Alto espionaje
1965 

7.1
3,282
Intriga. Romance
A pesar de que sus últimas misiones son bastante irrelevantes, el agente secreto británico Alec Leamas no desea abandonar la clandestinidad para ocupar un despacho oficial. Su nueva misión en la Alemania Oriental parece más interesante: consiste en hacerse pasar por un desertor y para que su deserción resulte verosímil se las ingenia para desacreditarse y desacreditar a sus jefes hasta conseguir que lo expulsen de la agencia de ... [+]
19 de abril de 2018
19 de abril de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente, sin más.
¿Alguien me puede recomendar alguna/-s película/-s de espías que crea que es mejor a ésta por favor? Me encantaría verla o verlas.He visto otras que están a su altura, "El topo", "El ojo de la aguja", pero no he vista ninguna mejor.
Muchas gracias.
¿Alguien me puede recomendar alguna/-s película/-s de espías que crea que es mejor a ésta por favor? Me encantaría verla o verlas.He visto otras que están a su altura, "El topo", "El ojo de la aguja", pero no he vista ninguna mejor.
Muchas gracias.
9 de mayo de 2025
9 de mayo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela de John le Carré congela el alma; la película de Martin Ritt la rompe. Nos encontramos ante una historia que pone a prueba la esperanza en la humanidad, si es que la humanidad aspira a tal cosa. Una enrevesada trama de espionaje narrada con una frialdad que parece cortar la piel. Un triste relato ambientado en un mundo cuyos habitantes son simples muñecos de nieve que nunca entendieron que no existen términos como la guerra o la paz, comunismo o capitalismo, pues siempre fueron fichas de un juego de miserables donde ganar una partida al rival justifica cualquier sacrificio.
La película es pausada, melancólica y dura de ver. Como adaptación es muy fiel a la novela, sabiendo captar especialmente el ritmo y la desolación psicológica del arco final. El blanco y negro es el ideal para esta historia. La música, sencilla, transmite pena, incluso sensaciones de derrota. La intriga se apodera de la pantalla, precipitándonos hacia una espiral de misteriosos personajes e intenciones ocultas donde creemos saberlo todo y no sabemos nada. La interpretación de Richard Burton se compone de miradas y frases cargadas de furia contenida, sobresaliendo entre las demás actuaciones, a su vez notables. El guion es brillante.
Este tipo de cine objetivo, clínico, de un realismo depresivo, se graba en la retina cual paisaje silencioso de una gélida mañana invernal. Uno de los pocos retratos realistas del espionaje, en concreto de la época de la Guerra Fría, que a su vez supone una pesimista visión de una sociedad y unos ciudadanos que aún creen que el núcleo del mundo está caliente, cuando lo cierto es que tiene un corazón de hielo.
La película es pausada, melancólica y dura de ver. Como adaptación es muy fiel a la novela, sabiendo captar especialmente el ritmo y la desolación psicológica del arco final. El blanco y negro es el ideal para esta historia. La música, sencilla, transmite pena, incluso sensaciones de derrota. La intriga se apodera de la pantalla, precipitándonos hacia una espiral de misteriosos personajes e intenciones ocultas donde creemos saberlo todo y no sabemos nada. La interpretación de Richard Burton se compone de miradas y frases cargadas de furia contenida, sobresaliendo entre las demás actuaciones, a su vez notables. El guion es brillante.
Este tipo de cine objetivo, clínico, de un realismo depresivo, se graba en la retina cual paisaje silencioso de una gélida mañana invernal. Uno de los pocos retratos realistas del espionaje, en concreto de la época de la Guerra Fría, que a su vez supone una pesimista visión de una sociedad y unos ciudadanos que aún creen que el núcleo del mundo está caliente, cuando lo cierto es que tiene un corazón de hielo.
16 de octubre de 2013
16 de octubre de 2013
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como película, sin ser la adaptación de un libro, se podría calificar de notable por su ambientación (en b/n a pesar de estar rodada en 1965, para meter más al espectador en el cine negro aunque no lo consigue), el tema del espionaje con todo lo que conlleva, lo enrevesado del argumento, etc..
