Paranoid Park
6.7
7,622
17 de julio de 2010
17 de julio de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si he de ser sincero, me aburre, no más que Elephant, que al menos tenía ritmo, idependientemente de la cámara lenta, y lo que es más importante, un sentido.
Sin embargo, esto es..., para que me entendáis, lo que intentó hacer Radio Futura con El viento de África, después del éxito de Semilla Negra, es decir, volver a intentar repetir un éxito que ya era dudoso. Y era dudoso, porque lo que sorprendió de Semilla Negra era el nuevo estilo, no la letra de la canción, ¿me entendéis?
Veamos, el éxito de Elephant, era coger un hecho que sucedió de forma violenta y acelerada, en una sociedad violenta y acelerada, ponerlo en cámara lenta y hacernos así reflexionar sobre lo irracional del hecho en sí, sobre lo irracional del tipo de sociedad existente, etcétera.
Sin embargo, esto es..., para que me entendáis, lo que intentó hacer Radio Futura con El viento de África, después del éxito de Semilla Negra, es decir, volver a intentar repetir un éxito que ya era dudoso. Y era dudoso, porque lo que sorprendió de Semilla Negra era el nuevo estilo, no la letra de la canción, ¿me entendéis?
Veamos, el éxito de Elephant, era coger un hecho que sucedió de forma violenta y acelerada, en una sociedad violenta y acelerada, ponerlo en cámara lenta y hacernos así reflexionar sobre lo irracional del hecho en sí, sobre lo irracional del tipo de sociedad existente, etcétera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Porque que tus padres se separen, que tu mamá no te entienda, que te dé por hacer skate, por andar con los chicos malos, por pasar de la pija de tu novia que tampoco te entiende y acabar, por accidente eso sí, matando a un honrado cabeza de familia, ni te convierte en síntoma de una sociedad enferma, ni es un hecho violento e irracional, ni requiere de un tratamiento en slowmotion, para poder reflexionar sobre ello.
Además, Elephant parte de una idea general y de un hecho concrteto. Es decir, a partir de que dos adolescentes desequilibrados, normales y corrientes pero desequilibrados, se liaran a tiros con medio instituto para después suicidarse, tratar de una manera sutil y casi documental de recurrir al tan manido "oh, estos chicos de hoy en día,... ¿qué clase de sociedad estamos creando?" tiene sentido, o para alguien puede tener sentido. Desde mi punto de vista, eran dos majaras que acabaron así como podían haber acabado volando un edificio con estiércol de vaca o manteniendo relaciones sexuales con un tipo de pez exclusivo de las islas Caimán.
En cuanto a la historia de este chaval, lo único raro es que acabe matando a un pobre hombre, el resto son cosas normales que le pasan a la gente normal. No es un drama. No es un síntoma de una sociedad violenta y enferma, es una tomadura de pelo. Esto no pasa y si pasa tanto le podría pasar a este joven depresivo como a cualquiera de los amigos de su novia pija.
Empiezo a estar aburrido de estas moralinas que tratan de darnos cada vez que a un loco le da por hacer una locura, a un tonto le da por hacer una tontería o a un crío le da por hacer cosas de críos, independientemente de las consecuencias.
Además, Elephant parte de una idea general y de un hecho concrteto. Es decir, a partir de que dos adolescentes desequilibrados, normales y corrientes pero desequilibrados, se liaran a tiros con medio instituto para después suicidarse, tratar de una manera sutil y casi documental de recurrir al tan manido "oh, estos chicos de hoy en día,... ¿qué clase de sociedad estamos creando?" tiene sentido, o para alguien puede tener sentido. Desde mi punto de vista, eran dos majaras que acabaron así como podían haber acabado volando un edificio con estiércol de vaca o manteniendo relaciones sexuales con un tipo de pez exclusivo de las islas Caimán.
En cuanto a la historia de este chaval, lo único raro es que acabe matando a un pobre hombre, el resto son cosas normales que le pasan a la gente normal. No es un drama. No es un síntoma de una sociedad violenta y enferma, es una tomadura de pelo. Esto no pasa y si pasa tanto le podría pasar a este joven depresivo como a cualquiera de los amigos de su novia pija.
Empiezo a estar aburrido de estas moralinas que tratan de darnos cada vez que a un loco le da por hacer una locura, a un tonto le da por hacer una tontería o a un crío le da por hacer cosas de críos, independientemente de las consecuencias.
