Esta película consigue a la perfección encajar sus dos partes, comedia y drama.
Por una parte está la comedia, insuperable, es un no parar de reir desde el principio hasta el final. Por otra parte está el drama, magnífico, te conmueve y por momentos te llega a tocar la fibra sensible hasta el fondo. Y esto es lo que la convierte en una obra maestra, conjugar tan perfectamente esta extraña mezcla de sentimientos en menos de dos horas.
Omar Sy simplemente lo borda, la comedia en estado puro, y François Cluzet se marca un papelón para el recuerdo, el drama se apodera de el, hasta tal punto que parece un tetrapléjico de verdad, está increible.

Esta película es una oda a la vida.
Es así señores.