Trenes rigurosamente vigilados
Drama. Comedia
Durante la ocupación nazi de Checoslovaquia, el joven Milos trabaja en la estación de trenes local junto al mujeriego Hubicka, el bobo jefe de estación Zednicek y la bella revisora Masa. El director de los ferrocarriles del pueblo les encarga la misión de proteger ciertos trenes estratégicos, indispensables para los planes de dominación del Führer en Europa central. Pero Milos tiene otro problema más íntimo y acuciante, que le lleva a ... [+]
12 de junio de 2023
12 de junio de 2023
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En los 60 del siglo pasado el tsunami de la nueva ola cinematográfica con epicentro en París llega a las costas socialistas checoslovacas, vigiladas por la URSS, a mediados de la década arrasando con los embates de un grupo de directores salidos de la Academia de Cine. Aprovecharon una cierta apertura política y empujaron por un cambio artístico y social poniendo al cine checoeslovaco en el panorama internacional. La cosa duró poco. Los tanques soviéticos cercenaron en la llamada Primavera de Praga en el 68 todo atisbo de contagio libertario mientras en Mayo de ese mismo año prendía la llama en París.
Jiri Menzel (1938-2020) fue uno de esos directores; optó por no exiliarse y pagó durante años las consecuencias de la censura y el ostracismo. Pero en sus inicios tuvo la osadía de atreverse a llevar a la pantalla la novela de Bohumil Hrabal (1914-97) que otros directores habían rechazado por considerarla irrealizable. No he leído dicha novela pero el resultado fílmico fue lo suficientemente notable como para llevarse el Oscar. Hrabal y Menzel quedaron asociados para la historia por esta y otras adaptaciones de las obras del escritor.
Como toda nueva ola rompe con lo anteriormente establecido que en este caso era el realismo socialista imperante en la pantalla. La película desconcertó y aún desconcierta. Se atreve a introducir el humor en un momento histórico de pocas bromas. A finales del 44 y principios del 45 en el que se encuadra la historia, la "solución final" del nazismo puso en marcha de la mano de Adolf Eichman los trenes de la muerte, trasladando como ganado a miles de judíos a los campos de exterminio. El propio Hrabal había trabajado en una estación ferroviaria durante la guerra pero en esta caso opta por obviar la tragedia y apuesta según sus propias palabras por "los pormenores cotidianos de la vida". "Las novelas de Hrabal han sido descritas como una espiral, un movimiento constante entre el placer y el miedo, así como entre la culpa y el deleite. Presentan el difícil esfuerzo por ser hedonista en un mundo donde el placer ha desaparecido, donde la única verdad reconocida es la historia o la política." (Wikipedia).
Personalmente me ha costado empatizar con las tribulaciones de iniciación sexual de este adolescente desnortado de familia de holgazanes (el arranque de la película es de lo mejor). La notable fotografía en blanco y negro atempera la "frivolidad" de este microcosmos ferroviario donde parece que todos, invasores e invadidos, llevan a gala aquello de: "a comer y a follar que el mundo se va a acabar". El gusto por el detalle, algunas escenas gloriosas como la estampación de los sellos en carne virginal y la galería de personajes pintorescos justifican sobradamente su visionado.
cineziete
Jiri Menzel (1938-2020) fue uno de esos directores; optó por no exiliarse y pagó durante años las consecuencias de la censura y el ostracismo. Pero en sus inicios tuvo la osadía de atreverse a llevar a la pantalla la novela de Bohumil Hrabal (1914-97) que otros directores habían rechazado por considerarla irrealizable. No he leído dicha novela pero el resultado fílmico fue lo suficientemente notable como para llevarse el Oscar. Hrabal y Menzel quedaron asociados para la historia por esta y otras adaptaciones de las obras del escritor.
Como toda nueva ola rompe con lo anteriormente establecido que en este caso era el realismo socialista imperante en la pantalla. La película desconcertó y aún desconcierta. Se atreve a introducir el humor en un momento histórico de pocas bromas. A finales del 44 y principios del 45 en el que se encuadra la historia, la "solución final" del nazismo puso en marcha de la mano de Adolf Eichman los trenes de la muerte, trasladando como ganado a miles de judíos a los campos de exterminio. El propio Hrabal había trabajado en una estación ferroviaria durante la guerra pero en esta caso opta por obviar la tragedia y apuesta según sus propias palabras por "los pormenores cotidianos de la vida". "Las novelas de Hrabal han sido descritas como una espiral, un movimiento constante entre el placer y el miedo, así como entre la culpa y el deleite. Presentan el difícil esfuerzo por ser hedonista en un mundo donde el placer ha desaparecido, donde la única verdad reconocida es la historia o la política." (Wikipedia).
Personalmente me ha costado empatizar con las tribulaciones de iniciación sexual de este adolescente desnortado de familia de holgazanes (el arranque de la película es de lo mejor). La notable fotografía en blanco y negro atempera la "frivolidad" de este microcosmos ferroviario donde parece que todos, invasores e invadidos, llevan a gala aquello de: "a comer y a follar que el mundo se va a acabar". El gusto por el detalle, algunas escenas gloriosas como la estampación de los sellos en carne virginal y la galería de personajes pintorescos justifican sobradamente su visionado.
cineziete
17 de agosto de 2023
17 de agosto de 2023
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La obra más conocida del checo Jiri Menzel no tiene mucha historia: narración del despertar sexual de un joven en la Checoslovaquia de la Segunda Guerra Mundial y Menzel la narra con intenciones casi de cine mudo, casi sin diálogos (y si los hay, no tienen importancia) y con muchos toques de humor. Lo mejor son las secuencias que se quedan en la memoria, como el casi beso en el andén, los sellos en el trasero de la señorita o ese uniforme que no sirve para nada. Buen cine, un tanto sobredimensionado por ser una película del bloque del Este cuando no llegaban al Oeste muchas películas de allí.
26 de julio de 2024
26 de julio de 2024
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Una obra muy distinta a lo usual. Con un tono de comedia ligera de situación, pero con un profundo sentido ético. Es, por decirlo gráficamente, suave y ligera en las formas, pero profunda en el fondo. No es tipo de comedia a la que estoy acostumbrado.
Tiene, por momentos, una sombría belleza, una melancolía espiritual y una cierta decadencia en lo estético. Parece una película de Renoir, de un clásico francés de mediados de los treinta, y no una película moderna de mediados de los sesenta.
Puede versa también como un viaje experimental del protagonista, un muchacho delicado y algo inocente en temas de sexo y chicas, hacia la madurez sexual. Me puede recordar algo, vagamente, a La infancia de Iván (Andrei Tarkovsky, 1962), por ser a través de los ojos del protagonista desde el que se ve la historia pasar.
Es la primera cinta que veo del director. Me ha parecido interesante, pero no he entrado con ella, o en ella. Se puede ver, pero no es una cinta que veré varias veces.
Tiene, por momentos, una sombría belleza, una melancolía espiritual y una cierta decadencia en lo estético. Parece una película de Renoir, de un clásico francés de mediados de los treinta, y no una película moderna de mediados de los sesenta.
Puede versa también como un viaje experimental del protagonista, un muchacho delicado y algo inocente en temas de sexo y chicas, hacia la madurez sexual. Me puede recordar algo, vagamente, a La infancia de Iván (Andrei Tarkovsky, 1962), por ser a través de los ojos del protagonista desde el que se ve la historia pasar.
Es la primera cinta que veo del director. Me ha parecido interesante, pero no he entrado con ella, o en ella. Se puede ver, pero no es una cinta que veré varias veces.
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