Burton firma una fabula deliciosa. Un cuento para niños con clarísimos ingredientes para adultos, ligera, y sumamente entretenida.

Tim mezcla escenarios oscuros con un mundo de fantasía por el que el espectador, niño o no-niño, se ve envuelto inevitablemente. Narra la historia de forma interesante. Se las arregla para introducir un par de genialidades, haciendo gala de su imaginación. Y, no sé por qué, dota a los personajes de rasgos exagerados, como si quisiera que los odiásemos... y los odiamos. A la mayoría.

La historia, como he dicho, está principalmente pensada para niños. Repite una estructura varias veces hasta el punto de convertirse en predecible. Los toques de humor son fantásticos. Todo un derroche de fantasía.

Danny Elfman compone una partitura sobresaliente.

Depp está correcto, no consigue brillar. El resto del reparto, igual, aunque la mitad de ellos sobreactúan intencionadamente.

Esta es sin ninguna duda la película que Burton siempre había deseado hacer. Cada fotograma, cada personaje y cada frase parecen directamente sacados de la cabeza del genial director. Y es que parece que Burton -a igual que Depp- haya roto todas las cadenas para dejar salir al niño que lleva dentro. Un niño encandilado y extremadamente dulce pero a la vez conocedor que detrás de todo lo bello puede hallarse un monstruo aterrador. El resultado salta a la vista: 'Charlie y la fábrica de chocolate' es una de estas pocas películas que consiguen satisfacer tanto a adultos como niños por igual. Aunque quizá no lo haya hecho a su mejor nivel, Burton ha vuelto a triunfar.

Hermosa, dulce, entrega un concepto valórico de lo que es la familia y la real felicidad...Johnny Deep como siempre magistral.

Correctísima adaptación de Tim Burton de la novela del maestro Roald Dahl. La película es un continuo derroche de fantasía e imaginación, como es habitual en Burton y Dahl, y está llena de buenas intenciones, entretenimiento para todos los públicos y espíritu navideño, de ese que tan bien venden los anuncios. La verdad es que no deja de resultarme curioso que estrenasen en verano algo tan invernal y familiar.
Sin embargo, hay cosas imperdonables, como las ridículas cancioncillas que aparecen cuatro o cinco veces a lo largo del metraje, o el bajón de ritmo que ocurre cuando los niños entran en la fábrica y que se prolonga como quince minutos un poco insoportables. Pero gracias a Dios, el guionista John August se recupera después de ese rato flojito y vuelve en plenitud de facultades al final para insertar la moraleja y el mensaje pro-familia. Ésto no tiene nada de malo, porque además, los trozos ambientados en el mundo de Charlie son excelentes y es precisamente ahí donde se ve con mucha claridad el don que tiene Tim Burton para contar historias conmovedoras entre fenómenos extraños. Pero es sin duda una obra menor en la carrera de un enorme director.

Lo mejor: Todo el trabajo técnico, sobresaliente como es habitual en las películas de su director, y todo el comienzo y el final. Y por supuesto, Freddie Highmore y Helena Bonham Carter.
Lo peor: El bajón de ritmo una vez la acción se traslada a la fábrica, y lo irritante que resulta el personaje de Willy Wonka, ayudado por el histrionismo desatado de Johnny Depp, que de vez en cuando necesita control por parte de su director (cosa que no tiene aquí ni en las secuelas de Piratas del Caribe).

De vez en cuando, a nuestra vida llegan personas que nos aleccionan de manera singular, dolorosa o extraña… pero, sin duda, necesaria. Cuando no se sabe ser humilde, y cuando se tiene por costumbre pensar que nosotros somos las víctimas y los demás nuestros verdugos, vemos éste acto puramente aleccionador como una injusticia de la vida y no como un mensaje que requeríamos urgentemente. Pero, lo creas o no, es un regalo, porque nada puede ser más grato -aunque duela y aunque nos deje una fea cicatriz- que aquello que nos ayuda a abrir los ojos y nos permite Ver.

Hay, al menos, cuatro clases de padres que resultan nocivos para sus hijos: Los Sobreprotectores, los Sumisos, los Tiranos y los Indiferentes. En, <<CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE>>, se hace justicia cuando, de la lección, se hace partícipe tanto al padre como al hijo, pues, los defectos de nuestros hijos, evidencian las falencias de nuestro proceso formativo.

Tim Burton, ese enfant terrible que se fascina con lo gótico y descubre la belleza en lo que otros ven con horror, se complace con este remake de un filme que protagonizara, Gene Wilder, en 1971. Pero, sorprendentemente, Ésta nueva versión resulta más racional y sensata –ignoro cual sea más ajustada al libro de, Roald Dahl– pues, la de Mel Stuart, era descarnadamente cruel y perversa.

Burton, incorpora personajes encantadores, como los abuelos de Charlie, verdadero ejemplo de ese envejecimiento sensato, ¡tan escaso en los últimos tiempos!, y a ellos, los contrasta con los pequeños desadaptados, fiel resultado de la incompetencia de sus padres en segunda generación.

Un largo paseo por las instalaciones de una mágica empresa de chocolates –con algunos momentos que quisiéramos editarlos–, servirá de ocasión para tentar a varios chicos a aflorar sus incontrolados instintos... y ésto motivará el necesario adoctrinamiento que, con malvada complacencia de parte de Willy Wonka, brota de los incidentes a los que él favorece, muy sutilmente.

<<CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE>>, contiene divertidas situaciones, buena música, algunas escenas eficazmente elaboradas... y, Johnny Depp, resulta muy acertado como el hombrecillo, Willy Wonka, al que le prohibieron tanto los dulces que terminó montando la empresa de chocolates más grande de toda la nación. A su obsesivo padre -el dentista Wilber Wonka-, lo interpreta, Christopher Lee, y es probable que, Tim Burton, lo haya elegido porque Lee ha sido, por laaaargo tiempo, un gran experto en colmillos.

Si usted tiene niños malcriados o es usted ese niño que se siente el ombligo del planeta, bien le vale que aprecie ésta película. Una buena sacudida mental de vez en cuando es conveniente.