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Una buena persona

Drama Allison (Florence Pugh), una joven con un futuro brillante, y Daniel (Morgan Freeman), el padre de su prometido, sufren la misma pérdida trágica. En un momento de crisis, los dos protagonistas forjan una amistad que suscita la compasión y el perdón necesario para superar su culpa y encontrar la libertad.
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
29 de mayo de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento podría ser el de una película de sábado por la tarde, pero teniendo en cuenta que la mayor parte de los estrenos recientes que he visto cuentan tonterías, me ha parecido una historia digna de seguir, eso sí, esperaba que las relaciones entre los implicados en el accidente fueran algo más complicadas, diría que en ese aspecto la película es bastante buenista, y también el tema de la adicción a las drogas está tratado de una forma bastante edulcorada, la realidad es más sórdida de como lo ponen aquí, quizás esté hecha así para poder llegar a un público más joven.

A pesar de eso, la historia se desarrolla de manera que da la sensación de ir a alguna parte, con unos personajes que, como suelen decir por aquí, evolucionan, y con eso me conformo.
tito
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8 de julio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama de proporciones inimaginables para la vida de cualquier persona, narrado con una naturalidad que asombra.
Morgan Freeman se hace cargo de toda una familia anteponiendo el dolor de los demás al suyo propio.
Una obra, que bien podría ser digna de Frida Kahlo, en donde el sufrimiento y el dolor se encuentran en su máxima expresión.
Un gran trabajo del director Zach Braff y una memorable actuación de Florence Pugh quien logra trasmitir a la perfección su sufrimiento y angustia al espectador.
Sin lugar a dudas, una película que va a quedar en la retina y en la memoria de quienes ha sufrido perdidas semejantes.
Cinefilo
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28 de mayo de 2023
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez que empiezo así una crítica, pero no veo justa esta nota a una película que para mí está cerca de ser una obra maestra. En fin, hay cine que se vende más, y quizás sea por eso.
Al grano. Película dramática que me ha hecho saltar alguna lágrima durante la misma, sobre todo en los minutos finales.

Así por encima, la película va de un accidente involuntario de coche del que una de las protagonistas de la película se siente culpable, y empieza con el mundo de la droga en forma de pastillas, y es ahí cuando entabla una curiosa relación con el personaje de Morgan Freeman. Hasta aquí puedo decir.

A destacar el guion, la gran dirección, que a mi parecer, se realiza en la película (hay algunos planos en primera persona que son increíbles) y sobre todo al increíble reparto, con Morgan Freeman (de este señor no voy a a hablar porque ya sabemos todos cómo es, un grande de la historia del cine), y de la que sí voy a hablar es de Florence Pugh.

Pedazo de actriz, me encanta desde hace años, ya la vimos en Mujercitas y en Lady Macbeth. Pero este papel tiene muchos más registros. Hay escenas en las que parece una chica demoniaca, totalmente empastillada, que ahí se demuestra que es una muy buena actriz. Es súper expresiva, y eso me gusta mucho de una actriz, porque hay actrices que no son nada expresivas, da igual si lloran o ríen, tienen la misma cara. Esta no. Se nota cuándo está puesta y cuándo no. 27 años, toda la vida para hacer películas, y de momento lleva una muy buena carrera. Una de mis musas sin duda.

La tensión que hay en la película entre el personaje de Morgan Freeman y el de ella es tremenda, hay alguna que otra escena subida de tono, de pelos de punta. Morgan Freeman tiene planos deliciosos, en el muestra toda su personalidad, y el por qué es uno de los grandes.

Película quizás no para el 10, pero se lo pongo. Se lo merece. Florence Pugh hizo que mereciera el 10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
CinefilCoRu
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25 de mayo de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que, de manera innata y casi inconsciente, no haya nadie mejor preparado para la dirección de actores que alguien procedente del oficio de la interpretación. Pues esa, casi dos décadas después de Algo en Común, sigue siendo la mejor baza como realizador de Zach Braff. Lo que ya llama algo más la atención es el "cambio de registro" del actor y cineasta de New Jersey en su transición de delante a detrás de las cámaras: luego de hacer reír a una generación entera como J.D. en la sitcom Scrubs, sus mayores virtudes como director las ha desplegado en el terreno del drama, desde la tragicomedia en su citada ópera prima hasta el melodrama más desnudo en su última película.

