El día de los muertos

"El día de los muertos" (una especie de continuación de "Dawn of the dead" y cierre de la trilogía zombi de George A. Romero, emprendida con la sorprendente "La noche de los muertos vivientes", en 1968), es la más reflexiva y analítica de la serie y supone un aceptable broche de oro. Romero explora una nueva vía en donde quien da el paso adelante no es el ser humano, cada vez más en proceso de involución, sino el zombi. Es la película con más diálogo de las tres.

Quien espere una película machaca-zombis de principio a fin, de acción sin descanso, puede salir francamente decepcionado. Pero como George A. Romero no quiere decepcionar a su legión de fans, también hay ración de vísceras y humanos devorados en vida, con los órganos esparcidos como si se tratase de una casquería, aunque esta vez el banquete de emociones fueretes se reserva para el final.

La acción se sitúa en una extensa estación militar subterránea norteamericana, donde apenas una decena de supervivientes han conseguido mantenerse a salvo de los zombis. El control lo tiene un grupeto de ex-militares cuyo líder es autoritario y se hace imponer a la fuerza y con armas. Entre los demás destaca una chica, Sara, de enorme caracter y agallas, el piloto del helicóptero y un científico que realiza experimentos con zombis, pero es sometido a una enorme presión para que consiga resultados. La tensión entre militares y civiles es máxima. Además, fuera están cercados por los zombis, lo que supone una carga de estrés altísima. Cada zombi que se captura para ser explorado supone jugarse la vida.

No cabe duda de que Romero tiene buen ojo para elegir a sus protagonistas principales. Lori Cardille (Sara) asume el rol de mujer fuerte ( la única mujer), con una interpretación que sobresale del resto, siempre teniendo en cuenta la categoría B del film (aunque mejor que la mayoría de superproducciones banales). Salvando las distancias, tiene un cierto parecido a Carrie Fisher. Por cierto, que es la única película en la que aparece en su currículum, aunque tiene varias series de televisión.

No nos hallamos ante ninguna obra maestra del subgénero zombi, pues es una obra inferior a otras del propio Romero, pero contiene momentos curiosos y reflexiones interesantes en la búsqueda por ofrecer respuestas. Es una continuación bastante lógica.

Los supervivientes de un holocausto nuclear se refugian en una base del ejército rodeada de zombies hambrientos. Las tensiones entre militares y los científicos que tratan de buscar una cura a la enfermedad, provocarán una situación de imprevisibles consecuencias.

Tercera entrega de la trilogía zombie dirigida por George A. Romero y la más floja de las tres. A lo largo de las tres películas se produce una evolución en la decadencia de la civilización. Si en la primera el problema con los zombies era más bien local, en la segunda tiene una dimensión mayor al afectar a casi toda la población, mientras que en la tercera la situación es crítica porque únicamente vemos a un reducido grupo de supervivientes que parecen ser los últimos humanos sobre la Tierra.

Los efectos especiales mejoran con respecto a la anterior, la sangre está mejor hecha y el gore es más realista aunque la escena final es bastante risible (spoiler). Por lo demás la película no aporta nada más al género y todo empieza a resultar repetitivo. Es verdad que se añade una pequeña nota de humor cuando el científico trata de domesticar a un zombie capturado, pero la secuencia es bastante grotesca.

El reparto, como en toda la serie, está compuesto de ilustres desconocidos que cumplen correctamente con su papel. Lo que también destacaría es la atractiva banda sonora y el repulsivo maquillaje amen de algún que otro susto.

