Que un desconocido, pueda envenenar psicológicamente a cada uno de los miembros de la familia, sin que te estés prácticamente dando cuenta como espectador, es incomodo. Da la sensación de que acaba y no te estás enterando de nada.

Sì , al final el sacrificado es el hijo, no va de pederastas.

Martin es un muchacho de 16 años que desea vengarse de lo que considera el asesinato de su padre en la mesa de operaciones. Localiza al cirujano responsable y le sigue hasta conocer su lugar de trabajo, su hogar y su familia. Hasta que entra en la cafetería donde sabe que está TODA la familia. Ninguno de los tres le reconoce y le miran de refilón, sin prestarle mayor atención. Martin se sienta junto a la barra, observa a la familia y maquina su venganza.

Y aquí empieza la película. Desde el comienzo todo lo que vemos es la historia imaginada por el adolescente. Su acoso al padre en el trabajo, a su familia en el hogar, los diálogos familiares… están reflejados desde su mente juvenil y su desconocimiento de la vida real de sus protagonistas. Hasta inventa un cuarto miembro para poderlo hacer desaparecer.

Como autor de la historia puede aparecer él como un semidiós, capaz de someter a los demás a enfermedades increíbles (imposibles de ni siquiera diagnosticar por los médicos, a los que odia), de enamorar a la chica o de soportar los mayores tormentos…

Sus temores y límites de adolescente se reflejan en la conversación entre padre e hijo sobre la masturbación o en la fantasía de la escena del anestesista con la madre, quedándose en una paja cuando todos esperábamos un revolcón.

El final con la elección de la víctima es digno de una mentalidad más cercana al comic que a una escena real.

Por lo bien hecha que está la película y por su capacidad de reflejar una mente juvenil creando una historia y una venganza le doy un 9.