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Críticas ordenadas por utilidad
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8.1
56,137
8
18 de marzo de 2008
18 de marzo de 2008
377 de 388 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manhattan no tiene doble mortal con tirabuzón en su trama; no tiene un falso culpable, ni un crimen que resolver; no tiene un giro inesperado en su desenlace, y sin embargo no se me ocurre como hablar de ella fuera del spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En Manhattan es más importante parecer sexy que serlo. El primer diálogo de la película, con el protagonista encendiéndose un cigarro es tremendo (No me trago el humo porque provoca cancer, pero me siento tan sexy fumando un cigarrillo), reforzado luego con la aparición del ex marido de Diane Keaton y la fascinación que sigue produciendo en ella ese tipo bajito y calvo.
- ¡Está estupendo! – exclama admirada ante un hombre en el que ninguna mujer se fijaría. Es toda una declaración de intenciones.
En Manhattan nadie está contento con lo que tiene. Ni con su trabajo, ni con su antiguo coche, ni con el nuevo piso y los “ruiditos” que en él se oyen, ni con la persona que yace a su lado en la cama.
En Manhattan se nos muestra todo un universo de zombis intelectuales, que deambulan de museo en museo, de teatro en teatro, incapaces de encauzar sus vidas. Nadie sabe cual es el rumbo profesional a seguir, nadie sabe con quién quiere pasar el resto de sus días. ¿Cómo lo vas a saber si ni siquiera sabes con quién vas a pasar la mañana del domingo?
Es ahí donde emerge el maravilloso personaje de Mariel Hemingway. La quinceañera le da sopas con honda a los cuarentones caprichosos. Ella es el faro fuerte y sólido que aparece de pronto entre la bruma.
Manhattan no tiene doble mortal con tirabuzón en su trama; no tiene un falso culpable, ni un crimen que resolver; no tiene un giro inesperado en su desenlace, y sin embargo tiene uno de los finales mejor filmados en la historia del cine.
Isaac (Woody Allen) se da cuenta de su error dejando escapar a esa maravilla de 17 años, y corre unas cuantas manzanas hasta ella. Hace todo lo posible porque ella lo sepa. “He venido hasta aquí corriendo”, le dice jadeante.
Piensa que eso es sacrificarse por amor, correr unas cuantas manzanas. Y sin embargo le aterra la idea de tener que esperarla 6 meses.
La dulce chiquilla, tratada durante toda la película como una cría, es la única que sabe lo que quiere y a quién quiere. Y sobre todo, es la única capaz de sacrificarse por amor y por su futuro como actriz. En una secuencia soberbia, da toda una lección de principios al egocéntrico universo intelectual de Manhattan.
La fotografía en blanco y negro, la banda sonora y el sarcasmo de todos y cada uno de los diálogos, completan el círculo.
- ¡Está estupendo! – exclama admirada ante un hombre en el que ninguna mujer se fijaría. Es toda una declaración de intenciones.
En Manhattan nadie está contento con lo que tiene. Ni con su trabajo, ni con su antiguo coche, ni con el nuevo piso y los “ruiditos” que en él se oyen, ni con la persona que yace a su lado en la cama.
En Manhattan se nos muestra todo un universo de zombis intelectuales, que deambulan de museo en museo, de teatro en teatro, incapaces de encauzar sus vidas. Nadie sabe cual es el rumbo profesional a seguir, nadie sabe con quién quiere pasar el resto de sus días. ¿Cómo lo vas a saber si ni siquiera sabes con quién vas a pasar la mañana del domingo?
Es ahí donde emerge el maravilloso personaje de Mariel Hemingway. La quinceañera le da sopas con honda a los cuarentones caprichosos. Ella es el faro fuerte y sólido que aparece de pronto entre la bruma.
Manhattan no tiene doble mortal con tirabuzón en su trama; no tiene un falso culpable, ni un crimen que resolver; no tiene un giro inesperado en su desenlace, y sin embargo tiene uno de los finales mejor filmados en la historia del cine.