21 de junio de 2011
21 de junio de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de visionar Paranoid Park e inmediatamente me ha venido a la cabeza un artículo que leí cuando era un adolescente. Se trataba de una dura crítica contra los deleznables culebrones venezolanos que inundaron la televisión estatal por aquella época. De aquella interesante crítica hubo una frase que me impactó sobremanera. Venía a decir que, para lo que una serie americana (norteamericana, se sobreentiende) tardaba solo un par de segundos en reflejar, el culebrón necesitaba, como mínimo, 45 minutos. Pues se limitaban (supongo que por falta de presupuesto, ideas o talento) a estirar y estirar las escenas con un argumento absurdo, banal y superficial.
¿Estoy dando a entender que Paranoid Park es de tan ínfima calidad artística como los desdeñables culebrones sudamericanos? Pues no, claro que no, pero sí que adolece del mismo error: alargar una idea argumental hasta el hastío para solo así dar cabida a la pretensiones artísticas que desea mostrar el director a lo largo del film. Y mira que Gus Van Sant tiene algunas películas que me gustan mucho, pero el grueso de su obra es de una egolatría y prepotencia casi vomitivas. He cometido ya muchas veces el error de enfrentarme a sus películas con ojos inocentes y puros. La amplia mayoría de las veces he salido asqueado por lo insulso de sus guiones y por cómo se regodea rodando imágenes psicodélicas y sumamente subrealistas, acompañadas, en este caso, de las poco verosímiles reflexiones pseudointelectuales de mano del adolescente protagonista. Y claro, para eso nada mejor que dilatar hasta el tedio una película que hubiera dado simplemente para un interesante corto (pues el mundo que rodea a los skaters es, como mínimo, interesante).
Por supuesto que no voy a negar la gran belleza de la película y lo magníficamente que está planificada y rodada. Nos va cautivando en cada momento con sus oníricas imágenes, sus planos muy estéticos y su envolvente música felliniana hasta llegar a un clímax muy embriagador . Pero ¿es acaso esto cine? Pues no. Eso no es más que una sucesión de imágenes muy bellas, solo eso, cuyo resultado provoca una apatía, aburrimiento y desgana apabullantes. ¿Que el señor Van Sant quiere hacer un pretencioso ejercicio de estilismo estético, disfradado de cine independiente de calidad, para mayor gloria de su vanidad y prepotencia? Pues allá él, pero de cualquier cinéfilo inteligente solo obtendrá unos bostezos más que representativos.
www.eldespotricadorcinefilo.com
¿Estoy dando a entender que Paranoid Park es de tan ínfima calidad artística como los desdeñables culebrones sudamericanos? Pues no, claro que no, pero sí que adolece del mismo error: alargar una idea argumental hasta el hastío para solo así dar cabida a la pretensiones artísticas que desea mostrar el director a lo largo del film. Y mira que Gus Van Sant tiene algunas películas que me gustan mucho, pero el grueso de su obra es de una egolatría y prepotencia casi vomitivas. He cometido ya muchas veces el error de enfrentarme a sus películas con ojos inocentes y puros. La amplia mayoría de las veces he salido asqueado por lo insulso de sus guiones y por cómo se regodea rodando imágenes psicodélicas y sumamente subrealistas, acompañadas, en este caso, de las poco verosímiles reflexiones pseudointelectuales de mano del adolescente protagonista. Y claro, para eso nada mejor que dilatar hasta el tedio una película que hubiera dado simplemente para un interesante corto (pues el mundo que rodea a los skaters es, como mínimo, interesante).
Por supuesto que no voy a negar la gran belleza de la película y lo magníficamente que está planificada y rodada. Nos va cautivando en cada momento con sus oníricas imágenes, sus planos muy estéticos y su envolvente música felliniana hasta llegar a un clímax muy embriagador . Pero ¿es acaso esto cine? Pues no. Eso no es más que una sucesión de imágenes muy bellas, solo eso, cuyo resultado provoca una apatía, aburrimiento y desgana apabullantes. ¿Que el señor Van Sant quiere hacer un pretencioso ejercicio de estilismo estético, disfradado de cine independiente de calidad, para mayor gloria de su vanidad y prepotencia? Pues allá él, pero de cualquier cinéfilo inteligente solo obtendrá unos bostezos más que representativos.
www.eldespotricadorcinefilo.com
12 de julio de 2009
12 de julio de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Paranoid Park” permitirá a Gus Van Sant seguir llevando la aureola de cineasta peculiar, admirado y discutido a partes iguales, y aunque su trayectoria esté marcada por la irregularidad, nadie le podrá discutir el esfuerzo y la constancia en hacer un cine diferente, que exige un esfuerzo del espectador, demasiado acostumbrado a que se lo den todo mascado y (casi) digerido.