Bastante más entretenida que la anterior, desarrolla mucho mejor personajes, es muy interesante el conflicto entre los científicos y los militares, aunque totalmente parcial, hace ver a los soldados como un puñado de idiotas, liderados por un loco fascista. Aunque los científicos también reciben lo suyo, quedando como manipuladores retorcidos con complejo de Dios, pero en una escala mucho menor, solo uno de los científicos es visto de esa manera, e incluso el mismo es retratado con mucha mayor humanidad que cualquiera de los militares.
La historia es muy ágil, a pesar de que se nota en alguna que otra escena los cortes, siempre se ha dicho que el guión de Romero era mucho más largo, lo recortó y aunque lo que filmó fue bastante menor a lo que había escrito, igual le exigieron hacerla más breve, y bueno en alguna escena eso se nota.
Las interpretaciones son malas, sobre todo porque Romero es un muy mal director de actores, hace que todos exageren y eso sumado a lo que imperaba en la década, donde el naturalismo brillaba por su ausencia, mucho peor, no hay 1 personaje que en algún momento no se ponga a gritar como loco.

El día de los muertos es la tercera película de la hexalogía zombi de George A. Romero. En ella se da un paso más en la evolución de los zombis y de su efecto, como pandemia, a nivel mundial.

George A. Romero, el genio por excelencia del género zombi, dirige El día de los muertos. Romero tuvo claro en todo momento cómo quería mostrar la evolución de aquello a lo que dio vida allá por 1968 con La noche de los muertos vivientes. Si en la primera película nos encontrábamos a los caminantes de repente, como una novedad, y en la segunda asistíamos a cómo la humanidad intentaba asimilar la situación, en la tercera lo que vemos es cómo reaccionan los humanos ante el cataclismo que les ha tocado vivir. Un grupo formado por militares y científicos es el que protagoniza la historia y Romero distingue muy bien a los unos de los otros y, aunque usa estereotipos básicos, consigue definir cuál es la naturaleza de cada personaje. A partir de ahí, lo que nos encontramos es un síntoma de que los zombis pueden aprender (viéndolo en las putrefactas carnes de un zombi bastante simpático) y un desarrollo que utiliza bastantes de sus esfuerzos en dar forma al conflicto entre el pragmatismo militar y la evolución científica. Después de eso, y debido al hecho de que los humanos somos bastante capullos a la hora de trabajar en grupo aceptando las ideas de otros (con Romero nunca falta la crítica), festival de vísceras con una calidad en el gore como no se había visto hasta la fecha, a cargo de nombres reconocibles del género como Everett Burrell o Howard Berger, entre otros.

Lori Cardille ejerce de protagonista con un trabajo bastante bien metido en aquello que pide su personaje. Terry Alexander y Jarlath Conroy encabezan (cobrando especial peso en la segunda mitad de la película), con buenas maneras, a los secundarios. Richard Liberty hace una buena labor como un Frankenstein de guardería. A partir de ahí, entran los militares, encabezados por un Joseph Pilato que está cerca de destrozar cada escena en la que consume algunos minutos en pantalla. Gary Howard Klar y Ralph Marrero tienen también un espacio relativamente amplio frente a las cámaras y lo saldan de manera correcta. El apunte especial queda para la aparición en pantalla de Greg Nicotero, quien se convertiría, en poco tiempo, en el único Dios y señor del gore.

Resumiendo: El día de los muertos es, en palabras de George A. Romero, su película favorita de la saga. Yo, personalmente, tengo una opinión bastante lejana en ese aspecto, aunque admiro la capacidad que tiene esta tercera entrega para seguir con una evolución natural del universo creado en La noche de los muertos vivientes. Además, El día de los muertos, por sí sola, es ya una buena película.

Aunque no es la más recordada dentro de la primera trilogía zombie de Romero, y posiblemente sea la menos interesante en cuanto a critica social, lo cierto es que en la cinta se siguen aun tratando temas muy interesantes, especialmente en lo referente a las distintas visiones del gobierno sobre confilctos globales (más lógica y científica, o más conservadora pero sentimental...claro reflejo de los espectros políticos americanos). La trama sigue siendo es igual de comprimida (y de hecho solo ocurren un par de eventos destacables), pero sigue siendo igualmente disfrutable.

Y sí, larga vida a Bob, que es el mejor!