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El Reino

Thriller. Intriga. Drama Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
Críticas 219
Críticas ordenadas por utilidad
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5
24 de enero de 2019
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
porque te puedes quedar con la miel en los labios, como ha sido el caso. Todos a una como en Fuenteovejuna por parte de los críticos "profesionales", no sé si para demostrar como todos denostan la corrupción y hacer de "bienqueda" con una película que denuncia, para mí, de manera errónea, un aspecto de la política y la sociedad española, aunque en cualquier sitio cuecen habas, bastante deplorable. Creo que para aquellos que no pertenezcan al partido referido, que aunque no se hable directamente de él, está claro qué partido es, al igual que se representa claramente esos medios de comunicación con logos verdes y presentadora cansina de ideologóa tal, le gustará más que aquellos que voten al partido podrido y mal oliente susodicho.

Y es que la película se me antoja muy superficial en todos los aspectos; en lo referente a la corrupción que trata, personajes, trama caprichosa y forzada, por no hablar de la última parte de la película, la que se supone más tensa y con más acción, nada creible y con momentos, por llamarlos de alguna manera, estúpidos. Y esa escena final, totalmente prescindible y que baja unos pocos de puntos la valoración. Porque, digo yo, toda la escena del chalet en Andorra no entra ni con calzador, desde el primer momento entra la película en el bucle de ineficacia y falta de verosimilitud, rayando lo absurdo y pareciendo más bien un relleno de pavo. Pero es que, el final de la película, es como si alguien te explicase un chiste, como si el director pensase que igual no te has enterado de lo que te ha querido contar durante dos horas y lo pretende hacer él, en formato moraleja, dando su opinión personal pero en boca de dos actores que no se creen ni ellos lo ridículo del momento.

No sé por qué se empeñan los críticos en comparar películas españolas con grandes obras extranjeras, no sé por qué ese complejo de que no se han hecho en este país grandes thrillers o películas políticas interesantes y hay que convertir alguna como sea, no sé por qué precipitar y forzar la entrada de una película al olimpo de las grandes obras, porque, si no lo es, allí va a hacerse notar, pero igual que se hace notar un mojón en una bandeja de oro.
6
2 de octubre de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca con un plano secuencia que nos introduce en la vida de unos políticos que viven a cuerpo de rey al ritmo de una música techno. Y cierra con una sobreactuación de una periodista encarnada por Barbara Lennie, a medio gas entre Elena Resano y Ana Pastor. Ni empieza bien ni acaba regular. A pesar de eso consigue enganchar. Sin embargo resulta más interesante el único momento de humor (Luis Zahera en un balcón) que la tensión de la propia intriga de un político que busca no ser el único en pringar tras un escándalo. La corrupción de marca blanca -a pesar de haber referencias evidentes a los Pujol o a la caja b del PP- no consigue emocionar ni arrancar una reflexión acerca de esta podredumbre. Esos guiños a las corruptelas que aparecen en los periódicos la harán envejecer bien. El aplauso de los políticos a El Reino transmite sin embargo que la corrupción no tiene remedio. Ese es el problema, que aunque parece estar destinada a ello, no consigue incomodar.
7
30 de enero de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Indudablemente es una buena película, que aborda de manera sólida la actualidad sobre la corrupción política, donde muchos podemos ver reflejados a ciertos gestores de la función pública.

Alabadas sus cualidades, debo decir que pese a haberla valorado con un 7, no la encuentro tan redonda como a la mayoría le resulta. Demasiados diálogos oscuros, que parecen diseñados de esa manera para demostrar el desconocimiento del verdadero entramado, por parte del ciudadano común.

Antonio de la Torre, acometiendo con soltura y maestría un guión, cuyo papel fue cuidado con minuciosidad. Magníficos secundarios que en todo momento se arropan en favor de obra.

