abajo en el váter de la discoteca. De este modo, Bigas Luna muestra al mismo tiempo lo que hace feliz al chico y la tragedia de su retraso. Y, porqué no, también conecta con la chavalería con el tema del Break. Bravo. Ya está bien de complejos.
Además de los diversos hallazgos narrativos que el ingenio de Bigas Luna (cuándo se reconocerá el talento de este hombre como se merece, cuándo) tiene a bien brindarnos
en escenas como la carrera de coches, no puede dejarse pasar uno de los puntos fuertes de esta Obra Maestra: los diálogos. Sencillos y directos como cuchillos que se clavan en la conciencia del espectador para removerla aunque no quiera:
-Juani, la pasta no es pa tirarla a la basura. Es pal Tunin.
-Yo a un tío no se la chupo, por lo menos, hasta la tercera semana. Al Yonah porque era el Yonah.
-Me voy a hacer un supermoldeado que te cagas, tía.
Son innumerables las frases que se quedan resonando en tu cabeza mientras vives la odisea de la Juani, que trata de salir adelante en un mundo hostil.
El sólido guión nos va metiendo poco a poco en la apasionante historia de superación de esta pobre chica, que ve en Madrid, como tantas otras personas con su sueño, una especie de Meca donde poder convertirse en una gran actriz (es una apasionada del cine) a pesar de su tara. Allí el ritmo de la película se vuelve endiablado, se introducen nuevos e interesantísimos elementos con motivo de la lucha de Juani por ser actriz, y de nuevo se nos muestra la batalla desesperada de la protagonista contra su discapacidad, sea intentando interpretar a un zapato o bailando el aserejé. Su periplo es aprovechado por Bigas Luna para ofrecernos un incisivo fresco de las alcantarillas de la profesión, con profundidad y lucidez inusitadas.
Otro de los momentos culminantes de la aventura tiene lugar aquí: imposible contener las lágrimas en la escena del casting. Por si no fuera suficiente, nos admiramos de la habilidad con la que el director usa el lenguaje SMS, muy presente en esta parte. Otra innovación
que marcará un antes y un después en este tipo de cine.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO:
No hay más que ver el escalofriante momento en el que al padre de la protagonista, también con una severa discapacidad intelectual, se le mete algo entre los dientes: este es el punto de partida para uno de los numerosos clímax dramáticos que trufan este duro retrato de un colectivo al que el cine no siempre quiere mirar de frente con esta valentía. Todo el mundo que rodea a Juani está, incluso en los momentos más alegres, tiznado de ese toque trágico, como el amigo que sueña con ser una estrella del Break Dance; ves cómo se entusiasma y la escena destila vitalidad pero, al mismo tiempo, eres consciente de la terrible circunstancia del muchacho; están charlando con él y sin más ni más se pone a dar vueltas break dance cabeza abajo en el váter de la discoteca. De este modo, Bigas Luna muestra al mismo tiempo lo que hace feliz al chico y la tragedia de su retraso. Y, porqué no, también conecta con la chavalería con el tema del Break. Bravo. Ya está bien de complejos.
Además de los diversos hallazgos narrativos que el ingenio de Bigas Luna (cuándo se reconocerá el talento de este hombre como se merece, cuándo) tiene a bien brindarnos
en escenas como la carrera de coches, no puede dejarse pasar uno de los puntos fuertes de esta Obra Maestra: los diálogos. Sencillos y directos como cuchillos que se clavan en la conciencia del espectador para removerla aunque no quiera:
-Juani, la pasta no es pa tirarla a la basura. Es pal Tunin.
-Yo a un tío no se la chupo, por lo menos, hasta la tercera semana. Al Yonah porque era el Yonah.
-Me voy a hacer un supermoldeado que te cagas, tía.
Son innumerables las frases que se quedan resonando en tu cabeza mientras vives la odisea de la Juani, que trata de salir adelante en un mundo hostil.