Isaac (Woody Allen) se da cuenta de su error dejando escapar a esa maravilla de 17 años, y corre unas cuantas manzanas hasta ella. Hace todo lo posible porque ella lo sepa. “He venido hasta aquí corriendo”, le dice jadeante.
Piensa que eso es sacrificarse por amor, correr unas cuantas manzanas. Y sin embargo le aterra la idea de tener que esperarla 6 meses.
La dulce chiquilla, tratada durante toda la película como una cría, es la única que sabe lo que quiere y a quién quiere. Y sobre todo, es la única capaz de sacrificarse por amor y por su futuro como actriz. En una secuencia soberbia, da toda una lección de principios al egocéntrico universo intelectual de Manhattan.
La fotografía en blanco y negro, la banda sonora y el sarcasmo de todos y cada uno de los diálogos, completan el círculo.

6.9
1,797
8
16 de julio de 2008
16 de julio de 2008
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es increible el poder del cine. Del arte en general.
No hay nada, fuera del arte, que el hombre haga, lo presente a los demás y obtenga tantísimos puntos de vista e interpretaciones diferentes. Ni el deporte, ni las relaciones sociales, ni los negocios... pueden ir impregnados de tantísimos matices.
"Sin destino" y "filmaffinity" me lo vuelven a demostrar. Es curioso comprobar como en algo más de una decena de críticas sobre la película, nadie se pone de acuerdo. Mientras unos la acusan de sentimentalista y llena de trucos para hacer llorar al espectador, otros ven en ella un film seco y sin artificios. Mientras que para unos estamos ante un melodrama mal dirigido, otros defienenden que estamos ante un film digno y sólido.
Eso es lo grande del arte. No hay dos personas que sientan lo mismo delante de un cuadro, al escuchar un disco o al salir de una sala de cine.
Para terminar, y por si a alguien le interesa mi opinión, diré que soy del segundo grupo; de los que ven en "Sin destino" un film árido y desapasionado más que un melodrama sensiblero. De los que ven un debut en la dirección de Koltai más que acertado. Por eso, por ser su debut y tratarse de un proyecto ambicioso y difícil, le disculpo algunas cosas. De los que creen, y en esto sí que coincidimos varios, que estamos ante una de las fotografías y bandas sonoras más espectaculares de los últimos años.
Soy, en definitiva, de los que recomendaría a cualquiera que no deje de ver "Sin destino". Pero claro, esto es arte, y basta que diga eso para que a ese cualquiera le parezca un bodrio.
No hay nada, fuera del arte, que el hombre haga, lo presente a los demás y obtenga tantísimos puntos de vista e interpretaciones diferentes. Ni el deporte, ni las relaciones sociales, ni los negocios... pueden ir impregnados de tantísimos matices.
"Sin destino" y "filmaffinity" me lo vuelven a demostrar. Es curioso comprobar como en algo más de una decena de críticas sobre la película, nadie se pone de acuerdo. Mientras unos la acusan de sentimentalista y llena de trucos para hacer llorar al espectador, otros ven en ella un film seco y sin artificios. Mientras que para unos estamos ante un melodrama mal dirigido, otros defienenden que estamos ante un film digno y sólido.
Eso es lo grande del arte. No hay dos personas que sientan lo mismo delante de un cuadro, al escuchar un disco o al salir de una sala de cine.
Para terminar, y por si a alguien le interesa mi opinión, diré que soy del segundo grupo; de los que ven en "Sin destino" un film árido y desapasionado más que un melodrama sensiblero. De los que ven un debut en la dirección de Koltai más que acertado. Por eso, por ser su debut y tratarse de un proyecto ambicioso y difícil, le disculpo algunas cosas. De los que creen, y en esto sí que coincidimos varios, que estamos ante una de las fotografías y bandas sonoras más espectaculares de los últimos años.
