La vergüenza
6.1
2,028
Drama
Pepe y Lucía no pueden con Manu. Lo han intentado todo, pero es inútil: el niño que adoptaron hace apenas un año les viene grande, no se hacen con él, y han decidido devolverlo. Sin embargo pronto se dan cuenta del precio que deberán pagar si quieren seguir adelante con su plan... Ópera prima de David Planell, guionista nominado al Goya por "Siete mesas de billar francés" (co-escrito con Gracia Querejeta) que ha trabajado en algunas de ... [+]
5 de mayo de 2009
5 de mayo de 2009
7 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brillante película que se presenta como teatro filmado, con poquitos (y excelentes) actores, apenas dos o tres escenarios y una historia sencilla pero que emociona y atrapa desde el principio. Una película emotiva e intensa, ácida y divertida, realista y cruda. Todo ocurre rápido, en un día. Los diálogos (el guión en definitiva) no tienen desperdicio. El final es abierto, te hace reflexionar sobre los protagonistas y sobre nosotros mismos (nuestra propia reacción ante circunstancias parecidas).
7 de mayo de 2009
7 de mayo de 2009
7 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vergüenza parte de unas premisas interesantes desde un principio, la forma en que se presenta es el transcurso de una mañana en la vida de una pareja acomodada que decide devolver al niño que tienen en régimen de acogimiento, paso previo a la adopción.
Pero esto es solo el punto de partida para presentarnos, sin artificios, los problemas de una pareja y el ahogo sentimental que sufren, de modo que poco a poco se van desnudando, aunque no se sepa que pasará con ellos, pasando el tema de la adopción a un segundo plano.
El punto fuerte de Planell es el guión, en el que desarrolla diálogos afilados combinados con altas dosis de humor negro, con frases del tipo: “No somos Sta. Angelina Jolie”. Pero es que además se perfila como un buen director de actores, prueba de ello es el derroche interpretativo tanto de sus protagonistas como de las actrices secundarias.
Alberto San Juan (Bajo las estrellas, Horas de luz) interpreta nuevamente a un personaje con síndrome de Peter Pan, un hombre que no quiere crecer, pero que no te recuerda a ninguno de los anteriores, ahí es donde se nota un buen intérprete, ya que San Juan dota de pequeños matices a Pepe, para que no sea el fracasado de “Gente de mala calidad”. Pasea con total naturalidad entre los momentos más dramáticos y los más cómicos sin que te des cuenta, de manera que antes de limpiarte la lágrima, está arrancando una carcajada en la sala.
La gran revelación del equipo artístico son las actrices, por un lado la protagonista Natalia Mateo (El patio de mi cárcel, Azuloscurocasinegro), actriz fetiche del mundo del cortometraje (Express, Ponys o Carisma), también salta al largo como protagonista con este trabajo, creando a base de la contención emocional a Lucía, que ante su aparente seguridad, se acaba derrumbando ante los sentimientos más íntimos de una mujer.
Destacan también las secundarias Norma Martínez (Rosa), que desempeña el rol del dramatismo, por lo patético de su vida y Marta Aledo (Irene), que carga junto con San Juan con la parte más cómica, aunque para no contar mucho les diré que al final todos los personajes te acaban sorprendiendo.
Una película que se ve en la gran pantalla, pero que dotada de cierto ambiente teatral, por el tiempo en que transcurre y los pocos escenarios, podría verse perfectamente sobre las tablas de un teatro y que a buen seguro sería un éxito como lo será esta cinta que se estrena el próximo día 30 de abril, que desde aquí recomiendo a todos los que les guste las historias íntimas, costumbristas y que disfruten de diálogos bien interpretados.
Pero esto es solo el punto de partida para presentarnos, sin artificios, los problemas de una pareja y el ahogo sentimental que sufren, de modo que poco a poco se van desnudando, aunque no se sepa que pasará con ellos, pasando el tema de la adopción a un segundo plano.
El punto fuerte de Planell es el guión, en el que desarrolla diálogos afilados combinados con altas dosis de humor negro, con frases del tipo: “No somos Sta. Angelina Jolie”. Pero es que además se perfila como un buen director de actores, prueba de ello es el derroche interpretativo tanto de sus protagonistas como de las actrices secundarias.