El sólido guión nos va metiendo poco a poco en la apasionante historia de superación de esta pobre chica, que ve en Madrid, como tantas otras personas con su sueño, una especie de Meca donde poder convertirse en una gran actriz (es una apasionada del cine) a pesar de su tara. Allí el ritmo de la película se vuelve endiablado, se introducen nuevos e interesantísimos elementos con motivo de la lucha de Juani por ser actriz, y de nuevo se nos muestra la batalla desesperada de la protagonista contra su discapacidad, sea intentando interpretar a un zapato o bailando el aserejé. Su periplo es aprovechado por Bigas Luna para ofrecernos un incisivo fresco de las alcantarillas de la profesión, con profundidad y lucidez inusitadas.
Otro de los momentos culminantes de la aventura tiene lugar aquí: imposible contener las lágrimas en la escena del casting. Por si no fuera suficiente, nos admiramos de la habilidad con la que el director usa el lenguaje SMS, muy presente en esta parte. Otra innovación
que marcará un antes y un después en este tipo de cine.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mención especial para la interpretación de Dani Martín; este caballero está llamado a grandes cosas, no en vano lleva delante de una cámara desde la adolescencia, y eso se nota. No me tiembla la voz al decir que su interpretación está a la altura de su trabajo vocal en El Canto del Loco. Algunos dirán que exagero. En YouTube pueden solazarse con la escena final, en la que Dani se inspira en el Sloth de Los Goonies y lo da todo para bordar la escena que culmina esa gran historia de amor con claras reminiscencias a la serie La Fuerza del Cariño (Life Goes On).
Es inútil tratar de describir con palabras la fuerza que transmite cada escena, desde los sueños de Juani, filmados con el habitual gusto de su director y en los que percibimos las inquietudes de la protagonista, hasta las partidas a la Play del Jonah ("es mi niñoh, me gusta su cabezah").
Insisto, es inútil la palabrería, hay que verla y sentir todo lo que te puede aportar. Juventud, amor, rebeldía, locura, superación, fLaMeNkItOh... Pocas obras con pretensiones de himno generacional y canto a la juventud han llegado tan lejos:
-"Me voy a comprar una minifalda de la hostia". (La vAnEh)
Les dejo con esa reflexión.
Es inútil tratar de describir con palabras la fuerza que transmite cada escena, desde los sueños de Juani, filmados con el habitual gusto de su director y en los que percibimos las inquietudes de la protagonista, hasta las partidas a la Play del Jonah ("es mi niñoh, me gusta su cabezah").
Insisto, es inútil la palabrería, hay que verla y sentir todo lo que te puede aportar. Juventud, amor, rebeldía, locura, superación, fLaMeNkItOh... Pocas obras con pretensiones de himno generacional y canto a la juventud han llegado tan lejos:
-"Me voy a comprar una minifalda de la hostia". (La vAnEh)
Les dejo con esa reflexión.
Serie

2.0
1,790
1
11 de septiembre de 2011
11 de septiembre de 2011
67 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera trompeta: la produce Telecinco. Segunda Trompeta: la patrocina Cruzcampo. Tercera trompeta: el tema principal defenestrado por Dani Martín. El apocalipsis estaba garantizado.
La traducción que han hecho de ese tema es la metáfora de toda la serie: una caricatura estúpida que aprovecha el nombre de la franquicia para desgranar gags de guionista principiante en un guión insustancial. Son tan terriblemente paquetes, que se cargan hasta los gags fusilados de la serie original, ni eso han sabido hacer.
El reparto ya es estomagante de por sí; lo de los actores en Hajpaña es un misterio. Cabe pensar cuántos aptos se quedan por ahí en producciones misérrimas mientras Coronado, después de 30 años en el medio, sigue disfrutando de trabajo y prestigio, habiendo demostrado a lo largo de estas décadas el talento de un calcetín. Tal vez la medicina o la fontanería esté perdiéndose un profesional de valía. Desde luego la interpretación no lo hubiera perdido prescindiendo de él.
San Juan es incapaz de captar al golfo trasnochado e ingenuo que hacía Danson. No puede, no sabe.
Resines es Resines. Su currículum debe ser algo así como "Experto en hacer de Resines". Le da lo mismo hacer de Frasier que de profesor surrealista en Amanece que no es Poco o el personaje de Los Serrano. La unica variación es si lleva bigote. Aburre como él solo.