Nada puede conducir de manera más potente a la culpa y al rencor que el duelo, y a su vez, ningún antagonista más natural para esos dos conceptos que el perdón y la redención. Ideas cuya capa más básica a nadie se le escapa pero que contienen infinidad de matices y ramificaciones, más aún cuando a partir de estas se pretende construir un relato que consiga ser revelador pero a la vez funcional, digerible. Y es precisamente a través del juego con un trío protagonista inspiradísimo como Braff consigue conjugar todo esto y ofrecer un resultado bastante notable.

Porque mientras que Allison (Florence Pugh) capitaliza el sentimiento de culpa, hasta el punto de que la atrapa en una espiral de adicción y autodestrucción sin salida aparente, las fuerzas del rencor y del perdón -en reacción al duelo- se van trasvasando, en diferente composición a lo largo del metraje, entre Daniel (un Morgan Freeman que nunca decepciona) y Ryan (Celeste O’Connor, gran revelación de esta película), abuelo y nieta huérfana. En los complicados vínculos entre estos dos se generan fricciones como resultado de la relación de cada uno de ellos con Allison, que evoluciona en direcciones opuestas pero discontinuas a lo largo del relato.

Cierto es que, tras un imprescindible prólogo que expone el antecedente clave, el catalizador de todas esas situaciones, la película se hace un poco de rogar a la hora de volver a conectar ambos cabos, pues no es hasta ese momento cuando se empieza a tejar esta completa telaraña de emociones y desventuras humanas. Con todo, la disfuncionalidad del trío protagonista, cada una con sus razones y manifestaciones particulares, provoca que las relaciones entre estos personajes no vayan por un camino ni mucho menos recto. Lo cual eleva un reto de un desenlace que no sólo conecta todos los puntos sueltos y los lleva a buen término, de manera más que notable, sino que eleva el nivel global del conjunto y pone un broche de plata a una premisa y un desarrollo nada baladíes.

Por tanto, el aplauso a Braff como cineasta no debe centrarse sólo en una virtud para la dirección de actores más que revalidada y consolidada, sino también a su solvencia como guionista de drama. Pero si hay un nombre propio en la ficha artística que destaca por encima de cualquier otro (con permiso de una Celeste O’Connor a la que seguir con mucha atención) es el de Florence Pugh, actriz de moda y al alza gracias a hitos recientes como Midsommar, Mujercitas o Viuda Negra, que con una adecuada promoción y si la distancia temporal no lo evita, podría figurar entre las sospechosas habituales de la temporada de premios del año que viene, y no es para menos: su interpretación, tan histriónica y tendente al exceso como sincera, es el principal pilar que mantiene en pie un relato que, como ya se ha expuesto repetidamente, no era nada fácil de llevar a la pantalla.
Skorpio
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5 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zach Braff, el conocidísimo protagonista de Scrubs, debutó en la dirección con Algo en común, una pequeña joya del indie de principios de los 2000.
En Una buena persona, vemos que no queda nada de aquel realizador. El Braff director de ahora ha pulido mucho más su estilo visual, lo ha acercado mucho más al mainstream, aunque siga siendo una película independiente. Por ese mismo motivo, ha perdido bastante encanto, pero bueno. Signo de los tiempos y de la lógica evolución como narrador y cineasta.
El principal problema de la película, no obstante, es que no se entiende muy bien cuál es el verdadero papel del personaje de Morgan Freeman en esta historia. Termina la película, y queda la sensación de que podría no haber estado. La historia es la de Allison, y necesitaba pocos aditivos, sobre todo teniendo en cuenta que le da vida la siempre magistral Florence Pugh, una de las mejores actrices de los últimos años, una todoterreno que puede con cualquier género y personaje. Esto no quita que Morgan Freeman sea, como siempre, una delicia de ver en pantalla, pero su personaje, realmente, no era necesario en el conjunto.
Una película correcta, que está simplemente bien, y que se ve en cierto modo engrandecida por su excelsa pareja protagonista.

Lo mejor: Pugh y Freeman, excelentes. Sobre todo ella, que es un portento.
Lo peor: Está bien, sin más, y el personaje de Daniel no aporta mucho.
Sibila de Delfos
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