Alberto San Juan (Bajo las estrellas, Horas de luz) interpreta nuevamente a un personaje con síndrome de Peter Pan, un hombre que no quiere crecer, pero que no te recuerda a ninguno de los anteriores, ahí es donde se nota un buen intérprete, ya que San Juan dota de pequeños matices a Pepe, para que no sea el fracasado de “Gente de mala calidad”. Pasea con total naturalidad entre los momentos más dramáticos y los más cómicos sin que te des cuenta, de manera que antes de limpiarte la lágrima, está arrancando una carcajada en la sala.
La gran revelación del equipo artístico son las actrices, por un lado la protagonista Natalia Mateo (El patio de mi cárcel, Azuloscurocasinegro), actriz fetiche del mundo del cortometraje (Express, Ponys o Carisma), también salta al largo como protagonista con este trabajo, creando a base de la contención emocional a Lucía, que ante su aparente seguridad, se acaba derrumbando ante los sentimientos más íntimos de una mujer.
Destacan también las secundarias Norma Martínez (Rosa), que desempeña el rol del dramatismo, por lo patético de su vida y Marta Aledo (Irene), que carga junto con San Juan con la parte más cómica, aunque para no contar mucho les diré que al final todos los personajes te acaban sorprendiendo.
Una película que se ve en la gran pantalla, pero que dotada de cierto ambiente teatral, por el tiempo en que transcurre y los pocos escenarios, podría verse perfectamente sobre las tablas de un teatro y que a buen seguro sería un éxito como lo será esta cinta que se estrena el próximo día 30 de abril, que desde aquí recomiendo a todos los que les guste las historias íntimas, costumbristas y que disfruten de diálogos bien interpretados.
20 de mayo de 2009
20 de mayo de 2009
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La papelera está llena de historias tiradas. Son argumentos excelentes cuyo desarrollo es incapaz de aprovechar su potencial. Generalmente son problemas de guión, raramente de dirección. La vergüenza no pertenece a esta categoría.
En la papelera apenas hay guiones estupendos cuya ejecución es incapaz de hacer realidad el papel. La vergüenza sí pertenece a esta categoría.
El argumento es insigne. Una pareja izquierdista, biempensante, educada para no dar a su hijo más que reprimendas cursis se encuentra con que su hijo adoptado es poco menos que el diablo vestido de peruano. Y ni quieren ser racistas, ni quieren ser dictadores. Eso les conmina a ser lo que no son, a ser lo que han aprendido a no ser. Y eso les sitúa en un punto en que cada uno tiene un interés opuesto.
Partiendo de esta premisa y siendo David Planell fiel a su propio estilo, a los diálogos afilados y mordaces, al tiempo real y espacio único, el director podía haber confiado en su material y lograr una película épica en lo íntimo, capaz de hacer discurso de cada discusión, metáfora de cada actuación.
Sin embargo, no lo hace. Alguien le convence de que se vuelva más cinematográfico. Y sale innecesariamente de la casa. Y mete el innecesario personaje de la criada que es madre. Y dobla al niño actor. Y no respeta el tiempo real. Y rueda mal y encuadra peor.
El guión es tan poderoso que todo ese cúmulo de malas decisiones no dan traste con la película. Y consigue situaciones potentes, risas varias y un par de momentos notables. Pero sigue quedando el poso de lo que pudo haber sido. De lo que no es. Todo por no haber sido fiel a sí mismo.
En la papelera apenas hay guiones estupendos cuya ejecución es incapaz de hacer realidad el papel. La vergüenza sí pertenece a esta categoría.
El argumento es insigne. Una pareja izquierdista, biempensante, educada para no dar a su hijo más que reprimendas cursis se encuentra con que su hijo adoptado es poco menos que el diablo vestido de peruano. Y ni quieren ser racistas, ni quieren ser dictadores. Eso les conmina a ser lo que no son, a ser lo que han aprendido a no ser. Y eso les sitúa en un punto en que cada uno tiene un interés opuesto.