Alexandra Jiménez se salva. Debe ser la única que echó un vistazo al personaje original.
Cliff Cravin o Norm han sido convertidos en dos personajes ridículos de comedieta cutre con menos matices que una piedra de afilar. Qué episodios brindaban en la original... Ya os digo que no lo harán aquí. Personajes tan vacíos como el guión. Todos, no sólo estos.
Una sucesión de gags estúpidos, buscando a veces la gracia por la vía chabacana y ni por esas (cuatro primeros planos de culos y ni una sonrisa son capaces de arrancar).
Basura pura y dura. Aída al menos sabe hacer reír. He visto los dos episodios y ha sido más que suficiente para darme cuenta de que no hay el menor interés depositado en este proyecto, no vuelvo a tocarla ni con un palo. Un timo.
La traducción que han hecho de ese tema es la metáfora de toda la serie: una caricatura estúpida que aprovecha el nombre de la franquicia para desgranar gags de guionista principiante en un guión insustancial. Son tan terriblemente paquetes, que se cargan hasta los gags fusilados de la serie original, ni eso han sabido hacer.
El reparto ya es estomagante de por sí; lo de los actores en Hajpaña es un misterio. Cabe pensar cuántos aptos se quedan por ahí en producciones misérrimas mientras Coronado, después de 30 años en el medio, sigue disfrutando de trabajo y prestigio, habiendo demostrado a lo largo de estas décadas el talento de un calcetín. Tal vez la medicina o la fontanería esté perdiéndose un profesional de valía. Desde luego la interpretación no lo hubiera perdido prescindiendo de él.
San Juan es incapaz de captar al golfo trasnochado e ingenuo que hacía Danson. No puede, no sabe.
Resines es Resines. Su currículum debe ser algo así como "Experto en hacer de Resines". Le da lo mismo hacer de Frasier que de profesor surrealista en Amanece que no es Poco o el personaje de Los Serrano. La unica variación es si lleva bigote. Aburre como él solo.
Alexandra Jiménez se salva. Debe ser la única que echó un vistazo al personaje original.
Cliff Cravin o Norm han sido convertidos en dos personajes ridículos de comedieta cutre con menos matices que una piedra de afilar. Qué episodios brindaban en la original... Ya os digo que no lo harán aquí. Personajes tan vacíos como el guión. Todos, no sólo estos.
Una sucesión de gags estúpidos, buscando a veces la gracia por la vía chabacana y ni por esas (cuatro primeros planos de culos y ni una sonrisa son capaces de arrancar).
Basura pura y dura. Aída al menos sabe hacer reír. He visto los dos episodios y ha sido más que suficiente para darme cuenta de que no hay el menor interés depositado en este proyecto, no vuelvo a tocarla ni con un palo. Un timo.
Documental

5.6
814
1
3 de noviembre de 2024
3 de noviembre de 2024
113 de 185 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental que está bien hecho puede interesar aunque jamás te hayas asomado a ese tema. Puede que nunca te hayas preguntado nada acerca del mundo de las hormigas, pero empiezas a ver "El Secreto de las Hormigas" y te quedas embobado durante una hora. Puede que jamás hayas visto un combate de boxeo, pero en cuanto "Thriller in Manila" empieza a desarrollarse, estás atrapado hasta el final.
Hasta ahora el fútbol femenino interesa mayoritariamente como instrumento político, así que tienes que hacer un esfuerzo por atraer el interés; este documental, por llamarle algo, no lo hace. Se dirige a una parroquia ya abducida que fingirá interés vea lo que vea. Es otra misa de Netflix para que sus feligreses respondan a las oraciones.
La narración hasta el mundial es irrelevante, simplemente va intercalando planos de hombres retratados como malvados, fuera de contexto, etc, y las mujeres (único punto de vista presentado, como era de esperar) todas hablando con toda la sensatez y razón.
