La familia Savages
2007 

6.6
5,378
4 de mayo de 2008
4 de mayo de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo largometraje de Tamara Jenkins, tras realizar una serie de cortometrajes muy interesantes -como "Family Remains" o "Choices: the good, the bad and the ugly"- es tan estremecedor como entrañable; tocando el tema de las relaciones familiares -como ha hecho en toda su obra-, "La familia Savages" habla de un padre que comienza un proceso de deterioro mental y físico, y de cómo sus dos hijos -una neurótica autora de teatro y un amargado profesor universitario- intentan ayudarle en su recién estrenada demencia senil. Narrada con agilidad, el film alcanza un gran tono dramático con situaciones muy reconocibles de la sociedad actual, que en muchos casos supedita el bienestar personal a cualquier otra consideración familiar o emocional, por no hablar del condicionante económico -que también suele estar muy por encima de los seres humanos y sus sentimientos-. Este ácido y cruel estudio sociológico culmina con una luz de esperanza, en la que sus protagonistas intentan aceptar el inevitable devenir de la existencia, luchando por hacer realidad sus propios deseos. La influencia familiar y la reflexión sobre la propia historia personal de cada uno está presente en cada plano del film, que además tiene la habilidad de mostrar todas las posturas posibles ante una infancia traumática, y sus consecuencias en la edad adulta. De gran capacidad emotiva, el único problema de la historia es el ritmo, que en muchas ocasiones decae ostensiblemente haciendo algo lenta la narración. No obstante, el monumental nivel actoral de sus dos protagonistas deslumbra en todo momento; aunque ya sabía de las excelencias de Phillip Seymour Hoffman (indudablemente, uno de los mejores actores del momento, capaz de acometer cualquier papel), me ha sorpendido mucho ver el gran salto cualitativo de Laura Linney, hasta ahora imbuida en papeles secundarios sin mucha importancia (a excepción quizás del realizado en "Mystic River") y que ahora es una de las mejores presencias de toda la película. La directora también se permite el lujo de ironizar con un lenguaje visual muy hiriente, utilizando metáforas de lo más original -como el grupo de majorettes compuesto por mujeres de 70 años- reflejando muy bien el trasfondo de la sociedad norteamericana, que enarbola la individualidad como elemento de independencia, pero que en el fondo no es más que una postura de feroz egoísmo. Aunque no veo justificada su nominación al Oscar al mejor guión original, si que me parece injusto que Laura Linney no haya ganado este galardón por la que estaba nominada.
18 de mayo de 2008
18 de mayo de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota en “La familia Savages” la mano de Alexander Payne, uno de sus productores ejecutivos, hasta el punto que podía estar perfectamente firmada por el director de “Entre copas”. La película de Tamara Jenkins transmite el mismo gusto por los personajes algo maniáticos y desequilibrados pero tratados siempre con especial ternura. La película se mueve siempre entre la comedia ácida y el drama, y aunque consigue no cargar en ningún momento las tintas en el aspecto más melodramático de la historia, sus toques de humor, que derivan del negro al absurdo, son menos eficientes de lo que en un principio cabría desear. No obstante, el gran trabajo de su pareja protagonista, al que habría que añadir un tercer vértice, personificado en la figura del padre, interpretado con solvencia por el veterano actor Philip Bosco, saca adelante la película sin mayores problemas. Philip Seymour Hoffman vuelve a dar una estupenda lección de interpretación, llenando la pantalla como solo lo saben hacer los grandes y su grave tono de voz se impone con una fuerza inusitada sobre todo en las escenas de discusión con su hermana, interpretada por una Laura Linney perfecta en su labor de neurótica solterona.
Aguda reflexión sobre las siempre complicadas relaciones familiares, “La familia Savages” es un acertado intento para abrir los ojos a una sociedad que opta habitualmente por cerrarlos ante aspectos de la vida como en este caso el fin de esta (espléndida en este sentido la escena del padre tapándose los ojos al pasar delante del cementerio), que muestra con valentía los problemas que representan las personas cuando pasan a ser una carga, y aunque es cierto que la película pierde parte de su interés cuando se desvía hacia otros temas como las relaciones personales de la hija, en los que no puede evitar caer en caminos trillados, sabe sacar partido de su sencillez y se muestra mucho más contundente y, sobre todo menos pretenciosa que la semejante en cuanto a temática y tambien recientemente estrenada en nuestros cines “Lejos de ella”.