Partiendo de esta premisa y siendo David Planell fiel a su propio estilo, a los diálogos afilados y mordaces, al tiempo real y espacio único, el director podía haber confiado en su material y lograr una película épica en lo íntimo, capaz de hacer discurso de cada discusión, metáfora de cada actuación.
Sin embargo, no lo hace. Alguien le convence de que se vuelva más cinematográfico. Y sale innecesariamente de la casa. Y mete el innecesario personaje de la criada que es madre. Y dobla al niño actor. Y no respeta el tiempo real. Y rueda mal y encuadra peor.
El guión es tan poderoso que todo ese cúmulo de malas decisiones no dan traste con la película. Y consigue situaciones potentes, risas varias y un par de momentos notables. Pero sigue quedando el poso de lo que pudo haber sido. De lo que no es. Todo por no haber sido fiel a sí mismo.
7 de noviembre de 2010
7 de noviembre de 2010
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que siempre he tenido y tendré ciertos prejuicios a la hora de ver cine español, y es algo que no puedo remediar. La verdad esque las películas nacionales que más suelen llamar la atención y más exito de taquilla consiguen, suelen ser comedias absurdas que de calidad cimatográfica tienen mas bien poco, aunque de vez en cuando, alguna que otra película irrumpe en el panorama español, pasando desapercibida, pero digna de, al menos una oportunidad. David Planell debuta en la dirección adentrándose en el mundo de adopción, centrándose tanto en el niño con problemas, cómo en la pareja de padres y sus problemas personales.
Pepe y Lucía tienen una vida normal, son dos peces que nadan en su propia pecera, sin nada ni nadie que rompa su ambiente. Pero algo les falta, asique deciden acoger a un niño, saben que es un niño con problemas, pero aún así, le invitan a entrar en su pecera. Lo que no saben, es, que a medida que el tiempo pasa, ese niño rompe de alguna manera esa pecera e introduce en esa vida, miedo, amor, mentiras, y verguenza, sobretodo verguenza.
Pese a ser una propuesta arriesgada, el guión es sólido, mezclando la vida cotidiana y los sientimientos de los peronajes con puntos de humor y dos tramas paralelas algo dramáticas, aunque quizá a momentos pueda parecer poco creíble y resulte incómodo. El reparto cumple, la fotografía está muy bien y la música acertadísima. Recomiendo el visionado a todo el mundo, no defrauda.
Pepe y Lucía tienen una vida normal, son dos peces que nadan en su propia pecera, sin nada ni nadie que rompa su ambiente. Pero algo les falta, asique deciden acoger a un niño, saben que es un niño con problemas, pero aún así, le invitan a entrar en su pecera. Lo que no saben, es, que a medida que el tiempo pasa, ese niño rompe de alguna manera esa pecera e introduce en esa vida, miedo, amor, mentiras, y verguenza, sobretodo verguenza.
Pese a ser una propuesta arriesgada, el guión es sólido, mezclando la vida cotidiana y los sientimientos de los peronajes con puntos de humor y dos tramas paralelas algo dramáticas, aunque quizá a momentos pueda parecer poco creíble y resulte incómodo. El reparto cumple, la fotografía está muy bien y la música acertadísima. Recomiendo el visionado a todo el mundo, no defrauda.
13 de septiembre de 2011
13 de septiembre de 2011
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vergüenza se estrenó avalada por el premio a la mejor película del Festival de Málaga. Algo que no es motivo de alborozo dado el nivel habitual de las películas que compiten en este festival, pero que en este caso resulta bastante consecuente viendo el resultado final de la película.
La vergüenza está dirigida por David Planell, un guionista habitual de series de televisión, que, como tantos otros, se decide a dar el salto a la dirección de cine. El problema es que esta gente suele mantener todos los vicios adquiridos de la televisión y esto nunca beneficia a sus intentos por realizar buenas películas. El caso de David Planell es seguramente uno de los mas dignos.
La vergüenza cuenta la historia de un matrimonio joven que tiene en régimen de acogida a un niño peruano de ocho años. Es un niño con problemas de comunicación y carácter áspero fruto de una infancia marcada por los problemas de alcoholismo de su madre primero, y de su paso por diferentes casas de acogida después. La convivencia con él está minando la relación entre sus padres de acogida, mientras que él se siente más unido a la chica peruana que se encarga de su cuidado.