Para resaltar el retrato masculino de la propaganda sistémica femitonti, no sólo recortan y manipulan los testimonios de los hombres (NINGUNO es entrevistado) sino que llegan incluso a seleccionar los comentarios más desbarrados de las redes. Se puede ser más torticera? Sí, se puede; hubo al menos dos jugadoras que no participaron de los comunicados, renuncias y demás números. Adivinas cuáles son las dos jugadoras que no aparecen en todo este mockumentary? Evidentemente el target de este producto ni lo sabe ni le importa. Pero que salga de hora y media de "documental" sin saberlo... creo que con eso queda calificado su valor informativo. Incluso en los planos donde sale el cuadro de la alineación completa, evita mostrar a esas jugadoras.
En cambio sí sale entrevistada la presidenta de Futpro, conocido chiringuito detrás de muchas de estas historietas del fútbol femenino; de hecho, fue quien envió el primer comunicado de Hermoso. O Vero Boquete, que ni siquiera estaba en la selección desde años antes, pero se le da la ocasión para que pueda desahogarse contra Vilda por haber dejado de convocarla. Las que fueron convocadas tras la renuncia de las demás, salen incluso llorando mostrándose culpables por no apoyar la performance. Cuando aparece Rubiales, cambia la música. Es todo extremadamente burdo.
El desarrollo es bastante absurdo; da la sensación de que, hasta el piquito, ni lo tenía escrito; tan pronto habla de un partido contra Japón, como de un problema (siempre con hombres, por supuesto) hacia el que prácticamente ni ha construido una transición o un enlace con lo anterior para que te ubiques.
El mundial? Empieza en el minuto 45 y acaba en el 60, y, durante esos minutos, hay tramos en los que es más protagonista Rubiales, el malo de la película, que el fútbol femenino, mostrando nuevamente de qué va esto y cuál es el campeonato del que son campeonas que realmente le interesa; el de la propaganda.
Obviamente, a partir de ahí, aparece el auténtico centro del asunto, que es Rubiales, al que ningún aficionado soportaba hacía años, que había hecho cosas mucho peores, pero que de repente estaba en la picota con una chorrada tal, que por primera vez en su carrera estaba despertando simpatía.
Obviamente, si el documental ha sido burdo hasta aquí, ahora lo es mucho más. La selección de imágenes de Rubiales es de una intencionalidad tan evidente que provoca risa algunas veces, con "el piquito", el piquito del fútbo español, montado a lo Psicosis desde diferentes ángulos, ralentizado, intercalando planos dramáticos de las jugadoras... hilarante. Ahí sigue la manipulación, ya que roba al espectador todas las imágenes festivas, el plano donde se pide consentimiento, las reacciones jocosas, y pasa directamente a las críticas sin posibilidad de defensa.
Lo bueno es que en este punto por fin sabe lo que quiere que es montar su discursito y demonizar a su "malo", por fin el relato tiene un verdadero centro (que no es el fútbol); pero claro hasta aquí te has tragado una hora de cortina de humo.
En definitiva, otro discursito de Netflix, que tendría un pase si fuese reducido al aquelarre de media hora contra Rubiales y Vilda, pero intenta hacerse pasar por documental con otra hora de puro relleno y que además está contada de forma que no interesa.
Hasta ahora el fútbol femenino interesa mayoritariamente como instrumento político, así que tienes que hacer un esfuerzo por atraer el interés; este documental, por llamarle algo, no lo hace. Se dirige a una parroquia ya abducida que fingirá interés vea lo que vea. Es otra misa de Netflix para que sus feligreses respondan a las oraciones.
La narración hasta el mundial es irrelevante, simplemente va intercalando planos de hombres retratados como malvados, fuera de contexto, etc, y las mujeres (único punto de vista presentado, como era de esperar) todas hablando con toda la sensatez y razón.
Para resaltar el retrato masculino de la propaganda sistémica femitonti, no sólo recortan y manipulan los testimonios de los hombres (NINGUNO es entrevistado) sino que llegan incluso a seleccionar los comentarios más desbarrados de las redes. Se puede ser más torticera? Sí, se puede; hubo al menos dos jugadoras que no participaron de los comunicados, renuncias y demás números. Adivinas cuáles son las dos jugadoras que no aparecen en todo este mockumentary? Evidentemente el target de este producto ni lo sabe ni le importa. Pero que salga de hora y media de "documental" sin saberlo... creo que con eso queda calificado su valor informativo. Incluso en los planos donde sale el cuadro de la alineación completa, evita mostrar a esas jugadoras.
