Esta chica es un desastre
5.1
9,583
Comedia. Drama. Romance
Desde pequeña, Amy ha oído a su padre decir que la monogamia no es un estado realista. La periodista vive de acuerdo con las creencias de su padre, disfrutando de una vida sin ataduras, libre de aburridas promesas románticas. Sin embargo, ha llegado a un punto muerto. Cuando descubre que se está enamorando del hombre al que dedica un artículo, un encantador y exitoso médico deportivo llamado Aaron Conners, Amy se replantea sus creencias ... [+]
11 de febrero de 2017
11 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Judd Apatow cocinó este vehículo a la medida de la cómica estadounidense Amy Schumer como una historia de amor atípica: ahora es ella quien eructa, hace el idiota y no parece demasiado cómoda con el género. Como los talentos de Schumer funcionan mucho mejor con todo lo abrasivamente ridículo de las costumbres contemporáneas, la película parece forzada a ser una historia de amor donde quiere ser una comedia improvisada y mucho más espaciada.
Con todo, se deja ver, en gran medida gracias a que Apatow sigue confiando en sus talentos de comediante y escritor y da a Tilda Swinton, como una jefa implacable, Brie Larson, como una sufrida hermana, y unos sorprendentes John Cena y LeBron James, cuasi en autoparodias, posibilidades de entidad.
Con todo, se deja ver, en gran medida gracias a que Apatow sigue confiando en sus talentos de comediante y escritor y da a Tilda Swinton, como una jefa implacable, Brie Larson, como una sufrida hermana, y unos sorprendentes John Cena y LeBron James, cuasi en autoparodias, posibilidades de entidad.
11 de mayo de 2017
11 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película con un mal gusto innecesario y muy yanqui. Judd Apatow hace una película bastante horribilis y sin medir el tiempo (126 largos minutos) y poco cálculo de los tiempos en diferentes secuencias (arritmia), lo cual que ya quieres que termine la función cuando aún le queda más de media hora. El guión de Amy Schumer es además de predecible y ramplón, sobre todo en los momentos iniciales, con chistes y gags sin gracia y un humor de tercera categoría. Música mezcla de clásicos entre otros, de Jon Brion; y aceptable fotografía Jody Lee Lipes.
El reparto cumple destacando una Ammy Schumer bien y, aunque parezca mentira, una especie de espontáneo que saca a flote el film de Apatow: Lebron James, el súper estrella de la NBA que se echa sobre los hombros la película y roba protagonismo en todas las escenas en la que sale, con un singular e inesperado genio.
En resumen: película obvia, y otros calificativos que me ahorro pues no lo merece, pero sí añado: frustrante y deplorable.
El reparto cumple destacando una Ammy Schumer bien y, aunque parezca mentira, una especie de espontáneo que saca a flote el film de Apatow: Lebron James, el súper estrella de la NBA que se echa sobre los hombros la película y roba protagonismo en todas las escenas en la que sale, con un singular e inesperado genio.
En resumen: película obvia, y otros calificativos que me ahorro pues no lo merece, pero sí añado: frustrante y deplorable.
27 de diciembre de 2017
27 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La apuesta de Judd Apatow por hacer una comedia romántica que deje huella al nivel de otras que la preceden, tiene el mismo problema que el coche de carreras con una buena puesta a punto sin el mejor de los motores: compite sin que pueda optar a alcanzar en ningún momento la gloria.
Lo llamativo es el intercambio de roles. Sube un peldaño más en agresividad que “La boda de mi mejor amiga” (2011) y las presenta a ellas como si fueran ellos. No hay más que echarle un vistazo a su divertida protagonista Amy Schumer -también haciendo las veces de guionista- y, especialmente, al personaje despótico y superficial de Tilda Swinton, para darse cuenta de que todo está descrito para que sean ellas quienes hagan de ellos. Ellas mandan. Ellas utilizan y deciden cómo y cuándo dejarlo. Ellas son las que dicen estar bien solas o renunciar a la monogamia o al compromiso de la pareja. Ellas son las que llevan los pantalones y cortan el bacalao.
El resto se intuye desde el minuto uno. El proceso de transformación del personaje, es un proceso consabido, no exento de humor y mala leche, pero consabido. Todos sabemos que la adaptación terminará por llegar, se abandonará esa filosofía de vida que dice que la soledad es el camino ideal para conseguir la felicidad y, en este caso, será la chica quien se quede con el chico. Si el argumento es bastante premeditado, al menos en la parte más seria lo valorable en positivo es la forma en que el personaje principal es desarrollado: su evolución hacia el convencionalismo sentimental no la aparta de ser ella misma, ni siquiera cuando da su brazo a torcer. No por encantada deja de tener su encanto. Sigue siendo ella. A su manera.