No son casuales las referencias a la guerra de Irak que Gus Van Sant deja caer en algunos momentos del film. Situando la película en su contexto real, es decir el de hace dos años, justo en uno de los períodos más críticos del conflicto, el sentimiento de culpabilidad que acompaña al protagonista de la historia no parece muy lejano al que seguramente acompañaba a la sociedad americana pre-Obama. El tránsito a la edad adulta, la llegada de las responsabilidades que esta entraña, configuran el eje básico sobre el que gira esta historia en la que Van Sant vuelve a optar por un cine sensorial más que narrativo, sin llegar a la radicalidad de “Last days”, acercándose de una manera más clara a esa “Elephant” de la cual “Paranoid Park” sería una efectiva cara B.
Tomando el mundo de los skaters como referencia, Van Sant aplica su mirada a los adolescentes con la curiosidad aplicada de un Larry Clark exento de morbo e invita al espectador a ser partícipe del caótico análisis de la situación que se adivina en la mente de su joven protagonista, sin prescindir de cualquier elemento que se halle a su alcance. Así pues, el uso de la cámara lenta, la narración fragmentada, la combinación de música clásica y canciones pop, el sonido como recurso narrativo y la cuidada fotografía de Christopher Doyle consiguen un efecto hipnótico y sugestivo que no solo ayuda a la comprensión y desarrollo del relato, sino que potencian las virtudes de éste y esconden sus inevitables defectos. Con todo, “Paranoid Park” funciona como perfecta metáfora de la (in)madurez, del coste a asumir las consecuencias de nuestros actos, de la entrada al mundo real para el que parece que igualmente al “Paranoid Park”, nunca estamos preparados para ir.
Lo mejor: el derroche de técnica puesto al servicio de la historia.
Lo peor: que el espectador quede al margen del juego propuesto por Van Sant.
No son casuales las referencias a la guerra de Irak que Gus Van Sant deja caer en algunos momentos del film. Situando la película en su contexto real, es decir el de hace dos años, justo en uno de los períodos más críticos del conflicto, el sentimiento de culpabilidad que acompaña al protagonista de la historia no parece muy lejano al que seguramente acompañaba a la sociedad americana pre-Obama. El tránsito a la edad adulta, la llegada de las responsabilidades que esta entraña, configuran el eje básico sobre el que gira esta historia en la que Van Sant vuelve a optar por un cine sensorial más que narrativo, sin llegar a la radicalidad de “Last days”, acercándose de una manera más clara a esa “Elephant” de la cual “Paranoid Park” sería una efectiva cara B.
Tomando el mundo de los skaters como referencia, Van Sant aplica su mirada a los adolescentes con la curiosidad aplicada de un Larry Clark exento de morbo e invita al espectador a ser partícipe del caótico análisis de la situación que se adivina en la mente de su joven protagonista, sin prescindir de cualquier elemento que se halle a su alcance. Así pues, el uso de la cámara lenta, la narración fragmentada, la combinación de música clásica y canciones pop, el sonido como recurso narrativo y la cuidada fotografía de Christopher Doyle consiguen un efecto hipnótico y sugestivo que no solo ayuda a la comprensión y desarrollo del relato, sino que potencian las virtudes de éste y esconden sus inevitables defectos. Con todo, “Paranoid Park” funciona como perfecta metáfora de la (in)madurez, del coste a asumir las consecuencias de nuestros actos, de la entrada al mundo real para el que parece que igualmente al “Paranoid Park”, nunca estamos preparados para ir.
Lo mejor: el derroche de técnica puesto al servicio de la historia.
Lo peor: que el espectador quede al margen del juego propuesto por Van Sant.