En cambio sí sale entrevistada la presidenta de Futpro, conocido chiringuito detrás de muchas de estas historietas del fútbol femenino; de hecho, fue quien envió el primer comunicado de Hermoso. O Vero Boquete, que ni siquiera estaba en la selección desde años antes, pero se le da la ocasión para que pueda desahogarse contra Vilda por haber dejado de convocarla. Las que fueron convocadas tras la renuncia de las demás, salen incluso llorando mostrándose culpables por no apoyar la performance. Cuando aparece Rubiales, cambia la música. Es todo extremadamente burdo.
El desarrollo es bastante absurdo; da la sensación de que, hasta el piquito, ni lo tenía escrito; tan pronto habla de un partido contra Japón, como de un problema (siempre con hombres, por supuesto) hacia el que prácticamente ni ha construido una transición o un enlace con lo anterior para que te ubiques.
El mundial? Empieza en el minuto 45 y acaba en el 60, y, durante esos minutos, hay tramos en los que es más protagonista Rubiales, el malo de la película, que el fútbol femenino, mostrando nuevamente de qué va esto y cuál es el campeonato del que son campeonas que realmente le interesa; el de la propaganda.
Obviamente, a partir de ahí, aparece el auténtico centro del asunto, que es Rubiales, al que ningún aficionado soportaba hacía años, que había hecho cosas mucho peores, pero que de repente estaba en la picota con una chorrada tal, que por primera vez en su carrera estaba despertando simpatía.
Obviamente, si el documental ha sido burdo hasta aquí, ahora lo es mucho más. La selección de imágenes de Rubiales es de una intencionalidad tan evidente que provoca risa algunas veces, con "el piquito", el piquito del fútbo español, montado a lo Psicosis desde diferentes ángulos, ralentizado, intercalando planos dramáticos de las jugadoras... hilarante. Ahí sigue la manipulación, ya que roba al espectador todas las imágenes festivas, el plano donde se pide consentimiento, las reacciones jocosas, y pasa directamente a las críticas sin posibilidad de defensa.
Lo bueno es que en este punto por fin sabe lo que quiere que es montar su discursito y demonizar a su "malo", por fin el relato tiene un verdadero centro (que no es el fútbol); pero claro hasta aquí te has tragado una hora de cortina de humo.
En definitiva, otro discursito de Netflix, que tendría un pase si fuese reducido al aquelarre de media hora contra Rubiales y Vilda, pero intenta hacerse pasar por documental con otra hora de puro relleno y que además está contada de forma que no interesa.
1
6 de febrero de 2023
6 de febrero de 2023
54 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cosa absolutamente absurda que parece pensada para que, en la sala de edición, quede un cúmulo de imágenes aparentes que el público se trague porque es imbécil, o eso creen los responsables de esta cosa.
Hay que ser muy hábil detrás de una cámara para que en algo que está tan horriblemente escrito acabe asomando algo que compense la mala escritura. No suele pasar en una serie, y mucho menos en una donde los directores son gente que pasa por allí para firmar y donde posiblemente todo esté ya hecho de antemano y quede para ellos un par de travellings llamativos para que parezca que había un tipo de renombre detrás haciendo ejercicios de estilo, obviamente en un punto poco menos que random y totalmente desconectados de cualquier sentido dramático, ya que el mismo director está desconectado de la idea general, si es que tal cosa existe en Los Anillos de Poder, cosa que he llegado a dudar. Puede salirte un plano tremendo y superforzado lleno de pajaritos y colorines y la cámara ascendiendo en 360º por toda la cara sin que esté pasando nada, o aparecer un zenital rodeado de llamas con una fuerza bestial sin motivo aparente... Está llena de este tipo de momentos. Luego hay una batalla y se filma con absolutla rutina y sin nada destacable aparte de la evidente falta de extras; probablemente por falta de ganas, porque dinero sí han tenido.
