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El gatopardo

Drama Es la época de la unificación de Italia en torno al Piamonte, cuyo artífice fue Cavour. La acción se desarrolla en Palermo y los protagonistas son Don Fabrizio, Príncipe de Salina (Burt Lancaster), y su familia, cuya vida se ve alterada tras la invasión de Sicilia por las tropas de Garibaldi (1860). Para alejarse de los disturbios, la familia se refugia en la casa de campo que posee en Donnafugata en compañía del joven Tancredi (Alain ... [+]
Críticas 81
Críticas ordenadas por utilidad
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9
2 de julio de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la revolución de 1848 empieza a moverse en los siete estados compartimentados que hay en Italia la idea de la unificación. Aunque Mazzini propone unificar bajo república, otros prefieren al Papa, o mejor que guíe el proceso la monarquía de Piamonte. La unificación real, sin embargo, requería que, además del apoyo de Piamonte, habría que eliminar a los Borbones de Sicilia, los Austriacos de Venecia y al papa en los Estados Pontificios. En 1860 una flotilla de aventureros, a cuyo mando está Garibaldi, invadió Palermo y logró la expulsión del rey de Sicilia. Un referéndum celebrado en octubre-60 acordará la adhesión de la isla a la corona de Piamonte. La acción de la película se desarrolla entre conquista de los camisas rojas de Garibaldi y su derrota en 1862 con el consiguiente reconocimiento de la monarquía de Piamonte. La cinta, además de los acontecimientos políticos, se centra en las transformaciones sociales que van a conducir a la emergencia de la clase media y la progresiva marginación de la aristocracia, personalizada en el príncipe de Salinas, pese a que sigan conservando su prestigio social.

Visconti, dentro de su estilo barroquizante, se esmera en la fotografía, los vestuarios y en la reconstrucción del ambiente de los primeros años del Resurgimiento. El guión está fundamentado en la novela homónima de Lampedusa. Estupenda la interpretación del príncipe de Salinas, del alcalde Calógero, el organista Luigi y el capellán de la familia. Buenísimos diálogos a través de los cuales el espectador percibe que el problema es que todo tiene que cambiar para que no se note que nada ha cambiado. Visconti, según tiene por uso y costumbre, se excede en el metraje y debería haber recortado pequeñas anécdotas de las relaciones de Alfonso con la hija del alcalde, el baile de principio de temporada veraniega, las transacciones matrimoniales. Pero la escena del referendum es memorable. No hay que tener prisa al ver la película. Es una gozada.
7
28 de septiembre de 2008
27 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pietro se hartó de trabajar en la construcción de templos y, cansado de su condición de artesano, se propuso elaborar el mejor capitel del mundo. Comenzó tallando la piedra en la plaza, al pie de un manzano. Allí trabajó durante días, pero siempre quedaba insatisfecho con el resultado y se encerró. La luz tenue del sótano no impedía apreciar las esquinas agrietadas, las superficies quebradas y las figuras amorfas. La obsesión lo invadió poco a poco, mientras pulía los salientes y redibujaba los motivos. A una voluta le siguió otra, y hojas de acanto nacieron sobre hojas más grandes. Pasaron los días y las noches, y los años y los lustros, y Pietro envejeció de cuerpo pero no de espíritu, y no cesó en su empeño. Hasta que una tarde, mientras afuera tenía lugar la última puesta de sol y justo antes de sepultar al objeto de sus sueños bajo su cuerpo inerte, Pietro observó al capitel y sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo había conseguido. Había alcanzado...

...la perfección.
10
5 de septiembre de 2006
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran "epic", como se dijo en su época, a la manera de Lo que el viento se llevo, pero sin la frivolidad de lo norteamericano. La visión es existencial, poco optimista, y las figuras de los personajes corresponden no solo a la novela de Lampedusa, sino también a una visión muy compleja de su director.
Es una obra maestra, no se la pierdan. Puede parecerles un poquitín larga, pero no la olvidarán, créanme.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las interpretaciones de Lancaster, Delon y Claudia Cardinales han pasado ya a la gran historia del cine mundial.
La secuencia del baila es extraordinaria, y en ella está desarrollado todo lo medular de la obra.
Cardinale en blanco, hermosa, aunque levemente vulgar, es la nueva imagen de la burguesía ascendente, en medio de una aristocracia que se hunde en el pantano de sus sueños y sus rezos, al son de un inédito vals de Giuseppe Verdi.
8
29 de marzo de 2023
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sicilia del siglo XIX, en plenas revueltas por la unificación de Italia.

Aristocracia en decadencia frente a la pobreza del pueblo siciliano, que, sin embargo, la vive con digna resignación.

Interesantes reflexiones del protagonista, patriarca de una numerosa familia aristocrática (Burt Lancaster), sobre la decadencia y la fuerza, al mismo tiempo, de su propia clase social, que logra mantener su posición y privilegios a pesar del cambio político del país; la muerte, o la fatalidad y pasividad como rasgos del carácter siciliano.

A destacar el ritmo pausado de la película, sobre todo en la recreación de las bellas escenas del baile final, que muestran todo el esplendor y lujo que rodea la aristocracia. Esa cadencia que en cierto modo me ha parecido demasiado lenta, en realidad ha logrado hacerme sentir como si estuviera en la propia escena del baile.
6
21 de julio de 2006
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a Burt Lancaster, Delon, Cardinale y los secundarios (nadie se acuerda nunca de Lucilla Morlacchi, que interpreta al que es, junto al de Lancaster, el mejor personaje) se puede llegar a soportar, no sin momentos de duro trabajo, el excesivo metraje de la película. El esfuerzo se verá mínimamente recompensado con frases sutiles y diálogos intensos que aparecen desperdigados y muy distantes entre sí.
La misa, el baile (salvo las miradas entre Cardinale y Lancaster), incluso las batallas del principio, me dejan indiferente y no son capaces de retener mi atención.

Me la suda que Visconti pinte en lugar de narrar por dos razones: la primera es que es uno de esos cuadros que me dejan frío (¿es que a vosotros os gusta todo lo que está enmarcado?), y la segunda es que me obliga a mirarlo durante horas (recomiendo la versión más corta que se pueda encontrar).
Prefiero infinitamente al Visconti de "Rocco y sus hermanos". Ahí sí que narra, y muy bien.
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