Lo mejor: las discusiones entre Philip Seymour Hoffman y Laura Linney.
Lo peor: se muestra muy previsible en algunos momentos.
Aguda reflexión sobre las siempre complicadas relaciones familiares, “La familia Savages” es un acertado intento para abrir los ojos a una sociedad que opta habitualmente por cerrarlos ante aspectos de la vida como en este caso el fin de esta (espléndida en este sentido la escena del padre tapándose los ojos al pasar delante del cementerio), que muestra con valentía los problemas que representan las personas cuando pasan a ser una carga, y aunque es cierto que la película pierde parte de su interés cuando se desvía hacia otros temas como las relaciones personales de la hija, en los que no puede evitar caer en caminos trillados, sabe sacar partido de su sencillez y se muestra mucho más contundente y, sobre todo menos pretenciosa que la semejante en cuanto a temática y tambien recientemente estrenada en nuestros cines “Lejos de ella”.
Lo mejor: las discusiones entre Philip Seymour Hoffman y Laura Linney.
Lo peor: se muestra muy previsible en algunos momentos.
18 de octubre de 2008
18 de octubre de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos acoplamos en el pequeño sofá del salón formando con nuestros cuerpos el tetris que nunca conseguimos memorizar. Aprovecho para volver a echarle en cara el "ya dije en la tienda que era demasiado pequeño", y ella calla, porque sabe que los silencios dicen muchísimas más cosas de lo que imaginamos.
A pesar de haber leído un par de críticas sobre los Savages y ser conocedores del tema que toca, la peli nos coge desprevenidos. Bajo su aspecto de film amable y a pesar de estar repleta de un humor finísimo, casi corrosivo, se esconde una historia triste que nos llena de desasosiego. Nuestros rostros se van tornando cada vez más lúgubres, posiblemente porque los dos vamos imaginando como será ese momento cuando, de forma ineludible, llegue.
Para colmo, estamos en esa fase de nuestras vidas en la que los dos tenemos unos padres que se están haciendo mayores… y una hija a la que no quisiéramos nunca tener que darle todo este tipo de desvelos. Preocupación por partida doble, mi vida… estamos listos.
Cuando los títulos de crédito hacen su aparición, tardamos aun un buen rato en deshacer el tetris e irnos a la cama. Y una vez en ella, por fin, después de varios meses, una película, La Familia Savages, de Tamara Jenkins, nos da un estupendo tema de conversación hasta esa hora en la que, como dice Antonio Vega, la noche y el día se prestan uno a otro oscuridad y luz, verdad y mentira.
A pesar de haber leído un par de críticas sobre los Savages y ser conocedores del tema que toca, la peli nos coge desprevenidos. Bajo su aspecto de film amable y a pesar de estar repleta de un humor finísimo, casi corrosivo, se esconde una historia triste que nos llena de desasosiego. Nuestros rostros se van tornando cada vez más lúgubres, posiblemente porque los dos vamos imaginando como será ese momento cuando, de forma ineludible, llegue.
Para colmo, estamos en esa fase de nuestras vidas en la que los dos tenemos unos padres que se están haciendo mayores… y una hija a la que no quisiéramos nunca tener que darle todo este tipo de desvelos. Preocupación por partida doble, mi vida… estamos listos.
Cuando los títulos de crédito hacen su aparición, tardamos aun un buen rato en deshacer el tetris e irnos a la cama. Y una vez en ella, por fin, después de varios meses, una película, La Familia Savages, de Tamara Jenkins, nos da un estupendo tema de conversación hasta esa hora en la que, como dice Antonio Vega, la noche y el día se prestan uno a otro oscuridad y luz, verdad y mentira.