PERO resulta que nadie se ha planteado que esta película pretende ser la adaptación de la novela homónima de John Le Carré (pseudónimo con el que escribía un auténtico ex espía británico), por tanto, debería ceñirse a la obra literaria, tesis que no sigue.
Para empezar, Richard Burton (buenísimo actor, que conste) no es ni por asomo Alec Leamas, espía británico más bien bajito, desaliñado, sin afeitar y con un poco de mala leche. Lo siento pero Burton no debería haber participado en esta película salvo en el papel de Munt o Control, a mi entender y habiendo leído la magistral novela. Siguiendo con el casting, los actores/actrices no acaban de cuadrar con los personajes de la novela, les falta fondo, les falta punch y se queda en el espectador un regusto a "mmmm, casi, casi" que es un poco desagradable.
Por otra parte, se obvian pasajes del libro al tuntún, que son fundamentales para entender la personalidad de Leamas y su némesis Munt y las razones de uno y otro para hacer lo que hacen.
No me gusta el uso y abuso de la cámara en los planos "raros", quizás muy influenciada por la técnica de Orson Welles (intocable. Para el director: no te vuelvas a atrever).
En definitiva, como película sin ser adaptación, se quedaría en un obra a tener en cuenta pero como adaptación de una novela, no cumple con lo exigido.
PERO resulta que nadie se ha planteado que esta película pretende ser la adaptación de la novela homónima de John Le Carré (pseudónimo con el que escribía un auténtico ex espía británico), por tanto, debería ceñirse a la obra literaria, tesis que no sigue.
Para empezar, Richard Burton (buenísimo actor, que conste) no es ni por asomo Alec Leamas, espía británico más bien bajito, desaliñado, sin afeitar y con un poco de mala leche. Lo siento pero Burton no debería haber participado en esta película salvo en el papel de Munt o Control, a mi entender y habiendo leído la magistral novela. Siguiendo con el casting, los actores/actrices no acaban de cuadrar con los personajes de la novela, les falta fondo, les falta punch y se queda en el espectador un regusto a "mmmm, casi, casi" que es un poco desagradable.
Por otra parte, se obvian pasajes del libro al tuntún, que son fundamentales para entender la personalidad de Leamas y su némesis Munt y las razones de uno y otro para hacer lo que hacen.
No me gusta el uso y abuso de la cámara en los planos "raros", quizás muy influenciada por la técnica de Orson Welles (intocable. Para el director: no te vuelvas a atrever).
En definitiva, como película sin ser adaptación, se quedaría en un obra a tener en cuenta pero como adaptación de una novela, no cumple con lo exigido.
5 de enero de 2020
5 de enero de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Testimonio de un mundo no sé si mejor o peor, pero definitivamente más interesante que el coetáneo, y ejemplo palmario del abismo de calidad que media entre el cine de entonces —adulto, seco, duro— y la oligofrenia en mallas de superhéroe que plaga las salas actuales. A los muñidores de videoclips que hoy se dicen directores les estallaría la cabeza sólo de imaginar la posibilidad de tener que trabajar con presupuestos tan ajustados como los que se manejaban en la mayoría de cintas de entonces y que, no obstante, gozan de una verosimilitud infinitamente mayor que las orgías digitales de nuestros días.
“El espía que surgió del frío” adapta por primera vez una novela del maestro John le Carré, veteranísimo representante —todavía en activo, a sus tiernos 88 años— de una literatura también al borde de la extinción. Sus espías se encuentran en las antípodas del arquetipo creado por la delirante saga de James Bond. Tipos grises y sin el menor carisma, burócratas anónimos, en batín y pantuflas casi —tal como me imagino a le Carré, ex agente del MI5 y el MI6 él mismo, escribiendo su prolífica obra—. Una fisonomía que no carece de lógica, habida cuenta de que la supervivencia en territorio enemigo estriba precisamente en pasar desapercibido. El personaje de George Smiley, aquí secundario, constituye la encarnación por antonomasia de esa “aurea mediocritas”. Lo mismo le sucede al Alec Leamas interpretado por un Richard Burton soberbio. Mezquino, borracho y acabado, la escena en la oficina de empleo y su posterior reconversión en bibliotecario de tercera son un agudo retrato del antihéroe típico de le Carré. Igualmente característica es la abracadabrante trama, que nos lleva de los suburbios londinenses y sus pubs de mala muerte a una RDA cuya iniquidad se nos sugiere con cuatro extras, un par de uniformes y decorados tan enjutos como solventes. Y, por supuesto, un Oskar Werner al que no arredra la presencia shakespeariana de Richard Burton. Si bien, esa barbita y el chaquetón de cuero —ineludible “must” para cualquier comunista que se precie— hacen de él una mezcla inaudita de Vladimir Lenin y Nacho Escolar que le resta varios puntos de malicia, o quizá no.