Lo llamativo es el intercambio de roles. Sube un peldaño más en agresividad que “La boda de mi mejor amiga” (2011) y las presenta a ellas como si fueran ellos. No hay más que echarle un vistazo a su divertida protagonista Amy Schumer -también haciendo las veces de guionista- y, especialmente, al personaje despótico y superficial de Tilda Swinton, para darse cuenta de que todo está descrito para que sean ellas quienes hagan de ellos. Ellas mandan. Ellas utilizan y deciden cómo y cuándo dejarlo. Ellas son las que dicen estar bien solas o renunciar a la monogamia o al compromiso de la pareja. Ellas son las que llevan los pantalones y cortan el bacalao.
El resto se intuye desde el minuto uno. El proceso de transformación del personaje, es un proceso consabido, no exento de humor y mala leche, pero consabido. Todos sabemos que la adaptación terminará por llegar, se abandonará esa filosofía de vida que dice que la soledad es el camino ideal para conseguir la felicidad y, en este caso, será la chica quien se quede con el chico. Si el argumento es bastante premeditado, al menos en la parte más seria lo valorable en positivo es la forma en que el personaje principal es desarrollado: su evolución hacia el convencionalismo sentimental no la aparta de ser ella misma, ni siquiera cuando da su brazo a torcer. No por encantada deja de tener su encanto. Sigue siendo ella. A su manera.
17 de agosto de 2015
17 de agosto de 2015
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cambio sexual de roles para un prototipo clásico que ni alegra, ni emociona, ni complace, no sabe adornar ni amenizar, con regocijo sabroso, la tradicional tontería romántica descrita.
¡Llevo hora y cuarto de recorrido y aún espero, ya no ¡reírme! sino, simplemente, la aparición sincera y ocasional de ¡una maldita sonrisa!; recuerda, recuerda..., aguda y sagaz en su confirmada diversión es ¡lo que decía la prensa!
Verdad es que, superados los nefastos y anodinos 60 primeros minutos, parece insinuar algo interesante que expresar y un poco de contenido digno que visionar y, justamente lo hace cuando se deja de tonterías y banalidades -alabadas por la mayoría de expertos de la escritura cinematográfica- de pretensión cómica y adquiere tintes sobrios, de drama intenso, sobre la paranoia al compromiso por la herencia de un padre que le transmitió, el rechazo por la monogamia, pues ésta es ¡una completa farsa y total mentira!
Larga, excesivamente larga, sólo se aprecia con consideración la segunda parte, esos problemas de relación y convivencia cuando se superan los miedos y traumas y se da una oportunidad a la pareja hallada pero, aún así, no da para diestro material que considerar con contundencia, su muestra es floja, débil y desaborida; y tal vez sea porque, esta encantadora pareja, prototipo de real y válido amor sentido, ¡no hay por donde cogerla!, la lógica se escapa, la diversión ni asoma, el entusiasmo hace rato que se largó y, el interés sigue a la espera de una condenada escena que ¡valga la pena!
De desmadre sexual que teme querer a alguien, a novia inverosímil de un doctor con quien no comparte nada, de ahí a fuerce de ruptura para, posteriormente, arrepentirse y volver al ideal cuento de niña feliz, amansado y vendido, evidencia de pasos, para un manual de fábula, sobre bocetos de argumento romántico; sólo que, todo ello sin gracia, apetencia o estímulo alguno, sólo un cansino observar su largo caminar, de guión patoso y frases necias, con una protagonista, Amy Schumer -que ya puestos, no se ¡por qué no dirigió también!, si interpreta, escribe el guión y ¡le da su nombre al personaje!-, que aburre, desgana y ofrece un irresistible deseo de distancia de esa opresión anímica de quien, mueve ficha para llegar a ninguna parte, dado su escaso rendimiento e ínfimo fruto logrado.
