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The Grandmaster

Drama. Acción Un relato sobre las artes marciales y el alma de la civilización china. Dos maestros de kung fu, Ip Man (Tony Leung), el hombre que entrenó al mítico Bruce Lee, y la bella Gong Er (Zhang Ziyi) se reúnen en la ciudad natal de Ip Man en vísperas de la invasión japonesa de 1936. El padre de Gong Er, un gran maestro de renombre, también viaja a esa ciudad para la ceremonia de su jubilación, que tendrá lugar en el legendario burdel El ... [+]
Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
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8
11 de octubre de 2014 Sé el primero en valorar esta crítica
Uno de los cineastas más laureados de la posmodernidad y uno de los que más influenciará en el futuro, el hongkonés Wong Kar-Wai, nos presenta una cinta de gran producción con las artes marciales como universo, en principio un tema muy diferente comparando con el resto de su filmografía.

La película se convierte en una clara obra de autor, con todas las reglas formales que conjuga el universo del cineasta de Hong Kong; una película de una gran belleza visual con una utilización de las texturas y los elementos prodigiosa, que recuerda a anteriores títulos del género como Hero (2002) aunque diferente en su gamma de colores y con un virtuosismo en los combates menos recargado en la obra del hongkonés.

A eso acompaña que el eje central temático no acaba siendo la lucha ni la acción si no temas ya manidos por Kar-Wai en anteriores cintas y que la dotan de mayor profundidad; y de una narración poco lineal y muy sútil que podrá hacer que algunos espectadores se vean abrumados y perdidos.

Un deleite visual y unos magníficos Tony Leung y Zhang Ziyi hacen de esta película mucho más que un título cualquiera de artes marciales. Una película para seguidores de Wong Kar-Wai y para interesados en el arte de la lucha oriental y su pensamiento.
8
6 de enero de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
La figura de Ip Man es poco conocida fuera del mundo oriental. Sólo los más fanáticos fans de Bruce Lee le reconocerán como el que fuera su maestro de Kung Fu en Hong Kong. Sin embargo, sería injusto recordarle sólo por este hecho, que en el fondo es prácticamente una anécdota, ya tuvo una vida bastante intensa sobre todo durante los años 30 con la ocupación japones y el posterior advenimiento del comunismo en China que lo acabaron llevando a Hong Kong. Aunque los distribuidores del film, no han querido arriesgarse y han preferido que la sombra de Bruce Lee planee sobre la promoción del film.

Esto puede perjudicar al film, ya que, desde mi punto de vista se han dirigido al “target” equivocado puesto que aunque ciertamente el film habla de kung fu, para el realizador Wong Kar-Wai, no exactamente lo que más le interesa retratar. El film se ambienta sobre todo en China en los años previos a la invasión japonesa, en un momento en que están los diversos estilos de Kung Fu están en pleno esplendor. En ese ambiente, destaca Ip Man (Tony Leung), quien es reconocido por un viejo maestro kung fu de una fría provincia del norte de China, antes de retirarse a una vida más tranquila. Sin embargo, Ip Man quedará prendado por la hija del viejo maestro, Gong Er (Zizy Zhang). En realidad, el realizador se lleva la historia a su terreno particular puesto que tiene mucho más interés en explicarnos la historia de amor entre estos dos personajes que la de hacer un film de artes marciales al uso. De hecho, sobre la figura de Ip Man se han hecho varias aportaciones en clave de acción en los últimos años, aunque no han llegado a nuestro país.Por lo que, Wong Kar-Wai se aleja claramente del camino marcado por films anteriores (recomiendo buscar los films de Wilson Yip o Herman Yau).

Y no es que el film no hable de artes marciales, ni haya escenas de lucha. Ni mucho menos. Pero pasado por el tamiz y la sensibilidad de Wong Kar-Wai, estas cuestiones van quedando paulatinamente relegadas a un segundo plano. La excelente ambientación de los escenarios donde se reunen los maestros de Kung Fu (curiosamente elegantes burdeles) y los diversos estilos de lucha que componen este arte marcial, es el marco donde se conocen Ip Man y Gong Er. Un flechazo, que como suele pasar en las historias que retrata el realizador, es muy difícil de consumar, puesto que a ambos les obligan rígidas normas escritas y no escritas, las cuales no pueden impedir que se amen.