Entretenida, y pese a sus dos horas largas, en ningún momento se ofrece tediosa.
5
9 de abril de 2019
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
47/11(22/03/19) Atractiva propuesta del pujante realizador madrileño Rodrigo Sorogoyen, pero que por desgracia baja varios escalones con respecto a su anterior largometraje “Que Dios nos perdone” con este fallido thriller político se va diluyendo en un océano de estereotipos y de artificios que solo redundan en el vacío de la obra, transitando por senderos muy trillados, sin aportar nada nuevo a la temática de la corrupción política a gran escala, lo de tirar la piedra contra los gobernantes, contra el estado, contra los medios de comunicación, me queda de Perogrullo, me termina resultando una visión superficial, que entra en el referido tema tanto como una de tertulia de bar. Además, por mucho que se quiera dar una visión abierta de que puede ser cualquier partido y cualquier persona la referida en la película (no se nombra el partido, ni en lugar donde acontece todo, y mucho menos se utilizan nombres reales) habría que ser muy ingenuo para no darse cuenta de que el partido político es el Partido Popular, y el protagonista es un trasunto de Luis Bárcenas, tesorero de la referida agrupación política, tan en boga últimamente por los casos Gurtel, Púnica el Papeles de Bárcenas, y esto me resulta muy reduccionista, y de clara tendencia de atacar a la derecha (motivos hay, pero también la izquierda socialista ha tenido sus corruptelas), y todo me es de brocha gorda, no se ahonda en las raíces de la corrupción, se hace un retrato con pinceladas gruesas. Es una reflexión sobre la codicia, el poder, los intereses ocultos, los dilemas morales, donde todo queda tan tenue como la nula explicación de que es lo corrompido, los métodos, y es que el director parece más interesado en mostrar el mosaico de personajes, unos cínicos darwinistas en que unos se dan puñaladas a otros para sobrevivir, y entra en que sepamos cómo funcionan las cloacas que nunca son ni medio abiertas, tanto que me parece una versión Disney de la realidad, y es que en estas lides de corrupción cañí en la que España se mueve tienen mucho que ver drogas y prostitución, y aquí es algo extirpado para que quede “para todos los públicos”. Aun con todo lo malo Sorogoyen despliega algunos recursos que hacen de la película algo que no aburre, ayudado por una música (forzada) electrónica que te remueve como si estuvieras en una contrarreloj, aunque manipuladora, pues no hay tal carrera, como ese modo de filmar tan cercano, con planos-secuencias constantes, o con potentes actuaciones de Antonio de la Torre, Luis Zahera o José María Pou, aunque los dos primeros hay algún momento en que sobrepasan la línea hacia la sobreactuación.

El inicio marca la pauta narrativa y visual, con una cámara pegada al protagonista, señalando que él será nuestra brújula en el relato, su visión será la nuestra, como lo serán los constantes planos-secuencias, y donde asistimos al mundo de clase alta en que se mueve Manuel. Para a continuación en este primer tramo sumergirnos en este mundillo hedonista, con yates de lujo, lujosas casas, comidas lustrosas, en lo que es una mirada a la trastienda de los políticos, esos que dicen trabajar por nosotros; Luego llega la traición y el mundo de Manuel se tambalea, la cornada le llega, y ya irá dando tumbos durante todo el metraje cual animal herido intentando con sus acciones poner el ventilador de la mierda en marcha, en un clásico “si yo no me salvo, todos caen conmigo”. Para entrar en el rush final trepidante en lo que es un thriller de elementos maravillosamente utilizados, con tensión e intensidad manifiesta, de la que calambrea, lástima que resulte tan manufacturada y falsa (me refiero pro supuesto a la escena en la casa de Andorra, y a la persecución nocturna), para desembocar en un epílogo que pretende mucho más de lo que da, pretende soliviantarte con esa entrevista (con Bárbara Lennie en emulo claro de nuestra Ana Pasto de la Sexta), y me deja totalmente frío con un reguero de argumentos pusilánimes en su sentido ya de muy ajados de que los medios de comunicación están en connivencia con el poder (puaj!), para romper la cuarta pared y cuestionarnos, con lo que cruza la línea la película del panfleto, ello con una pregunta condescendientemente manida. Y es que en el film no hay capacidad para la sutilidad, todo se riega con obviedades, y se nos quiere dar todo masticado, con lo que al no haber ambigüedad no hay proyección de reflexión.

Es una propuesta que termina por dejar a flote sus debilidades, obviando el análisis de la corrupción para tirarse en brazos de la intriga y el thriller , quedando plana con respecto a lo que debía ser la sustancia de la película, con un modo poco valiente de reflejar este mundo, nos hace atodos unos corruptos, con lo que nadie es diferente, la relativización llevada al extremo, maniqueamente expuesto esto en la escena en que Manuel ve como un barman se equivoca en el cambio a un cliente (le da de más) y este se calla y lo guarda, esto es caer en un buenismo santurrón simplón. Es un fresco del momento cazado in media res, nada sabemos de cómo han llegado a esta situación, simplemente disfrutan de ella, nada hay de dilemas morales, todos los personajes son clichés con patas, sin aristas, sin matices, sin dimensión.