La trama se abre, o se intenta abrir, en varias subtramas y personajes, y todas confluyen en un punto: en que te importan todas una reverenda mierda. Qué cosa más insípida, más mal hilada, más perdida en momentos que no aportan ni siquiera algo bonito...
En las interpretaciones, Galadriel cambia de cara menos que su caballo. No destaca ningún actor, pero esto es normal teniendo en cuenta el poco fuste que se da a los personajes. Les importan tan poco, que me llamó la atención un momento; en uno de los capítulos, cuando ya estábamos hartos de ver deambular personajes con el mismo rictus y diálogos relamidos pero huecos, Elrond debe emprender un viaje al hogar de los enanos. Un momento ideal para trazar, al menos, un personaje, un carácter, unas motivaciones, y hacernos por fin interiorizar a algún personaje... Lo que hacen es sobreimpresionar un mapa y el típico recurso de ir trazando un itinerario de puntitos y fumarse el viaje. Pura pereza, como todo.
No han sabido escribirla, y eso no hay quien lo levante.
Se suponía que venía a superar al LotR de Jackson, y no ha hecho más que hacernos recordar lo grande que es y perdonar más sus errores. En una temporada completa no han sido capaces de trazar un personaje la mitad de bien que lo hace Jackson sólo con la parte de La Comarca. Y eso que frecuentemente imitan la trilogía, cayendo a veces en la autohumillación, como cuando intentan fusilar la persecución a caballo de Arwen con Galadriel y el jefe Orco. De risa.
Es un fraude. En un lustro nadie hablará de ella.
Hay que ser muy hábil detrás de una cámara para que en algo que está tan horriblemente escrito acabe asomando algo que compense la mala escritura. No suele pasar en una serie, y mucho menos en una donde los directores son gente que pasa por allí para firmar y donde posiblemente todo esté ya hecho de antemano y quede para ellos un par de travellings llamativos para que parezca que había un tipo de renombre detrás haciendo ejercicios de estilo, obviamente en un punto poco menos que random y totalmente desconectados de cualquier sentido dramático, ya que el mismo director está desconectado de la idea general, si es que tal cosa existe en Los Anillos de Poder, cosa que he llegado a dudar. Puede salirte un plano tremendo y superforzado lleno de pajaritos y colorines y la cámara ascendiendo en 360º por toda la cara sin que esté pasando nada, o aparecer un zenital rodeado de llamas con una fuerza bestial sin motivo aparente... Está llena de este tipo de momentos. Luego hay una batalla y se filma con absolutla rutina y sin nada destacable aparte de la evidente falta de extras; probablemente por falta de ganas, porque dinero sí han tenido.
La trama se abre, o se intenta abrir, en varias subtramas y personajes, y todas confluyen en un punto: en que te importan todas una reverenda mierda. Qué cosa más insípida, más mal hilada, más perdida en momentos que no aportan ni siquiera algo bonito...
En las interpretaciones, Galadriel cambia de cara menos que su caballo. No destaca ningún actor, pero esto es normal teniendo en cuenta el poco fuste que se da a los personajes. Les importan tan poco, que me llamó la atención un momento; en uno de los capítulos, cuando ya estábamos hartos de ver deambular personajes con el mismo rictus y diálogos relamidos pero huecos, Elrond debe emprender un viaje al hogar de los enanos. Un momento ideal para trazar, al menos, un personaje, un carácter, unas motivaciones, y hacernos por fin interiorizar a algún personaje... Lo que hacen es sobreimpresionar un mapa y el típico recurso de ir trazando un itinerario de puntitos y fumarse el viaje. Pura pereza, como todo.
No han sabido escribirla, y eso no hay quien lo levante.
Se suponía que venía a superar al LotR de Jackson, y no ha hecho más que hacernos recordar lo grande que es y perdonar más sus errores. En una temporada completa no han sido capaces de trazar un personaje la mitad de bien que lo hace Jackson sólo con la parte de La Comarca. Y eso que frecuentemente imitan la trilogía, cayendo a veces en la autohumillación, como cuando intentan fusilar la persecución a caballo de Arwen con Galadriel y el jefe Orco. De risa.