Soy, en definitiva, de los que recomendaría a cualquiera que no deje de ver "Sin destino". Pero claro, esto es arte, y basta que diga eso para que a ese cualquiera le parezca un bodrio.

7.7
77,426
10
1 de marzo de 2008
1 de marzo de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perros de diez padres, mucho más nobles que perros con pedigree.
Perros malcriados, caprichosos, de los de culo veo, culo deseo.
Perros caniches, ganadores de concursos de belleza, aniquilados por las ratas y olvidados para siempre.
Perros condenados, mucho antes de nacer. Da igual el nombre que les pongan; su destino es irremisiblemente morir luchando en cualquier pelea.
Perros solitarios, obligados a pagar por los errores cometidos en el pasado.
Y sobre todo… perros de la misma camada, dándose dentelladas en los huevos hasta desangrarse.
Sólo los grandes pueden irrumpir así en el cine. Y González Iñárritu está, desde que rodó ésta su ópera prima, entre ellos.
Soberbia del primero al último de los fotogramas.
Perros malcriados, caprichosos, de los de culo veo, culo deseo.
Perros caniches, ganadores de concursos de belleza, aniquilados por las ratas y olvidados para siempre.
Perros condenados, mucho antes de nacer. Da igual el nombre que les pongan; su destino es irremisiblemente morir luchando en cualquier pelea.
Perros solitarios, obligados a pagar por los errores cometidos en el pasado.
Y sobre todo… perros de la misma camada, dándose dentelladas en los huevos hasta desangrarse.
Sólo los grandes pueden irrumpir así en el cine. Y González Iñárritu está, desde que rodó ésta su ópera prima, entre ellos.
Soberbia del primero al último de los fotogramas.
10
27 de diciembre de 2012
27 de diciembre de 2012
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que no se ha hecho nunca nada igual para televisión. A la altura de auténticos mitos de la HBO como The Wire o The Sopranos, sólo tengo la duda de ver cómo la trata el paso del tiempo. Pero me da que se convertirá, si es que no lo ha hecho ya, en serie de culto.
Pero lo grande no es sólo estar a la altura de las mejores series de la historia. Es que está a la altura del mejor cine. Llamadme exagerado, pero hay capítulos como el de la Hacienda Mejicana que recuerdan al mejor Coppola, los trapicheos en los bajos fondos al mejor Scorsese, el robo del tren al mejor Hitchcock… y ese halo de humor negro y corrosivo a los hermanos Cohen de los que tengo la impresión es heredera directa.
Sus dos protagonistas principales (Bryan Cranston y Aaron Paul) parecen haber nacido para ser Walter White y Jesse Pinkman. Pero además te enamorarás del resto de protagonistas (como Skyler o Hank Schrader) y de todos y cada uno de los secundarios que van apareciendo a lo largo de sus cinco temporadas: un abogado de dudosa reputación, el propietario de una cadena de restaurantes de comida rápida, los psicópatas integrantes de la familia Salamanca, …
Cine en estado puro.
Pero lo grande no es sólo estar a la altura de las mejores series de la historia. Es que está a la altura del mejor cine. Llamadme exagerado, pero hay capítulos como el de la Hacienda Mejicana que recuerdan al mejor Coppola, los trapicheos en los bajos fondos al mejor Scorsese, el robo del tren al mejor Hitchcock… y ese halo de humor negro y corrosivo a los hermanos Cohen de los que tengo la impresión es heredera directa.
Sus dos protagonistas principales (Bryan Cranston y Aaron Paul) parecen haber nacido para ser Walter White y Jesse Pinkman. Pero además te enamorarás del resto de protagonistas (como Skyler o Hank Schrader) y de todos y cada uno de los secundarios que van apareciendo a lo largo de sus cinco temporadas: un abogado de dudosa reputación, el propietario de una cadena de restaurantes de comida rápida, los psicópatas integrantes de la familia Salamanca, …
Cine en estado puro.