El amor siempre triunfa, por encima de todo, aunque éste sea un asco y ¡no haiga quien se lo trague!, mejor asegurarse de comprar palomitas o llevar golosinas de entretenimiento porque, esta narración de hadas para principiantes incrédulos, es tan necia y lela como el mensaje que trata de impregnar en pantalla; porque, si voy a ver la fantasía de cenicienta remodelada a tiempos modernos, con problemas familiares, de autoestima y de dificultad en su entrega a la pareja, más vale que la princesa, aún no descubierta y sin anillo en el dedo -¡se busca matrimonio!, la corona es para baile de graduación y, esa historia, ¡es anterior a ésta!, que todo tiene un lugar y orden- tenga crédito suficiente para la velada entera, y que el príncipe, y su romance a la carta, sean prósperos y convincentes, y ¡nada más lejos de lo reflejado y consumido!
Insulsa experiencia de pobre vivencia que sólo, aisladamente, muestra un mínimo de tenacidad, sobriedad y consistencia para continuar su ruta por el inevitable alejamiento de un público que no duerme por educación de las formas pero que se encuentra, hace rato, en somnolencia colapsada por el alto mosqueo de un corazón harto y aislado que no halla motivación, ni interés, ni nada que permita iniciar, de nuevo, su ritmo cardíaco.
Y aquí llega la viva y dinámica escena final, cursi, inverosímil y poco apetecible dado el tiempo de denso hastío que hace rato se va acumulando, decepción genérica difícil de compensar y con la que es complicado lidiar, sulfato de agravio recibido, ingrato e inesperado, que llena de escozor y lamento la esperanza de lo nunca localizado.
"Y de repente tú", ese choque de trenes -¡trainwreck!-, que inexorablemente deben acabar en misma vía, aunque vayan por carriles diferentes, la patraña que sea con tal de unir lo inconexo y juntar las piezas con pegamento extra fuerte si lo requiere el caso; realmente esperaba divertirme, pasar un buen rato y no esta memez, de alcance inocuo, sobre la vida de una empedernida soltera jugando a ser la nueva aspirante a casamentera; sábado desperdiciado con una falsa comedia que nunca inicia despegue ni carrera, con un drama que apunta con entereza pero pierde el sentido de su marcha y, un romance como puntilla de fondo que intenta resolver, el penoso desbarajuste, con su única varita de hada madrina, que todo lo encaja y perfecciona, con el exclusivo y seductor movimiento de la mano.
Banal por optar a ser cómica, inútil por tener al abasto el sentimiento de algo sólido e intenso y distraerse con monadas de relleno insustancial y soso, se le otorga el título de transgresora por darle a ella el típico papel costumbrista del hombre; que sí, aplauso y reconocimiento por valor y osadía pero, sigues vagando por el mar de miseria que rodea a una cinta que no conecta con su público, únicamente con su ombligo y ella misma.
¡Y a toda la crítica ha encantado!, que si hábil, irreverente, ingeniosa, de hilaridad constante e inteligencia finada, ¡pues si que vamos bien!, ¡como para fiarse de lo leído la próxima vez que elija una película!
Comprobar la suscrito siempre con la visión personal de la cinta, con tu única e importante recepción subjetiva pero, en ocasiones, el precio a pagar es tan alto que, la caída de cumbre tan alta, trae consigo ¡un inevitable porrazo de narices!
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
¡Llevo hora y cuarto de recorrido y aún espero, ya no ¡reírme! sino, simplemente, la aparición sincera y ocasional de ¡una maldita sonrisa!; recuerda, recuerda..., aguda y sagaz en su confirmada diversión es ¡lo que decía la prensa!
Verdad es que, superados los nefastos y anodinos 60 primeros minutos, parece insinuar algo interesante que expresar y un poco de contenido digno que visionar y, justamente lo hace cuando se deja de tonterías y banalidades -alabadas por la mayoría de expertos de la escritura cinematográfica- de pretensión cómica y adquiere tintes sobrios, de drama intenso, sobre la paranoia al compromiso por la herencia de un padre que le transmitió, el rechazo por la monogamia, pues ésta es ¡una completa farsa y total mentira!
Larga, excesivamente larga, sólo se aprecia con consideración la segunda parte, esos problemas de relación y convivencia cuando se superan los miedos y traumas y se da una oportunidad a la pareja hallada pero, aún así, no da para diestro material que considerar con contundencia, su muestra es floja, débil y desaborida; y tal vez sea porque, esta encantadora pareja, prototipo de real y válido amor sentido, ¡no hay por donde cogerla!, la lógica se escapa, la diversión ni asoma, el entusiasmo hace rato que se largó y, el interés sigue a la espera de una condenada escena que ¡valga la pena!