Pero, a pesar de estar más interesado en la historia de amor que hablar de las artes marciales Wong Kar-Wai no descuida de ofrecernos algunas escenas de lucha que más que espectaculares son bellísimas piezas estéticas en las que los contendientes prácticamente parecen bailar elegantemente. La mejor de todas (sin desmerecer ninguna de las que aparece en el film) es la que enfrenta a ambos personajes, en la que el realizador vuelca toda su sensibilidad y su buen hacer tras las cámaras, dejándonos que mientras pelean en realidad hay una fuerte atracción entre ellos.

No cabe duda que el film está mucho más cerca de “Deseando amar” que no de “Furia oriental” aunque no por ello se trate de una película que deba pasar desapercibida ya que hay pocos cineastas que sepan tratar de forma tan lírica y con tanta sensibilidad el desamor, la distancia, a lo que hay que añadir el retrato de un mundo que se ve obligado a cambiar, a su pesar, debido a los acontecimientos que no entienden de sensibilidades, tradiciones y otras ñoñerías.

Unos de los aspectos que más perjudican al film son ajenos al realizador. Aquí nos ha llegado una versión recortada de 130 minutos (la original está por encima de los 160 minutos), y los tijeretazos se notan ya que a menudo tenemos la sensación que el film va dando saltos en el tiempo para detenerse en momentos significativos, que sólo nos sitúa los fundidos en negro con la voz en “off”. Esta da una impresión de inconsistencia que nos impide valorar el film en su justa medida. En cualquier caso, aviso los amantes del cine de artes marciales no quedaran muy satisfechos, mientras que los que acabaron cautivados por “Deseando amar” o “2046” saldrán encantados.
7
20 de diciembre de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Más que un gran maestro, dos grandes discípulos se disputan el escenario y la atención de un público adicto a la épica de las artes marciales y la poesía del cine oriental, que admiró a Bruce Lee en películas mediocres y refinó sus propios gustos hasta preferir el actual wuxia pian a las imitaciones y estupideces gringas por el estilo de Matrix.

Ip Man (Tony Leung) pierde un combate con Gong Er (Ziyi Zhang). Más allá del relato, él será maestro de Bruce Lee y ella morirá invicta, sin que la derrotara nunca ningún hombre, sino el opio.

Ip Man pierde también como protagonista, pues resulta más interesante la historia de Gong Er, hija y discípula de Chan Wah-shun, gran maestro que unificó primero dos estilos clásicos de kung fu y después a las escuelas de norte y sur de China. Tras la jubilación de éste, su sucesor Yixiantian, alias “El Navaja”, colaboró con los invasores japoneses y fue premiado con un puesto en el gobierno títere, traición que desató la ira de su antiguo maestro, muerto al expulsarlo en circunstancias algo confusas. Gong Er vengó la muerte de su padre con un costo muy alto, renunciando al amor, a la felicidad… Con ella, que nunca se casó ni tuvo hijos, murió también “el legado de las 64 manos”.

La obsesiva fascinación de Zhang Yimou ante el rostro de Ziyi es superada por la de Wong Kar-Wai y su director de cámaras Philippe Le Sourd, quienes crean exquisitas imágenes de belleza melancólica. Ella puede aparentar todavía 20 años de edad, pero con suficiente madurez para una sabia economía facial (inclusive sin maquillaje, al menos en apariencia) que lo mismo transmite odio que profunda tristeza, prácticamente sin gesticular. Con la misma sabiduría de las artes marciales y el recurso de la técnica, en su actuación, la precisión del movimiento logra fuerza expresiva y emotividad.

Aunque las peleas no son tan espectaculares como suele ser el wuxia pian, y resultan confusas a ratos, la película es una auténtica lección de kung fu y un homenaje personal, pero falla en el pretencioso intento de concentrar filosofía milenaria y descripción didáctica en dos horas de metraje, que además contienen un poema visual. La narración es discontinua y farragosa.