7 de noviembre de 2008
7 de noviembre de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La familia Savages, otro film con pretensiones balsámicas y/o terapéuticas nacida del inveterado manual del buen cine independiente norteamericano, pienso, al leer su sinopsis en las diferentes publicaciones especializadas. Quizá, prosiguiendo en mis divagaciones, se trate de una suerte de pequeñas pinceladas, misceláneas, de otras notables obras similares del estilo: “Pequeña Miss Sunshine”, “Juno”, “Puedes contar conmigo”, “Algo en común” o “A Propósito de Schmith”, por citar sólo algunas recientes.
El inicio, ciertamente, no causa decepción, ofreciendo lo que previamente mi experiencia y sentido común había dibujado ya visualmente, en una sucesión de escenas que exhortaron sensaciones parecidas a las conquistadas con el visionado de films parecidos a los ya citados.
Así las cosas, poco a poco, fotograma a fotograma, con mucho esfuerzo y destreza, la película van ganando en intensidad, aportando con ingeniosidad gran dosis de frescura en un tipo de cine anclado en posiciones bastante más anquilosadas de lo que en un principio, tras un somero visionado, podría llegar a simular.
Cierto que habla, con maneras análogas a otras ya vistas, del gigantesco latigazo que supone el inopinado descubrimiento de una impenetrable muerte, sobre el inane romanticismo que desprende y el vacío que todo lo envuelve en un denso vaho y cubre como un pesado manto. Cierto que aborda y resuelve ciertos problemas de temática familiar con un talante parejo a títulos de menor calidad, próximos a infumables telefilms de sobremesa. Es verdad que habla, también de forma similar y con los mismos esquemas ya vistos en producciones recientes, sobre la pesadumbre de descubrir lo baladí de una huera existencia y la volubilidad de la esquiva felicidad; del impacto dañino del fútil paso del tiempo; sobre lo trivial de los contrariedades individuales; sobre el padecimiento de desafiar a pecho descubierto el pesado lastre que supone la anodina cotidianeidad; sobre las inextricables e insondables veredas de un futuro hostil a afrontar en la más ignominiosa y yerma soledad; y sobre, en definitiva las tribulaciones y dudas personales que supone la inaplazable búsqueda de respuestas ante las preguntas planteadas.
Cierto. Pero, a pesar de lo mismo, lo que no se puede soslayar es la indecente precisión con la que diserta y departe acerca de todos esos aspectos que algún día el ser humano, indefectiblemente, habrá de afrontar. ¿Qué somos?¿Hacia dónde nos dirigimos?¿Ha tenido sentido nuestra existencia?¿Hemos obrado de forma correcta?¿Qué significado tienen nuestros actos?¿Llegará el fin de mis días con la sensación de haber desperdiciado una vida?
El inicio, ciertamente, no causa decepción, ofreciendo lo que previamente mi experiencia y sentido común había dibujado ya visualmente, en una sucesión de escenas que exhortaron sensaciones parecidas a las conquistadas con el visionado de films parecidos a los ya citados.
Así las cosas, poco a poco, fotograma a fotograma, con mucho esfuerzo y destreza, la película van ganando en intensidad, aportando con ingeniosidad gran dosis de frescura en un tipo de cine anclado en posiciones bastante más anquilosadas de lo que en un principio, tras un somero visionado, podría llegar a simular.
Cierto que habla, con maneras análogas a otras ya vistas, del gigantesco latigazo que supone el inopinado descubrimiento de una impenetrable muerte, sobre el inane romanticismo que desprende y el vacío que todo lo envuelve en un denso vaho y cubre como un pesado manto. Cierto que aborda y resuelve ciertos problemas de temática familiar con un talante parejo a títulos de menor calidad, próximos a infumables telefilms de sobremesa. Es verdad que habla, también de forma similar y con los mismos esquemas ya vistos en producciones recientes, sobre la pesadumbre de descubrir lo baladí de una huera existencia y la volubilidad de la esquiva felicidad; del impacto dañino del fútil paso del tiempo; sobre lo trivial de los contrariedades individuales; sobre el padecimiento de desafiar a pecho descubierto el pesado lastre que supone la anodina cotidianeidad; sobre las inextricables e insondables veredas de un futuro hostil a afrontar en la más ignominiosa y yerma soledad; y sobre, en definitiva las tribulaciones y dudas personales que supone la inaplazable búsqueda de respuestas ante las preguntas planteadas.