“El espía que surgió del frío” adapta por primera vez una novela del maestro John le Carré, veteranísimo representante —todavía en activo, a sus tiernos 88 años— de una literatura también al borde de la extinción. Sus espías se encuentran en las antípodas del arquetipo creado por la delirante saga de James Bond. Tipos grises y sin el menor carisma, burócratas anónimos, en batín y pantuflas casi —tal como me imagino a le Carré, ex agente del MI5 y el MI6 él mismo, escribiendo su prolífica obra—. Una fisonomía que no carece de lógica, habida cuenta de que la supervivencia en territorio enemigo estriba precisamente en pasar desapercibido. El personaje de George Smiley, aquí secundario, constituye la encarnación por antonomasia de esa “aurea mediocritas”. Lo mismo le sucede al Alec Leamas interpretado por un Richard Burton soberbio. Mezquino, borracho y acabado, la escena en la oficina de empleo y su posterior reconversión en bibliotecario de tercera son un agudo retrato del antihéroe típico de le Carré. Igualmente característica es la abracadabrante trama, que nos lleva de los suburbios londinenses y sus pubs de mala muerte a una RDA cuya iniquidad se nos sugiere con cuatro extras, un par de uniformes y decorados tan enjutos como solventes. Y, por supuesto, un Oskar Werner al que no arredra la presencia shakespeariana de Richard Burton. Si bien, esa barbita y el chaquetón de cuero —ineludible “must” para cualquier comunista que se precie— hacen de él una mezcla inaudita de Vladimir Lenin y Nacho Escolar que le resta varios puntos de malicia, o quizá no.
21 de mayo de 2023
21 de mayo de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria. El único punto en donde falla es al comienzo, cuando decide continuar en activo y comienza a realizar su vida normal, en un empleo estable. No queda claro si abandona el espionaje o le ayudan a abandonarlo. Tienes que verla hasta el final y eso dificulta un tanto el visitando, aunque favorece la tensión y facilita su visionado. Hacerse pasar por traidor para funcionar como doble espía es arriesgado, es evidente que no puede salir bien la pretensión.
Magnífica música, a veces inexistente.
La conversación en el cabaret con el comunista es espectacular, con un desnudo de mujer en la escena es todo un contrapunto de la realidad social, comunistas de salón bebiendo Wyski de marca cara en burdeles capitalistas.
Excelente Richard Burton, al que su leyenda de bebedor le facilita mucho su papel de amargado ex-espía. Claire Bloom (que se casó con Philip Roth) es la chica y Oskar Werner el espía comunista.
Es evidente que sin la imaginación de John Le Carré películas como estas no serían posibles. Siempre que las veo pienso: ¿es tan irreal el espionaje como lo plantea la cinta, o es al revés, que nos esté contando alguna historia auténticamente real? No está de más recordar que él fue espía, auténtico espía.
Magnífica música, a veces inexistente.
La conversación en el cabaret con el comunista es espectacular, con un desnudo de mujer en la escena es todo un contrapunto de la realidad social, comunistas de salón bebiendo Wyski de marca cara en burdeles capitalistas.
Excelente Richard Burton, al que su leyenda de bebedor le facilita mucho su papel de amargado ex-espía. Claire Bloom (que se casó con Philip Roth) es la chica y Oskar Werner el espía comunista.
Es evidente que sin la imaginación de John Le Carré películas como estas no serían posibles. Siempre que las veo pienso: ¿es tan irreal el espionaje como lo plantea la cinta, o es al revés, que nos esté contando alguna historia auténticamente real? No está de más recordar que él fue espía, auténtico espía.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here