De desmadre sexual que teme querer a alguien, a novia inverosímil de un doctor con quien no comparte nada, de ahí a fuerce de ruptura para, posteriormente, arrepentirse y volver al ideal cuento de niña feliz, amansado y vendido, evidencia de pasos, para un manual de fábula, sobre bocetos de argumento romántico; sólo que, todo ello sin gracia, apetencia o estímulo alguno, sólo un cansino observar su largo caminar, de guión patoso y frases necias, con una protagonista, Amy Schumer -que ya puestos, no se ¡por qué no dirigió también!, si interpreta, escribe el guión y ¡le da su nombre al personaje!-, que aburre, desgana y ofrece un irresistible deseo de distancia de esa opresión anímica de quien, mueve ficha para llegar a ninguna parte, dado su escaso rendimiento e ínfimo fruto logrado.
El amor siempre triunfa, por encima de todo, aunque éste sea un asco y ¡no haiga quien se lo trague!, mejor asegurarse de comprar palomitas o llevar golosinas de entretenimiento porque, esta narración de hadas para principiantes incrédulos, es tan necia y lela como el mensaje que trata de impregnar en pantalla; porque, si voy a ver la fantasía de cenicienta remodelada a tiempos modernos, con problemas familiares, de autoestima y de dificultad en su entrega a la pareja, más vale que la princesa, aún no descubierta y sin anillo en el dedo -¡se busca matrimonio!, la corona es para baile de graduación y, esa historia, ¡es anterior a ésta!, que todo tiene un lugar y orden- tenga crédito suficiente para la velada entera, y que el príncipe, y su romance a la carta, sean prósperos y convincentes, y ¡nada más lejos de lo reflejado y consumido!
Insulsa experiencia de pobre vivencia que sólo, aisladamente, muestra un mínimo de tenacidad, sobriedad y consistencia para continuar su ruta por el inevitable alejamiento de un público que no duerme por educación de las formas pero que se encuentra, hace rato, en somnolencia colapsada por el alto mosqueo de un corazón harto y aislado que no halla motivación, ni interés, ni nada que permita iniciar, de nuevo, su ritmo cardíaco.
Y aquí llega la viva y dinámica escena final, cursi, inverosímil y poco apetecible dado el tiempo de denso hastío que hace rato se va acumulando, decepción genérica difícil de compensar y con la que es complicado lidiar, sulfato de agravio recibido, ingrato e inesperado, que llena de escozor y lamento la esperanza de lo nunca localizado.
"Y de repente tú", ese choque de trenes -¡trainwreck!-, que inexorablemente deben acabar en misma vía, aunque vayan por carriles diferentes, la patraña que sea con tal de unir lo inconexo y juntar las piezas con pegamento extra fuerte si lo requiere el caso; realmente esperaba divertirme, pasar un buen rato y no esta memez, de alcance inocuo, sobre la vida de una empedernida soltera jugando a ser la nueva aspirante a casamentera; sábado desperdiciado con una falsa comedia que nunca inicia despegue ni carrera, con un drama que apunta con entereza pero pierde el sentido de su marcha y, un romance como puntilla de fondo que intenta resolver, el penoso desbarajuste, con su única varita de hada madrina, que todo lo encaja y perfecciona, con el exclusivo y seductor movimiento de la mano.
Banal por optar a ser cómica, inútil por tener al abasto el sentimiento de algo sólido e intenso y distraerse con monadas de relleno insustancial y soso, se le otorga el título de transgresora por darle a ella el típico papel costumbrista del hombre; que sí, aplauso y reconocimiento por valor y osadía pero, sigues vagando por el mar de miseria que rodea a una cinta que no conecta con su público, únicamente con su ombligo y ella misma.
¡Y a toda la crítica ha encantado!, que si hábil, irreverente, ingeniosa, de hilaridad constante e inteligencia finada, ¡pues si que vamos bien!, ¡como para fiarse de lo leído la próxima vez que elija una película!
Comprobar la suscrito siempre con la visión personal de la cinta, con tu única e importante recepción subjetiva pero, en ocasiones, el precio a pagar es tan alto que, la caída de cumbre tan alta, trae consigo ¡un inevitable porrazo de narices!
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
9 de diciembre de 2015
9 de diciembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente sea una cuestión cultural, pero es notorio que a este lado del charco los graciosos oficiales estadounidenses se nos atascan. No es que no nos hagan gracia, es que directamente nos resultan pesados e insoportables. Y Amy Schumer es ya, oficialmente, la Adam Sandler femenina. Seguramente en EEUU se tronchen con esta mujer, pero aquí ni ella, ni su actuación, ni mucho menos su guión logran arrancar ni una triste sonrisa.