En términos estéticos, el resultado es magistral, oscuro y seductor. La fotografía se hace una con la dirección artística o el diseño de producción, desde la escenografía y el vestuario hasta la coreografía y el ralentí, a través de una cuidadosa edición.

De no ser por la irrupción bélica de Japón en la historia de China, esta película sería un relato atemporal.

La cursilería solemne del final tiende al autosabotaje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-¿Dices que no es fácil matar gente?

-No es posible matar sin que uno muera también (o el precio de matar es morir -según la traducción). ¿Has pensado si él vale la pena?

-El camino de la venganza no tiene regreso. Sólo puedo seguir adelante.

* * *

Las pertenencias de la familia Gong, “no son tuyas para devolverlas, son mías para llevármelas”.
8
3 de abril de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
El maestro hongkonés Wong Kar-Wai, responsable de la icónica y rompedora Deseando amar decide en esta ocasión retratar la vida del legendario Ip Man, guerrero que domina plenamente las artes marciales y que entrenó a Bruce Lee. Pero, como no podía ser de otra manera, no nos ofrece un biopic al uso, sino un depurado y preciosista bombón audiovisual resultado de varios años de rodaje y miles de horas en la sala de edición muy centrada en las emociones y en el amor que comparte más con Deseando amar que con Hero.

Esto no quita que, sin embargo, las batallas sean, a gusto de quién suscribe estas líneas, los momentos más apasionantes de esta cinta (que por otra parte ve su ritmo perjudicado por ciertos rumbos que toma la narración), de una abundancia de planos de todo tipo pero idéntica belleza, manejando las aceleraciones con la cámara lenta (centrada sobre todo en la vibración del agua o la nieve tras los impactos) articulados con un montaje apabullante, en secuencias de una realización asombrosa que sin duda no hubiese sido posible sin días de rodaje y muchas horas de brutos, de las que obtener miles de planos útiles. Queda claro que debe haber tanto material restante que las versiones de edición podrían ser infinitas, y en este caso sobre todo comprendemos que una película realmente nunca se acaba.

Una vez más la estética es preponderante, y aparte de una hermosa escenografía y vestuarios, posibles gracias a un generoso presupuesto, cada plano, mayormente cortos, cuidan la composición y buscan una función estética más que narrativa. La meláncolica y sensorial música de Shigeru Umebayashi crea una vez más una atmósfera embriagadora, y de nuevo encontramos un amor no correspondido y un peculiar estilo narrativo lento, sensorial y meditativo, corroborado por una voz en off, elipsis temporales amplias y un uso de material de archivo que ralentiza el ritmo, al igual que un abanico de personajes cuya importancia varía a lo largo de la trama, de modo que el espectador duda en ocasiones a que hilo argumental atenerse, y cuáles tan sólo se esbozan.

A pesar de estas lacras, nos encontramos ante una película bella y reivindicable de fórmula ya no novedosa pero que podrá ganar en visionados futuros.
5
24 de julio de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Wong Kar-Wai sin duda para mi uno de los mejores directores que he tenido la oportunidad de poder disfrutar de su filmografía. Aquí vuelve a sus comienzos, a sus primeras películas, recurre a las peleas dejando a un lado lo mejor que tiene para mi, sin duda en "the grandmaster" se nota la abundancia de recursos, cosa que en sus comienzos no disponía, aun así la cinta no llega a convencer en casi ningún momento. Demuestra su gran virtuosismo a la hora de rodar secuencias de acción, esta vez vuelve a utilizar la cámara lenta como en todas sus anteriores películas y lo hace acompañado de la lluvia, que le da un efecto mucho mas espectacular, lo de la cámara lenta y la lluvia fue uno de sus recursos mas utilizados en la que es para mi su mejor película; "deseando amar", con ella comencé a seguirlo y para mi se quedó siendo la mejor con mucha diferencia. En cuanto a "the grandmaster" decir que si es verdad que hace virtud de sus recursos estéticos y de una visualización muy buena, pero la historia desde mi punto de vista tiene poco que aportar, entre que no me gustan las películas de peleas y estamos ante una de sus peores películas mi nota no debe ser superior; sin duda una cinta que no quedará en mi recuerdo.
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