Cierto. Pero, a pesar de lo mismo, lo que no se puede soslayar es la indecente precisión con la que diserta y departe acerca de todos esos aspectos que algún día el ser humano, indefectiblemente, habrá de afrontar. ¿Qué somos?¿Hacia dónde nos dirigimos?¿Ha tenido sentido nuestra existencia?¿Hemos obrado de forma correcta?¿Qué significado tienen nuestros actos?¿Llegará el fin de mis días con la sensación de haber desperdiciado una vida?
18 de noviembre de 2008
18 de noviembre de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La familia Savages se centra en la historia de dos hermanos que de la noche a la mañana se tienen que hacer cargo de su padre, que ya no se puede valer por si solo. No mantienen una relación especialmente cercana entre ellos, y mucho menos con su padre, del que hace años están distanciados. En realidad son casi tres extraños viviendo situación muy íntima y dura como es el deterioro físico y mental de una persona.
La directora y guionista Tamara Jenkins cuenta la historia de la forma más realista que cabe imaginar. No se esfuerza por hacer simpático y entrañable al anciano, ni por esconder todas las miserias y debilidades de sus hijos. Tampoco evita mostrar las situaciones más desagradables que se dan en estas circunstancias. Hace una película muy poco complaciente, en la que en medio de todo el drama, introduce puntos de un humor muy acertado, que sirven para aligerar la incómoda sensación de tristeza que provoca.
La película se apoya casi por completo en dos personajes muy bien definidos. Los dos hermanos que interpretan Philip Seymour Hoffman y Laura Linney son absolutamente creíbles, y sus acciones y diálogos resultan reales como la vida misma. Además los dos actores se despojan de todo el posible glamour que dos interpretes de su nivel pudieran tener, para transformarse en dos personas totalmente comunes y hasta vulgares, que brillan más por sus errores que por sus aciertos. Ellos con su presencia son los dos pilares imprescindibles sobre los que se apoya una película excelentemente escrita y correctamente dirigida como esta.
Y aunque es fácil que el espectador se pueda reconocer en muchas reacciones y comportamientos de los personajes, resulta más difícil, quizás por eso mismo, sentir simpatía o cercanía por ellos. Es por esa distancia que La familia Savages es una buena película, pero a la que uno no se entrega incondicionalmente.
La directora y guionista Tamara Jenkins cuenta la historia de la forma más realista que cabe imaginar. No se esfuerza por hacer simpático y entrañable al anciano, ni por esconder todas las miserias y debilidades de sus hijos. Tampoco evita mostrar las situaciones más desagradables que se dan en estas circunstancias. Hace una película muy poco complaciente, en la que en medio de todo el drama, introduce puntos de un humor muy acertado, que sirven para aligerar la incómoda sensación de tristeza que provoca.
La película se apoya casi por completo en dos personajes muy bien definidos. Los dos hermanos que interpretan Philip Seymour Hoffman y Laura Linney son absolutamente creíbles, y sus acciones y diálogos resultan reales como la vida misma. Además los dos actores se despojan de todo el posible glamour que dos interpretes de su nivel pudieran tener, para transformarse en dos personas totalmente comunes y hasta vulgares, que brillan más por sus errores que por sus aciertos. Ellos con su presencia son los dos pilares imprescindibles sobre los que se apoya una película excelentemente escrita y correctamente dirigida como esta.
Y aunque es fácil que el espectador se pueda reconocer en muchas reacciones y comportamientos de los personajes, resulta más difícil, quizás por eso mismo, sentir simpatía o cercanía por ellos. Es por esa distancia que La familia Savages es una buena película, pero a la que uno no se entrega incondicionalmente.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here