Trainwreck prometía mucho. Director famoso, guión de Schumer, transgresión, mala leche, Lebron James...
La secuencia inicial es magnífica, con un Colin Quinn en estado de gracia explicando las razones de su divorcio.
Y después de esa escena... la nada. La nada absoluta, por cierto. Personajes absurdos, situaciones deslavazadas, cero transgresión, cero diversión, cero comedia, cero romanticismo. Amy interpreta a una mujer promiscua que va volviendo locos a los hombres por todo New York, lo que resulta un poco raro porque Schumer no es especialmente atractiva y su personaje es antipático, grosero, alcohólico y antisocial. Pero no en el sentido simpático de Jack Nicholson en "Mejor...imposible", si no en un sentido desagradable y repelente. Amy es borde, borracha e inaguantable. Y no es la única antipática. El resto del reparto carga con papeles histriónicos, caricaturizados y odiosos, destacando los de Tilda Swinton y John Cena, que parecen anormales profundos...
Y además, el mensaje retrógrado y ultraconservador que sostiene. Si quieres ser feliz tienes que abrazar el american way of life, buscarte una pareja (heterosexual, aburrida y convencional) sentar la cabeza y tener docenas de hijos en la intimidad de tu respetable hogar, y nada de fiestas ni de promiscuidad. Vamos, que la película va de transgresora y la podía patrocinar la Conferencia Episcopal.
Hacía tiempo que no veía una película tan aburrida y absurda, en la que es imposible enfatizar ni dos segundos con los protagonistas. Con decir que el mejor de todo el reparto (con permiso de Colin Quinn) es Lebron James, ya se da uno una idea de lo mala que es esta tontería hecha película.
Trainwreck prometía mucho. Director famoso, guión de Schumer, transgresión, mala leche, Lebron James...
La secuencia inicial es magnífica, con un Colin Quinn en estado de gracia explicando las razones de su divorcio.
Y después de esa escena... la nada. La nada absoluta, por cierto. Personajes absurdos, situaciones deslavazadas, cero transgresión, cero diversión, cero comedia, cero romanticismo. Amy interpreta a una mujer promiscua que va volviendo locos a los hombres por todo New York, lo que resulta un poco raro porque Schumer no es especialmente atractiva y su personaje es antipático, grosero, alcohólico y antisocial. Pero no en el sentido simpático de Jack Nicholson en "Mejor...imposible", si no en un sentido desagradable y repelente. Amy es borde, borracha e inaguantable. Y no es la única antipática. El resto del reparto carga con papeles histriónicos, caricaturizados y odiosos, destacando los de Tilda Swinton y John Cena, que parecen anormales profundos...
Y además, el mensaje retrógrado y ultraconservador que sostiene. Si quieres ser feliz tienes que abrazar el american way of life, buscarte una pareja (heterosexual, aburrida y convencional) sentar la cabeza y tener docenas de hijos en la intimidad de tu respetable hogar, y nada de fiestas ni de promiscuidad. Vamos, que la película va de transgresora y la podía patrocinar la Conferencia Episcopal.
Hacía tiempo que no veía una película tan aburrida y absurda, en la que es imposible enfatizar ni dos segundos con los protagonistas. Con decir que el mejor de todo el reparto (con permiso de Colin Quinn) es Lebron James, ya se da uno una idea de lo mala que es esta tontería hecha película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Además de personajes absurdos y antipáticos la narración es caótica y deslavazada, parecen sketchs pegados sin sentido. Los personajes son antipáticos, patéticos e insoportables. e incluso Lebron James se deja convertir en un tacaño compulsivo. Claro que al lado de los personajes de Swinton y Cena, parece el Rey Lear...
Además la transgresión está mal repartida, no pega en el relato y en ocasiones es absurda y hasta desagradable. Dos hermanas encuentran la foto de su madre muerta y lo único que se les ocurre comentar es que era "muy follable" y tenía las tetas bien puestas ¿en serio?.
Encima es larga, muy larga y muy pesada...
Además la transgresión está mal repartida, no pega en el relato y en ocasiones es absurda y hasta desagradable. Dos hermanas encuentran la foto de su madre muerta y lo único que se les ocurre comentar es que era "muy follable" y tenía las tetas bien puestas ¿en serio?.
Encima es larga, muy larga y muy pesada...
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