Casi tres horas de espectáculo épico-histórico sumamente entretenido y comercial. Una epopeya que narra las proezas de héroes como Aquiles, las conquistas, las derrotas, las victorias, la lucha por conservar el honor y la dignidad. Las batallas recobran el sorprendente estilo glorioso y vigoroso de películas como ‘Gladiator’; pero evidentemente Brad Pitt no es Russell Crowe. Su “talón de Aquiles” es su excesivo metraje y su obstinación histórica, es decir, su preocupación por contar los acontecimientos según dicta la historia, sin intercalar ningún otro hecho que sea de especial interés para el espectador.

Lo mejor: su magnífico vestuario y las asombrosas batallas entre griegos y troyanos (sobre todo el desembarco en la playa de Troya).

Lo peor: sus planas interpretaciones.