La puesta en escena destaca como es habitual en Sorogoyen la labor de cinematografía de su habitual camarógrafo Alejandro de Pablo (“Stockholm” o “Que Dios nos perdone”), sabiendo hacernos vivir la acción cuasi en primera persona, con un objetivo que fluye de modo natural en las numerosas tomas sin cortes; La música es obra de otro habitual del director, Olivier Arson, buena para infundir electricidad emocional, pero que termina por convertirse en intrusiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El plano-secuencia en la casa de Andorra resulta tan brillante estéticamente como forzado y metido con calzador, se alarga en demasía, la actuación de Antonio de la Torre me queda con tanto nervio como sobreactuada, no me creo esta joven le deje entrar en la casa sin conocerlo a las 4 de la mañana, con la excusa de que va a por papeles importantes del padre, pero este no le ha dicho donde está, y tan cruciales son que el padre está tranquilamente dormido a que se los lleven, y sin tan importantes son, porque la hija no ha pensado que el padre no la ha llamado para avisarla? Nada tiene sentido, que vaya rompiendo puertas, que coja papeles importantes del padre y la chica tarde en llamar al padre, y luego, con todos los hombres allí dentro lo dejen irse sin más, me resulta inverosímil. Y más cuando uno de los allí presentes descubre que es un enemigo del progenitor, me chirría más el tren sobre el río Kwai descarrilando; pero ahí no acaba la cosa, y es que nos meten una persecución nocturna en coches vibrante, luces de autos que se acercan, e apagan, vienen de frente, y de pronto Manuel en una vía sin luz decide apagar las luces a más de 100 km por hora, es que no nos han dicho que es el hermano tonto de Forrest Gump, y por supuesto acaba en accidente, con el auto patas arriba, alguien se acerca al coche, se introduce en él y Manuel responde con una pluma que utiliza para desgarrar la garganta del intruso. Pero de donde ha surgido esta personalidad asesina del protagonista, su sangre fría homicida? Pero luego para colmo sale del coche corriendo, resulta que el coche ha dado vueltas de campana, y sale del vehículo sin siquiera cojear (puaj!); Hay una elipsis y vemos a Manuel en un plató de tv en una entrevista en la que él va a destapar los papeles de Andorra, que se supone provocaran un terremoto en el país, pero que ha pasado con el tipo que Manuel mató? Hay un toma y daca con la periodista, donde Manuel se erige en “voz del pueblo” (puaj!), recriminando a la entrevistadora (epítome de lo medios de comunicación) su connivencia con el poder, pero lanzado el perugrullo, se quiere dar un rayo de esperanza, con la periodista mirando a cámara (hablándonos en primera persona), y preguntando si tuvo remordimientos por lo que hizo, y cortan en seco, como si la cuestión mereciera una nueva categoría en los Nobel, “la mejor pregunta”, pero que idiotez, primero que nunca nos han contado lo que Manuel ha hecho para ser acusado de corrupto, esto es una nebulosa, y luego, nadie se arrepiente de disfrutar de la vida “carpe dien”, y el que venga detrás, que achuche, ese es el carácter humano, es algo tan sabido como que después del día viene la noche. Con lo que me es una conclusión pomposa y huera de contenido.

Antonio de la Torre demuestra su genio y vigor actoral, aunque hay tramos en se pasa tres pueblos y se hace histriónico; Aunque para histriónico Luis Zahera, su escena en el balcón de su despacho huyendo de los micros resulta un compendio de lo que es sobreactuación, no se pueden hacer más ademanes, y soltar tacos cual metralleta desbocada; José María Pou da una lección de carisma y fuerza contenida, este si demuestra poderío expresivo, lástima lo de su rol acartonado; Ana Wagner como “La Ceballos”•, jefa de Manuel resulta un volcán sensacional en rotundidad, manteniendo un duelo con de la Torre fabuloso; Barabara Lennie baila con un rol de periodista bastante tópico, que encima copia a la periodista ya mencionada.

Todo termina quedándome en una viñeta hecha película, subrayado sobre remarcado, donde la hondura en el tema tratado es nula. Fuerza y honor!!!
8
14 de octubre de 2018
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi me apetece eliminar el rastro de esta crítica para evitar que me rastreen y traten de sacarme de la carretera. Aquí no vale el parecido razonable ni las casualidades políticas, la corrupción nos engloba a todos en mayor o menor medida, no tan solo a la España rancia del PP, que por supuesto, sino a la idiosincrasia del hombre Faustico, egoísta e inhumano. Esta película destila tanta verdad que asusta y es tan terrible que llega un momento en que debe dejar de doler para poder ver las muchas virtudes que tiene. Los árboles deben dejarnos ver el bosque aunque haya ardido de la copa a las raíces.
Por cierto, le gustará a Ana Pastor el vodka?
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