18 de julio de 2009
18 de julio de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Van Sant mira la realidad como un estado laberíntico donde la fantasía y el dolor se fusionan postulando una nueva estructura mental-emocional: la apatía. Lo que une a los jóvenes que retrata en Paranoid Park no es su "comunión" en torno al espacio que los congrega, sino ese insólito desinterés por la nada, por lo invariable del transcurrir. Alex es un adolescente sin futuro, sin deseos, sin aspiraciones, es una suerte de “filósofo” de la inconsciencia, en un continuo éxtasis hacia el imponderable. Van Sant se esmera en proyectar la óptica de su protagonista; lo que vemos resulta ser la mirada prolongada, ralentizada, de Alex. El trabajo de dirección y fotográfico no es un artilugio, ni un “efecto”, es simplemente la larga captura entre pestañeos de toda una generación orbitando de un lado a otro, en un eterno vaivén como la oscilación de un skate en un túnel sinfín, repleto de aire y sin explicaciones.
23 de octubre de 2009
23 de octubre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Paranoid Park” es una película vanguardista, es la utilización de un nuevo lenguaje cinematográfico donde prima mucho más el estilo visual que las palabras. El inclasificable Gus Van Sant se vuelve a alejar del cine prototípico y comercial para ofrecernos un film original y arriesgado. No cabe decir que el director sale indemne de su experimento y con nota alta.
No es la primera vez que Van Sant trata la vida de los adolescentes, ya lo hizo anteriormente con”Elephant”, película muy infravalorada según el pensamiento de un servidor. Al igual que la película anteriormente mencionada. El realizador de “Last Days” trata de sumergirnos, y nunca mejor dicho, en la mente de un adolescente en crisis por haber matado accidentalmente a un guardia civil. El film manifiesta la pérdida de la inocencia juvenil y de cómo el joven se siente débil e impotente ante su situación. La sensación de desorientación, que envuelve toda la trama del film, está muy bien lograda.
Si duda, lo mejor de “Paranoid Park” es su modo inteligente y peculiar de contarnos la historia, que se sujeta mediante el poder de las imágenes y el uso del sonido, prescindiendo prácticamente de diálogos y de demás recursos narrativos. El impacto visual de la película es implacable y aplastante, con una inmensa capacidad de arrastrar al espectador hacia sus entrañas sintiendo sensaciones muy difíciles de plasmar, como el miedo.
Muchos pensarán que Gus Van Sant ha realizado más un experimento que una película, quizá no vayan muy desencaminados, pero es innegable su gran habilidad en relatarnos este crudo drama mediante el poder de las imágenes, las cuales, se quedan grabadas ante nuestra retina, y el uso tan inteligente que hace del sonido y de su variopinta banda sonora. No es una obra maestra, pero es una gozada el poder visionar un tema tan crudo des de una diferente perspectiva. No deja a nadie indiferente, un film novedoso y atrevido.
No es la primera vez que Van Sant trata la vida de los adolescentes, ya lo hizo anteriormente con”Elephant”, película muy infravalorada según el pensamiento de un servidor. Al igual que la película anteriormente mencionada. El realizador de “Last Days” trata de sumergirnos, y nunca mejor dicho, en la mente de un adolescente en crisis por haber matado accidentalmente a un guardia civil. El film manifiesta la pérdida de la inocencia juvenil y de cómo el joven se siente débil e impotente ante su situación. La sensación de desorientación, que envuelve toda la trama del film, está muy bien lograda.
Si duda, lo mejor de “Paranoid Park” es su modo inteligente y peculiar de contarnos la historia, que se sujeta mediante el poder de las imágenes y el uso del sonido, prescindiendo prácticamente de diálogos y de demás recursos narrativos. El impacto visual de la película es implacable y aplastante, con una inmensa capacidad de arrastrar al espectador hacia sus entrañas sintiendo sensaciones muy difíciles de plasmar, como el miedo.
Muchos pensarán que Gus Van Sant ha realizado más un experimento que una película, quizá no vayan muy desencaminados, pero es innegable su gran habilidad en relatarnos este crudo drama mediante el poder de las imágenes, las cuales, se quedan grabadas ante nuestra retina, y el uso tan inteligente que hace del sonido y de su variopinta banda sonora. No es una obra maestra, pero es una gozada el poder visionar un tema tan crudo des de una diferente perspectiva. No deja a nadie indiferente, un film novedoso y atrevido.
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