Es un fraude. En un lustro nadie hablará de ella.
Documental

7.5
2,306
6
14 de marzo de 2011
14 de marzo de 2011
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo a tu disposición a alguien como Lemmy, encima de un escenario desde el 64, creo que podría haberse sacado más y mejor.
Muchos testimonios son absolutamente superfluos. Otros se echan de menos.
Que Lemmy juegue a la tragaperras y coleccione cuchillos está bien como anécdota que reseñar someramente, pero no es algo en lo que detenerse.
Los Motor originales apenas aparecen; se le da más trascendencia al hijo de Lemmy, rozando el folletín en algún momento, pero también dando algún otro divertido gracias a los comentarios de Kilmister, quien, eso sí, queda retratado como la quintaesencia del Rock'n'Roll, dejando a otras "leyendas" a la altura de Britney Spears, como bien explica Grohl.
Los momentos íntimos ayudan a perfilar la leyenda, desmitifican (o mitifican más, según se mire), pero dejan de lado cosas más interesantes, vivencias, influencias, su paso a través de las etapas Punk o NWOBHM, su etapa de roadie, sus letras, o tantas cosas que, en el mejor de los casos, tienes que deducir de los testimonios de gente que adora la banda.
Incluso lo que comenta de Hawkwind es algo trillado, igual que lo del nazismo, ya desmentido tantas veces.
Su amor por los Beatles también era ya de sobra conocido, aunque la escena de la tienda de discos ha salido francamente bonita por espontánea ("Tenía que hacerlo por el Rock and Roll").
Sólo en el momento de los Vickers parece que va a inclinarse por ofrecernos información fresca sobre los inicios de Lemmy, pero enseguida sale de esa línea.
Quien no conozca a los Motor sentirá curiosidad si le gusta alguna de las otras bandas que salen. No exageran: Motor son y han sido eso y más.
Quienes conocemos Motorhead, también podemos disfrutar del visionado pero poco nuevo descubriremos si nos ha interesado el grupo.
El enfoque humano no tenía porqué mermar otras facetas del documental que, para mí, salen perdiendo.
Aún así es recomendable, pues rara vez se concede a estos grupos la importancia que tienen.
Muchos testimonios son absolutamente superfluos. Otros se echan de menos.
Que Lemmy juegue a la tragaperras y coleccione cuchillos está bien como anécdota que reseñar someramente, pero no es algo en lo que detenerse.
Los Motor originales apenas aparecen; se le da más trascendencia al hijo de Lemmy, rozando el folletín en algún momento, pero también dando algún otro divertido gracias a los comentarios de Kilmister, quien, eso sí, queda retratado como la quintaesencia del Rock'n'Roll, dejando a otras "leyendas" a la altura de Britney Spears, como bien explica Grohl.
Los momentos íntimos ayudan a perfilar la leyenda, desmitifican (o mitifican más, según se mire), pero dejan de lado cosas más interesantes, vivencias, influencias, su paso a través de las etapas Punk o NWOBHM, su etapa de roadie, sus letras, o tantas cosas que, en el mejor de los casos, tienes que deducir de los testimonios de gente que adora la banda.
Incluso lo que comenta de Hawkwind es algo trillado, igual que lo del nazismo, ya desmentido tantas veces.
Su amor por los Beatles también era ya de sobra conocido, aunque la escena de la tienda de discos ha salido francamente bonita por espontánea ("Tenía que hacerlo por el Rock and Roll").
Sólo en el momento de los Vickers parece que va a inclinarse por ofrecernos información fresca sobre los inicios de Lemmy, pero enseguida sale de esa línea.
Quien no conozca a los Motor sentirá curiosidad si le gusta alguna de las otras bandas que salen. No exageran: Motor son y han sido eso y más.
Quienes conocemos Motorhead, también podemos disfrutar del visionado pero poco nuevo descubriremos si nos ha interesado el grupo.
El enfoque humano no tenía porqué mermar otras facetas del documental que, para mí, salen perdiendo.
Aún así es recomendable, pues rara vez se concede a estos grupos la importancia que tienen.
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