La acción de La vergüenza transcurre en un solo día. Ese día estalla el conflicto dramático que se viene incubando desde tiempo atrás. La visita de una nueva funcionaria de los servicios sociales que viene a tratar el asunto de la adopción definitiva del niño es el catalizador que se encarga de ello. Por otro lado la niñera también tendra su historia particular.
David Planell, además de director, es también el guionista de la película, y es ahí donde más brilla su trabajo. En el guión, y también en la dirección de actores, ya que en todo lo demás se muestra bastante plano y sin personalidad. Su trabajo de puesta en escena es funcional y no hace nada por potenciar el caudal dramático de la historia.
Tiene la suerte de que, tras un comienzo titubeante, la película adquiere una fuerza notable sobre todo en lo que respecta a los contínuos cara a cara entre los dos protagonistas. Esos momentos en que las dudas y el miedo acorralan a los padres del niño, la progresiva distancia que se abre entre sus diferentes formas de enfrentarse al problema, y la catarsis final en la que sale todo lo que no se habían dicho hasta entonces, tienen la suficiente fuerza e intensidad como para mantener en alto el nivel de la película. Algo a lo que el excelente trabajo de Natalia Mateo y Alberto San Juan, que se crece a medida que avanza la película, no es ajeno.
(sigue sin spoiler)
La vergüenza está dirigida por David Planell, un guionista habitual de series de televisión, que, como tantos otros, se decide a dar el salto a la dirección de cine. El problema es que esta gente suele mantener todos los vicios adquiridos de la televisión y esto nunca beneficia a sus intentos por realizar buenas películas. El caso de David Planell es seguramente uno de los mas dignos.
La vergüenza cuenta la historia de un matrimonio joven que tiene en régimen de acogida a un niño peruano de ocho años. Es un niño con problemas de comunicación y carácter áspero fruto de una infancia marcada por los problemas de alcoholismo de su madre primero, y de su paso por diferentes casas de acogida después. La convivencia con él está minando la relación entre sus padres de acogida, mientras que él se siente más unido a la chica peruana que se encarga de su cuidado.
La acción de La vergüenza transcurre en un solo día. Ese día estalla el conflicto dramático que se viene incubando desde tiempo atrás. La visita de una nueva funcionaria de los servicios sociales que viene a tratar el asunto de la adopción definitiva del niño es el catalizador que se encarga de ello. Por otro lado la niñera también tendra su historia particular.
David Planell, además de director, es también el guionista de la película, y es ahí donde más brilla su trabajo. En el guión, y también en la dirección de actores, ya que en todo lo demás se muestra bastante plano y sin personalidad. Su trabajo de puesta en escena es funcional y no hace nada por potenciar el caudal dramático de la historia.
Tiene la suerte de que, tras un comienzo titubeante, la película adquiere una fuerza notable sobre todo en lo que respecta a los contínuos cara a cara entre los dos protagonistas. Esos momentos en que las dudas y el miedo acorralan a los padres del niño, la progresiva distancia que se abre entre sus diferentes formas de enfrentarse al problema, y la catarsis final en la que sale todo lo que no se habían dicho hasta entonces, tienen la suficiente fuerza e intensidad como para mantener en alto el nivel de la película. Algo a lo que el excelente trabajo de Natalia Mateo y Alberto San Juan, que se crece a medida que avanza la película, no es ajeno.
(sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Menos consistente resulta la trama que envuelve a la niñera, que aunque también tiene sus buenos momentos de intensidad dramática y un buen trabajo de la actriz que la encarna, carece del rigor y de la credibilidad que si tiene el resto de la historia.
David Planell ha demostrado que como guionista y director de actores es capaz de cubrir el expediente. Ahora solo le queda demostrar un poco de carácter y personalidad en las otras facetas que engloba su trabajo como director.
David Planell ha demostrado que como guionista y director de actores es capaz de cubrir el expediente. Ahora solo le queda demostrar un poco de carácter y personalidad en las otras facetas que engloba su trabajo como director.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here