6.4
4,666
7
2 de mayo de 2008
2 de mayo de 2008
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dignísimo debut en la dirección de Rodrigo Plá, un director que visto lo visto apunta muy alto para seguir manteniendo el panorama cinematográfico mexicano en la cúspide, donde se ha situado por méritos propios en los últimos años. Hoy en día, ver cualquier película hecha en México es casi, casi una garantía.
En “La Zona” asistimos a la más absoluta degradación del hombre, en su lucha por mantener la comunidad segura, aislada de la violencia y lejos de los más desfavorecidos. Igualmente, vemos impávidos como las altas instancias policiales hacen la vista gorda, convencidos de que a la clase alta lo más ventajoso es sacarles todo el partido posible… y que se deshagan de sus “problemas” en cualquier contenedor de basura.
Javier Ocaña, en su crítica de El País, hablaba de una película “nada futurista”. Y en cierto modo tiene razón. Que nadie malinterprete mis palabras, porque en la película se habla de situarse al margen de la ley, de linchamiento y asesinato, de la caza del hombre… y no es comparable con lo que voy a comentar a continuación. Pero ¡cuántas veces recorriendo mi tierra he pensado, al ver las decenas de restringidísimas urbanizaciones de lujo, en que estaba delante de los nuevos castillos del siglo XXI! Recorres un camino rural, entre campos áridos y pueblos deprimidos, esos pueblos de verbenas con pasodobles y de tienda de ultramarinos en el salón de estar…. Y aparecen de repente, con sus muros, su vigilancia privada, sus verdes campos de golf, sus exclusivos restaurantes, sus villas blancas con piscina. No sé cuan difícil es salir de allí; pero os aseguro que es imposible entrar. Son “Zonas” aisladas… a las que alguien habrá tenido que dotar de infraestructuras, tales como accesos, suministro de agua, alcantarillado, redes eléctricas... ¿Imaginará el tío Matías mientras muerde un palillo en la verbena del pueblo que parte de sus impuestos han ido a parar a la urbanización de los guiris?
Como dice un personaje de la película, yo tampoco sabría qué contestar a mi niña si algún día me preguntara ¿por qué vivimos detrás de un muro?
En “La Zona” asistimos a la más absoluta degradación del hombre, en su lucha por mantener la comunidad segura, aislada de la violencia y lejos de los más desfavorecidos. Igualmente, vemos impávidos como las altas instancias policiales hacen la vista gorda, convencidos de que a la clase alta lo más ventajoso es sacarles todo el partido posible… y que se deshagan de sus “problemas” en cualquier contenedor de basura.
Javier Ocaña, en su crítica de El País, hablaba de una película “nada futurista”. Y en cierto modo tiene razón. Que nadie malinterprete mis palabras, porque en la película se habla de situarse al margen de la ley, de linchamiento y asesinato, de la caza del hombre… y no es comparable con lo que voy a comentar a continuación. Pero ¡cuántas veces recorriendo mi tierra he pensado, al ver las decenas de restringidísimas urbanizaciones de lujo, en que estaba delante de los nuevos castillos del siglo XXI! Recorres un camino rural, entre campos áridos y pueblos deprimidos, esos pueblos de verbenas con pasodobles y de tienda de ultramarinos en el salón de estar…. Y aparecen de repente, con sus muros, su vigilancia privada, sus verdes campos de golf, sus exclusivos restaurantes, sus villas blancas con piscina. No sé cuan difícil es salir de allí; pero os aseguro que es imposible entrar. Son “Zonas” aisladas… a las que alguien habrá tenido que dotar de infraestructuras, tales como accesos, suministro de agua, alcantarillado, redes eléctricas... ¿Imaginará el tío Matías mientras muerde un palillo en la verbena del pueblo que parte de sus impuestos han ido a parar a la urbanización de los guiris?
Como dice un personaje de la película, yo tampoco sabría qué contestar a mi niña si algún día me preguntara ¿por qué vivimos detrás de un muro?
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